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19 de Mayo,  Jujuy, Argentina
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125 años del Hogar San Antonio

Continúa con la finalidad más importante que es ayudar al más necesitado para que tenga una vida digna.

Martes, 09 de abril de 2024 01:00

DR. FERNANDO ZURUETA

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DR. FERNANDO ZURUETA

La asociación "Pan de los Pobres", conocida por todos como Hogar San Antonio, en el mes de marzo del corriente año cumplió sus 125 años continuando con la finalidad más importante que es ayudar al más necesitado para que tenga una vida digna.

Así, con el esfuerzo de la comisión directiva, de socios, amigos y Gobierno, se continúa en esta lucha diaria con el orgullo que, a pesar de todos los inconvenientes, se persigue un objetivo.

Vale recordar su historia.

Allá, por el año 1890, el Estado nacional carente de medios en el nivel educativo, social y económico de modo que la angustia del momento era solucionar los problemas día a día. Debía buscarse un modo para combatir enfermedades, discapacidades, analfabetismo y situación económica y social del momento. El objetivo era alojar a los carenciados y ayudar a la población de ancianos, mujeres, hombres y niños que no tenían un lugar donde dormir.

Todo estaba por hacer. El Gobierno solo no podía hacer frente a las necesidades existentes y menos cumplir la atención en los requerimientos que la población pedía. De allí surgió la idea de pedir la colaboración a la comunidad centrando su atención en personas que podrían dar su tiempo y ganas para que ayuden en tareas de bienestar. Así se logró que un grupo de mujeres con sentido de solidaridad y acompañamiento gratuito, se sienta interesado y quiera trabajar ayudando a los más necesitados.

El Estado no se desentendía pero se sentía impotente de dar cumplimiento a sus compromisos y tratando de dar soluciones inmediatas y no tuvo mejor idea que pensar soluciones inmediatas recurriendo al apoyo de la sociedad.

Lógico que el Estado colaboraría en todo lo que fuere necesario para llevar adelante cualquier tipo de proyecto que se presentare.

El plan gubernamental se puso en marcha. Sin duda era ambicioso y muy difícil de lograr, pero no imposible. Buscaban tener un lugar donde albergar en forma permanente o transitoria a niños, mujeres y hombres que hayan sido abandonados por sus familiares y que carezcan de ayuda y protección. Las madres solteras encontrarían un espacio donde vivir y cuidar a sus hijos que estaban en estado de abandono. Desde la construcción de edificios que puedan ser empleados y que cumplan el fin anhelado, hasta el mobiliario adecuado era la preocupación de ese entonces.

Se comprometió el Gobierno no sólo con la entrega de un inmueble ofreciendo otro tipo de aporte para una mejor atención de los internos. Se dio un subsidio anual permanente para atender a las necesidades urgentes que en este momento existían.

El 9 de marzo de 1899 se constituye la primera comisión de mujeres dispuestas a apoyar. Clementina Iturbe, Saturnina C. de Ibarra, Lucía de Linares, Serafina Carrillo, Rosario de Montero, Dolores Puch de Blas, Damiana González de Alisedo y Catalina de Durand se ofrecieron bajo la dirección del padre Enrique Guernacini.

En julio del año 1899, Saturnina C. de Ibarra, con quien luego sería su secretaria, Dolores Puch de Blas, escriben una carta al presidente del H.C.D. Municipal haciéndole saber que ante las necesidades de ese entonces, se reunieron con otras mujeres con el fin de crear una asociación con fines eminentemente caritativos, dándole el nombre de "Pan de los Pobres". Mientras, en una habitación que fuera cedida circunstancialmente en calle Alvear entre Ramírez de Velasco y Senador Pérez de la ciudad de San Salvador de Jujuy, comienza a funcionar precariamente el hogar.

Años después y por una sugerencia de un enorme colaborador que tuvo la institución que es digno mencionar, fue el padre Antonio Corsi quien da un nuevo nombre a la entidad como Hogar San Antonio. Así lo describe el escritor e historiador Leopoldo Abán en su "Itinerario Cronológico de Jujuy".

Se siguen realizando los trámites y se dicta el decreto del Poder Ejecutivo provincial otorgándose la personería jurídica a la asociación tramitada por expediente de diciembre de 1899 con intervención del ministro general de Gobierno, decreto Nº 374-G de fecha 11 de mayo de 1900 . Legajo Nº 677.

Donación del inmueble

La comisión directiva en reuniones con el Gobierno provincial insistió en el pedido de disponer de un lugar para cumplir con lo anhelado. Se pensó que "el asilo" ocupe un inmueble aunque alejado del casco céntrico sería lo apropiado.

Se propone que sea cerca de la zona llamada La Tablada donde se realizaban las Ferias de Pascuas (exposición de ganadería y horticultura). Muchos terrenos estaban baldíos y a poca distancia del Parque Roca recientemente inaugurado. Se recibe la propuesta con mucho entusiasmo y así se concreta la donación. El intendente Cirilo Alvarado por escritura pública número 637 de fecha 26 de octubre de 1905, con la aprobación unánime del Concejo Deliberante, dona gratuitamente a la asociación el terreno ubicado en calle Recreo entre Salta y Moreno (hoy entre las calles Ramírez de Velasco, Patricias Argentinas, Alvear y originariamente la avenida Centenario), y se pide a los funcionarios abocarse a la tarea de construir su sede. La fracción que se hace mención estaba situada en las afueras de la ciudad.

