Noche fría y nublada la del sábado pasado, el humo de los “choris” sahúman a la ciudad siderúrgica, botellas arremangadas, presagio de rocanrol del país.
inicia sesión o regístrate.
Noche fría y nublada la del sábado pasado, el humo de los “choris” sahúman a la ciudad siderúrgica, botellas arremangadas, presagio de rocanrol del país.
En el aire resuenan, temas de Los Redondos dando una bienvenida afectuosa a Skay Beilinson que por primera vez toca en Jujuy. En las afueras del Estadio Olímpico de Palpalá se escuchan cánticos de cancha que rezan: “Es una noche especial no te la vas a perder, toca el corazón de Patricio Rey”. El agite va en ebullición, los jujeños y la gente que llegó de otras provincias se preparan para una fecha histórica para el rock del Norte argentino. Es que, si bien Skay y los Fakires tocaron en provincias vecinas como Salta y Tucumán, nunca habían llegado hasta estas latitudes.
La espera impacienta a los jujeños que llegaron un poco más tarde, colectivos que arriban sobre la hora proveniente desde Salta y Tucumán hacen que desde la organización pospongan el inicio del show pautado para las 22. Ya dentro del estadio todo es euforia, con miles de personas que por un momento buscan abstraerse de una realidad que golpea duro. 23.05 marcan las agujas del reloj y suenan los primeros acordes de “Hopi”, tema que rompe el hielo de la noche palpaleña. Sin tiempo para despabilarse, las almas ricoteras se encienden con “El Pibe de los Astilleros” y “Nuestro Amo Juega al Esclavo”, con ecos que retumban en las cuatro esquinas del Olímpico, la fiesta es total.
La noche sigue y Skay y Los Fakires nos invitan a un viaje en “El Tren a Katmandú”, “Aplausos en el Cosmos” y “Aves Migratorias”. “El Golem de Paternal”, nuevamente enciende la llama rocanrolera reafirmando que “el Flaco” con 71 pirulos está más vigente que nunca. Arriba del escenario se lo ve suelto, feliz y emocionado por la fidelidad de su gente. “En la Cueva de San Andrés”, fue el preludio de lo que él mismo definió como un regalo, antes de que suenen los primeros acordes de “Todo un Palo” que dio rienda suelta a los ricoteros del alma, el futuro llegó hace rato.
lgunas imperfecciones del sonido y dejar la maquina bien aceitada para lo que restaba de la noche. Luego de 10 minutos, Skay y Los Fakires regresan a escena con un momento ideal para navegar en aguas tranquilas con “Presagio”, “La Trama Invisible”, “Tam Tam” y “Yo soy la Máquina”. El riff de “Ji Ji Ji”, desata una experiencia sensorial incomparable, piel de gallina, ojos vidriosos, se cae abajo el estadio. Una masa de gente saltando casi con una coordinación perfecta, jujeños, salteños, tucumanos, cordobeses y porteños se entremezclan en el pogo absoluto. “Oda a la Sin Nombre”, quizás el hit de Skay, post Redondos invita a todos a seguir al palo en la fiesta.
La noche sigue con “Corre, Corre, Corre”, “Flores Secas” y “Lejos de Casa”. Primera despedida de Skay, que no duró mucho, por pedido de la gente y por las ganas de seguir de la banda. “Astrolabio” mostró la oscuridad sonora y nos enseñó: A navegar el abismo, A navegar el silencio, A navegar tempestadesà El cierre de la noche, fue con un clásico de Patricio Rey y Sus Redonditos de Ricota, “La Parabellum del Buen Psicópata”, fue un gran remedio para un gran malà de los miles de fieles que coparon el recinto. Saludo protocolar con la gente y la banda integrada por Skay Beilinson (guitarra y voz), Claudio Quartero (bajo), Joaquín Rosson (guitarra) y Leandro Sánchez (batería), nos regalaron “El sueño del jinete”, un tema que no estaba incluido en la lista inicial. El Capitán Beilinson, nos brindó una de las noches más icónicas para el rock de la provincia con la promesa de volver en breve.