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Cambiemos: señuelos y perinola. El PJ: lo hizo de nuevo.

Domingo, 12 de noviembre de 2017 20:39
MM: un liderazgo impensado
PERINOLA: más que un juego de azar
GM: pacto fiscal doméstico?
RR: el PJ en su hora más difícil

Todo es igual, pero diferente. El futuro será muy complicado, pero al menos se presenta rodeado de mimos y de chanzas. La situación de las finanzas nacionales y provinciales, están de vuelta en el punto de inflexión que casi todos los presidentes y gobernadores argentinos tuvieron que atravesar. El jefe de estado Mauricio Macri rodeado de su equipo más significativo, Marcos Peña, Rogelio Frigerio y Nicolás Dujovne, reunió a casi todos los mandatarios provinciales y arrancó con la fórmula del coaching cognitivo que indica que hay que promover un ambiente cordial y distendido para que los interlocutores eleven su autoestima y se sientan capaces de obtener excelentes resultados de su gestión. Hablaron de fútbol y la víctima propiciatoria de las bromas del boquense MM fue el ministro Frigerio (fanático riverplatense). Los convocados tomaron parte de uno y otro lado. Después, pasó a la etapa del coaching ontológico, más elaborado, que es la búsqueda de modificarles el contexto de los interlocutores, para lograr los resultados esperados. Allí MM, antes que los gobernadores comiencen a quejarse –muchos iban con los tapones de punta- les dijo que estaba totalmente dispuesto a revisar y corregir las odiosas medidas que ya habían lanzado sus ministros a manera de tenebroso anticipo. En realidad, hoy, mirando desde otra perspectiva, aparece casi seguro que esos avances fueron nada más que señuelos, cebos colgados de los anzuelos que casi todos mordieron irritados: impuestos al vino, al azúcar, a los alcoholes, a los productos electrónicos, a la cerveza… y así. Sólo la cuestión de los biocombustibles permanece fuera de este marco. Al decir que todo sería revisado y arreglado, aplicando una vez la clásica fórmula de gobierno de la “prueba y el error” (recurso que lo muestra aparentemente sensible a las quejas y diametralmente opuesto al estilo de su antecesora), el presidente desactivó la artillería de los mandatarios y mientras los sentía pedalear en el aire, les asestó el golpe final: “hay que bajar el déficit, tienen que ajustar sus cuentitas, no nos vamos a seguir endeudando y menos para pagar los gastos corrientes (léase sueldos), tampoco voy a emitir dinero para financiar el déficit”. Desde que volvió la democracia hasta aquí, detalles más detalles menos, ningún presidente dejó de proponer todo esto. Y todo debería terminar en la firma de un pacto de responsabilidad fiscal. Uno más. Frente a la prensa los gobernadores escaparon por la tangente: para ellos la reunión fue cordial y positiva. Para los funcionarios nacionales fue altamente positiva y permitirá que se continúen arduas negociaciones por separado con cada provincia. Esta semana habría una nueva reunión plenaria y quizás a su término, todos posen para la “foto de familia” que esta vez –por desconcierto y prudencia- no se logró. Todo fue como un juego de perinola.