Luego de mucho andar y el trabajo incesante cumplido por la originaria comisión directiva del hogar, el 19 de junio del año 1910 se cristaliza uno de los sueños del Gobierno y de las mujeres que trabajaron con entusiasmo y dedicación. Fue un acontecimiento importante para los gestores de este proyecto y así se realiza la inauguración de las instalaciones.

En la oportunidad, y con la presencia del gobernador Sergio Alvarado, del obispo de la Diócesis monseñor Matías Linares y Sanzetenea, presidiendo la ceremonia en representación de su S.S. ilustrísima monseñor Pablo Padilla y Bárcena, el ilustrísimo monseñor don Bernabé Piedrabuena, obispo titular de Cetro y Auxiliar de Tucumán asistido por el señor vicario foráneo de esta provincia presbítero José de la Iglesia, además del director de la asociación padre franciscano Benito Corsi; su presidente, la señora Damiana González de Alisedo y las Hermanas terciarias franciscanas de la caridad, dieron por inaugurado el magnífico inmueble fijando luego quienes tendrían a su cargo la administración en las diferentes áreas.

Luego del Tedeum Laudamus en acción de gracias, se labró un acta donde constan, además de los nombrados, personalidades como Octavio Iturbe, Federico Alisedo, Damián Puch, María Luisa de Tezanos Pinto, Lucía Graz de Helguera, Sofía Alisedo de Alvarado, Francisca de Bustamante, Serafina P. de Carrillo, Carmen Posse de Regalado y Laura Prado Padilla.

En este lugar se recibiría a mujeres menores de edad siendo su estadía permanente dándoles alojamiento, comida, vestimenta, atención médica y educación cristiana en un número aproximado de 250 personas.

Misión de la asociación

La administración interna de lo que al comienzo como dije se denominó “asilo”, se hizo con los miembros de una comisión directiva. Al llegar a San Salvador de Jujuy las Hermanas terciarias franciscanas de la caridad, el 19 de junio de 1910 se les da un lugar para que vivan y realicen las tareas de cuidado de las menores alojadas permaneciendo en estas tareas en el hogar hasta el año 1997, fecha en que falleció la última de las religiosas que aún residía en Jujuy. Es muy recordada la hermana Rafaela que siempre estuvo a disposición de todas aquellas personas que necesitaban sus servicios.

Según el Estatuto, “el personal debía orientarse en la atención de las menores, sin descuidar a los mayores, guiados por los valores del amor y la caridad, que fueran más allá del pago de un sueldo. Podrían formar parte de ella, todas las personas, sin distinción de género ni de nacionalidad, con tal de que se alisten en la misma, llevadas por sentimientos de caridad cristiana, animadas del loable propósito de cooperar con la vida del establecimiento que sostiene en bien de la comunidad, y dando, abnegadamente, todo lo que se puede al prójimo, sin esperanza de recibir jamás cosa alguna”.

A la comisión directiva le correspondía hacerse cargo del cuidado del establecimiento y sus moradores, de proveer al personal y asilados de las ropas necesarias, de una alimentación sana y adecuada, de los recursos médicos y medicamentos, de los útiles necesarios para la enseñanza, además de “vigilar con piedad cristiana las necesidades del establecimiento, del personal y de los asilados”.

Pero al poco tiempo de la construcción del nuevo edificio fue tal el requerimiento de los huérfanos pidiendo ser alojados, que el nuevo edificio no era suficiente. No pasaron cuatro años que pidieron una ampliación de las instalaciones requiriendo ayuda al Gobierno. Para cumplir con este fin, y luego de aumentar el número de socios que se inscribieron dando un empuje notable a esta entidad, se organizaron subcomisiones con las socias activas, quienes supervisaban el establecimiento a las horas de la comida, de las clases, en los trabajos de los menores y en los recreos, con cargo de dar cuenta a la presidenta de los resultados de estas visitas.

La población dio sus aportes apoyos mediante donaciones de gran valor: Mercedes Álvarez Prado, Nélida Irigoytia, Laura Navea de Carlevaro y Antonia Moya. La generosidad y entrega al Hogar San Antonio solo merecen un permanente recuerdo y agradecimiento.

Párrafo aparte merece el trabajo de los sacerdotes franciscanos Guerrecino y Benito Corsi y el invalorable esfuerzo de todos los días de las hermanas terciarias franciscanas quienes dieron todo para lograr un mayor bienestar de los que viven en el hogar.

Hoy la asociación sigue con impulso y optimismo cumpliendo con sus actividades. Se da contención con los talleres de Educación no formal, con la compañía de muchos colaboradores, con un médico dedicado al cuidado con responsabilidad y entrega como es el doctor Eduardo Carrillo, con un taller en fisioterapia, y en otras actividades que se cumplen día a día. Este es uno de los tantos orgullos que tienen los jujeños. La administración de esta entidad con orden, disciplina, con trabajo solidario y desinteresado y totalmente privado, es digno de destacar y alegrarse. Todo se puede en la medida que haya entrega con solidaridad y desinterés y fundamentalmente con el apoyo de los jujeños como parte de su patrimonio. Gracias a todos por el apoyo, y seguir adelante con este proyecto tan querido en tantos años.