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Cinco artistas con perspectivas concéntricas

La muestra colectiva "Los árboles" se inauguró en el marco de la Noche de los Museos en el Terry, y continuará hasta fin de mes. Exponen Alejandro López, Corina Larriqueta, Félix Lamas, Gisela Zerpa y Marcos Osacar. Cada uno con su estilo.
Sabado, 25 de noviembre de 2017 00:00
CUADRO DE CORINA LARRIQUETA QUE INTEGRA “LOS ÁRBOLES”
ALEJANDRO LÓPEZ SUMA SU PALETA TAMBIÉN A LA PROPUESTA.

"Los Arboles" es el nombre de una muestra colectiva con que el museo "José Antonio Terry" celebró la Noche de los Museos. Las distintas perspectivas para abordar la presencia de los árboles, a través de la sensibilidad de cinco artistas plásticos, nos propone un rico paseo en el que lo que así es se confronta con el mundo interior de cada uno de ellos.

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"Los Arboles" es el nombre de una muestra colectiva con que el museo "José Antonio Terry" celebró la Noche de los Museos. Las distintas perspectivas para abordar la presencia de los árboles, a través de la sensibilidad de cinco artistas plásticos, nos propone un rico paseo en el que lo que así es se confronta con el mundo interior de cada uno de ellos.

La propuesta de aire japonés, casi al estilo sumi-e, de Alejandro López, los envuelve en un mundo que se esfuma, a veces cargado de tonalidades, ya en el linde del blanco y negro, deshaciendo lo real para ofrecerlo con la misma magia del mundo. Sus obras, delicadas y sentimentales, nos muestran al árbol en un mundo de cerros que los alberga.

Los de Corina Larriqueta se deshacen en manchas que completan el trazo más limpio de sus troncos y sus ramas, como si el mundo los acompañara para sostenerlos en su seno esfumado; los de Félix Lamas simulan ser ilustraciones de fábulas que no son dichas en la muestra, que nos corresponde completar en tanto que visitantes a su mundo, sugiriéndonos ser sus relatores.

Los árboles de Gisela Zerpa, sin paisaje y cargando con la estética de cierto humor gráfico emparentado, acaso, con Landrú, son viviendas de aves, ya en el tronco, ya en la copa, como si entre el reino animal y el vegetal no hubiera más que una continuidad en la que el susurro del viento entre las ramas se vuelve trino.

Los de Marcos Osacar, como los de Félix Lamas, remiten a un cuento que ignoramos y que, justamente por esa ausencia de relato explícito, se vuelven fascinantes. Sin embargo difieren porque, en los de Osacar, esa fábula es esencialmente onírica, llevándonos a un mundo en el que rigen con soltura las férreas premisas del surrealismo.

Pese a las diferencias, que señalan sus personalidades artísticas y emocionales, hay un algo inexpresable que nos permite pasar con soltura de uno a otro.

OBRA I. LA MIRADA DE FÉLIX LAMAS SOBRE ESTA TEMÁTICA COMÚN

GISELA ZERPA SON COMO VIVIENDAS DE AVES, YA EN EL TRONCO, YA EN LA COPA.

 

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