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Todo es igual, pero diferente. El futuro será muy complicado, pero al menos se presenta rodeado de mimos y de chanzas. La situación de las finanzas nacionales y provinciales, están de vuelta en el punto de inflexión que casi todos los presidentes y gobernadores argentinos tuvieron que atravesar. El jefe de estado Mauricio Macri rodeado de su equipo más significativo, Marcos Peña, Rogelio Frigerio y Nicolás Dujovne, reunió a casi todos los mandatarios provinciales y arrancó con la fórmula del coaching cognitivo que indica que hay que promover un ambiente cordial y distendido para que los interlocutores eleven su autoestima y se sientan capaces de obtener excelentes resultados de su gestión. Hablaron de fútbol y la víctima propiciatoria de las bromas del boquense MM fue el ministro Frigerio (fanático riverplatense). Los convocados tomaron parte de uno y otro lado. Después, pasó a la etapa del coaching ontológico, más elaborado, que es la búsqueda de modificarles el contexto de los interlocutores, para lograr los resultados esperados. Allí MM, antes que los gobernadores comiencen a quejarse –muchos iban con los tapones de punta- les dijo que estaba totalmente dispuesto a revisar y corregir las odiosas medidas que ya habían lanzado sus ministros a manera de tenebroso anticipo. En realidad, hoy, mirando desde otra perspectiva, aparece casi seguro que esos avances fueron nada más que señuelos, cebos colgados de los anzuelos que casi todos mordieron irritados: impuestos al vino, al azúcar, a los alcoholes, a los productos electrónicos, a la cerveza… y así. Sólo la cuestión de los biocombustibles permanece fuera de este marco. Al decir que todo sería revisado y arreglado, aplicando una vez la clásica fórmula de gobierno de la “prueba y el error” (recurso que lo muestra aparentemente sensible a las quejas y diametralmente opuesto al estilo de su antecesora), el presidente desactivó la artillería de los mandatarios y mientras los sentía pedalear en el aire, les asestó el golpe final: “hay que bajar el déficit, tienen que ajustar sus cuentitas, no nos vamos a seguir endeudando y menos para pagar los gastos corrientes (léase sueldos), tampoco voy a emitir dinero para financiar el déficit”. Desde que volvió la democracia hasta aquí, detalles más detalles menos, ningún presidente dejó de proponer todo esto. Y todo debería terminar en la firma de un pacto de responsabilidad fiscal. Uno más. Frente a la prensa los gobernadores escaparon por la tangente: para ellos la reunión fue cordial y positiva. Para los funcionarios nacionales fue altamente positiva y permitirá que se continúen arduas negociaciones por separado con cada provincia. Esta semana habría una nueva reunión plenaria y quizás a su término, todos posen para la “foto de familia” que esta vez –por desconcierto y prudencia- no se logró. Todo fue como un juego de perinola.

La maldita perinola

“Todos ponen”. El presidente tiró primero. La perinola, (esa peonza de seis caras cuyos orígenes son tan antiguos como el imperio romano) cayó en “todos ponen”. Eso en el buen romance de los acuerdos nación/provincia, es ordenar las cuentas, ajustar los gastos, no endeudarse más de lo que ya están, rubricar la reforma jubilatoria, y aceptar que las reformas laborales y tributarias salgan por ley. Significa que para seguir en el juego, realmente que todos tienen que poner. Primero, las barbas en remojo y después, poner en el pozo común efectividades conducentes. Pero los diferentes actores sociales, como los sindicatos, los gobiernos provinciales, las intendencias, las agrupaciones civiles de la sociedad, están sospechando que unos pondrán más que otros, y éstos serán, precisamente, los que menos tienen. Los trabajadores en relación de dependencia, los emprendedores, los jubilados y pensionados.

“Pon 1”. Además de tener que poner entre todos, lo que aparece como una carga compartida y más o menos equilibrada, a cada una de las provincias les toca poner algo en especial: por ejemplo, no designar personal, eliminar contratos innecesarios, y sacarse de encima la sobrecarga postelectoral de asesores y coordinadores donde recaló la militancia, renunciar a los reclamos legales en curso o en proyecto, que pretendan recuperar dineros no cobrados. A Jujuy este “pon 1” le tocaría especialmente ya que el Gobernador Gerardo Morales, –cumpliendo su promesa electoral que ahora debería romper en aras de su pertenencia a  Cambiemos- había denunciado en la Justicia (incluso con un guiño de Macri que el GM no se cansaba de elogiar públicamente), lo descontado unilateralmente por la Nación para contribuir a sostener al Anses. Se trataba del 15% de la coparticipación, que durante muchos años se perdió, y del que solamente se pudieron reclamar en la Justicia los últimos cinco, ya que el resto quedó capturado por la prescripción. Para no perder tanto en los acuerdos en ciernes, dicen que el GM está elaborando proponer una especie de canje entre deudas entre la Nación con la Provincia, propuesta que en Buenos Aires, los técnicos están listos a rechazar.

“Pon 2”. A la provincia le toca dos aportes más: primero acompañar las reformas y los ahorros/ajustes, comenzar un programa que termine con la exención del impuesto a los ingresos brutos (importante recaudación tributaria en Jujuy)  y la eliminación del impuesto de sellos, entre otros. También clausurar otros beneficios específicos que podrían afectar la radicación de empresas y creación de empleos, entre ellos, los vigentes para zonas desfavorables o los estímulos para los parques industriales en desarrollo. La segunda obligación: aceptar sin chistar los posibles castigos que el incumplimiento de los compromisos dispararía automáticamente: por ejemplo la caída del fondo sojero, que asiste de buena manera, especialmente a los municipios jujeños que siempre lo cobraron y no siempre fueron prolijos con su utilización y su rendición de cuentas.

“Toma 1”. Como en la perinola no es todo agresión, aparece la posibilidad de tomar algo del paquete en juego. La Provincia, podrá recibir como compensación por sus ajustes y la pérdida en sus recaudaciones, partes proporcionales de un fondo de 16.000 millones de pesos que se podría usar para sacar a los estados federales de situaciones delicadas o de emergencia, pero que no debería destinarse a los gastos de salarios.

“Toma 2”. Pero también aquí aparece un desequilibrio ostensible: mientras entre todos se podrán repartir 16 mil millones, sólo para la provincia de Buenos Aires, tomará un segundo beneficio diferenciado: desde las arcas del gobierno nacional, se le destinarán 20 mil millones de pesos al gobierno de María Eugenia Vidal para obras. Claro, ella, renunciará al reclamo por el fondo del conurbano bonaerense radicado en la Corte Suprema que, si saliera a favor, le redituaría 65 mil millones. Como sea, la gobernadora, desistiría del juicio en marcha, pero tomará dos suculentos beneficios: su mejorada coparticipación y 20 mil millones más que algunos economistas ya aseguran que sumando algunas “extras” se duplicarían en el 2018 y en el 2019, de alguna manera llegaría nomás a los 65 mil reclamados, suficientes para consagrarla políticamente invencible en el distrito electoral más grande del país. Trampita legal, si las hay.

“Toma todo”. El juego terminaría cuando al gobierno nacional le toque en suerte tomar todo. Cuando “todo” se refiere a tener éxito en al menos un 80% de las medidas propuestas, y alzarse con el acompañamiento -o la sumisión- de los gobernadores. Es muy probable que lo consiga, porque con el lenguaje de las urnas, más una capacidad de comando y apriete digna de los más avezados “linces políticos profesionales” (que muchos todavía con una ceguera irracional no ven o no quieren ver en el primer mandatario del PRO), sus victorias se van traduciendo en estos avances estratégicos. Y cuidado, que hay gente en el gabinete, que quiere que las tuercas se ajusten mucho más a las provincias: los vicejefes de gabinete Gustavo Lopetegui y Mario Quintana.  Claro, todo deberá pasar por el Congreso, donde los legisladores, quizás logren la alquimia de transformar la frazada de una plaza, en un generoso edredón King, sin que nadie quede demasiado herido, especialmente, los más vulnerables.

Todavía no se conocen los numerosos capítulos de letra chica del proyecto, pero la mayoría de las presunciones, han puesto en guardia al ministro de Hacienda de Jujuy, Carlitos Sadir y a su equipo, a quienes el GM ya habría instruido para que armen el borrador de un pacto fiscal doméstico entre el gobierno, municipios y comisiones municipales,  con el objetivo de revertir o al menos frenar el copioso flujo de designaciones y gastos superfluos que los mantienen al rojo vivo. En nuestra Provincia, recalcular todo es casi una misión imposible, porque apenas susurrar la palabra ajuste, remite automáticamente a la rima con desbarajuste. Completan el cóctel explosivo sindicatos estatales en alerta, la complicada situación de las empresas privadas, las agrupaciones sociales esperando agazapadas, el aparente aumento de la presión fiscal que podría arrasar a pymes, micropymes y “nanopymes” (novedosa y precisa definición del economista Juan G. Ljunberg para las minúsculas empresas unipersonales que siempre transitan al borde del abismo).

El PJ lo hizo

El Partido Justicialista lo hizo de nuevo: logró trabajosamente –con muchas más complicaciones que en ocasiones anteriores- una lista de unidad, donde entraron casi todos los sectores internos. En horas más, la Junta Electoral de la Intervención que preside Máximo Rodríguez oficializará el listado presentado. La figura que surgió de ese consenso, es la del diputado Rubén Armando Rivarola, rodeado por los caciques visibles de segmentos importantes del justicialismo como Guillermo Snopek, Diego Palmieri, Julio Moisés, Walter Barrionuevo. Leyla Chaer, Diego Solís, entre otros dirigentes, la mayoría de los cuales tuvieron activa participación como candidatos o militantes de las últimas elecciones. Aventada la urgencia de una interna provincial, sólo deberán esperar que se resuelva la cuestión en el departamento Yavi, donde los sectores en pugna distan de poder –y querer- acordar. Naturalmente, se levantaron voces discordantes, entre ellas la del diputado nacional electo José Luis Martiarena, a quien muchos compañeros que por disciplina partidaria lo votaron en la última elección, aún sin estar de acuerdo con su candidatura, lo “invitaron” –naturalmente sin éxito- a manifestar su disidencia renunciando a la banca que todos le ayudaron a conseguir. Miguel Tito, desde la frontera, fue otra voz disonante, y hasta excesivamente agresiva, lo que le generó un aislamiento automático y masivo del conjunto. Éstos y otros son los eternos detalles anecdóticos de una vida partidaria tan intensa como enmarañada. En poco tiempo, ocurrirá la oficialización de los congresales nacionales, provinciales, desde cuyo seno tras la proclamación formal, surgirá la mesa de conducción del PJ y concluirá la era Jaque en Jujuy. Como ya dijimos, la tarea no será sencilla: las nuevas autoridades tendrán que reordenar el partido, recuperar su sede como símbolo de la nueva época, avanzar en la efectiva conducción con todas las juntas departamentales, y salir a reconquistar a los peronistas que se quedaron en sus casas, entre desilusionados y expectantes, a los que migraron a la izquierda, a cambiemos o al massismo. Simultáneamente, tendrán que superar su crisis de identidad, consolidarse como la oposición firme y coherente que el pueblo les encomendó ser y que todo Jujuy y el propio gobierno del GM necesitan. ¡Casi nada! La tarea asoma titánica y exigirá tiempo completo a quienes realmente se comprometan a recuperar el peronismo, porque la cereza del postre al cabo del mandato que se iniciará, será nada más y nada menos que desembocar en una elección interna, sin proscriptos ni castigados, donde el milagro de votar se instale de nuevo en un peronismo jujeño democratizado y moderno.

El viernes, una treintena de encumbrados representantes de esta etapa del PJ compartieron una paella deliciosamente preparada y mejor regada el viernes último. A la hora de los postres, entre tartas y exquisitas peras al borgoña, menudearon los abrazos, los buenos deseos, aterrizó una autocrítica necesaria: “No era ésta la manera ideal de normalizar el PJ, pero era la única y la mejor posible”. “Además, conducir el PJ como se encuentra hoy, no es sentarse al volante de una Ferrari 2017, sino empujar un rastrojero 1970 hasta que arranque”, se expresó luego el compromiso de blindar la gestión del futuro presidente, para ayudarlo a salir airoso del compromiso. “RR no necesitaba cargarse la enorme responsabilidad, ni buscar notoriedad o éxitos políticos, empresarios o personales. Debemos interpretar entonces que lo guía una gran vocación de servicio que hay que acompañar y trabajar para que el PJ vuelva a ser gobierno” sentenció un destacado referente histórico, a manera de cierre. Los peronistas que acompañarán a Rivarola –y él mejor  que nadie- saben que están frente un desafío inédito en la provincia. Y que hay algo mucho más serio que atravesar una tormenta: tienen que convertirse en creadores y conductores de una transición. Para ser piloto de tormenta, sólo hace falta coraje, una pizca de inconsciencia y un poco de suerte. Pero para generar y gobernar una transición, hay que sumar la construcción de consensos, la inteligencia perspicaz y el trabajo a destajo. Los peronistas lo saben.  Confían. Y se están poniendo en marcha.

 

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