Un taller literario que se derivó en una “hermandad”, o una “cofradía”, tal como lo define su coordinador, el escritor y poeta jujeño Alberto Alabí, es el disparador de obras publicadas en los últimos tres años, cada una con su impronta. Mañana a las 19.30, en el centro cultural “Héctor Tizón” (Hipólito Yrigoyen esquina Junín), se presentará la primera novela polifónica colectiva, titulada “Anales de la revolución que dio origen a la monarquía democrática de la República Separatista de Jujuy”, producto del Taller de la Dicha Literaria, como se denominó a este último.
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Un taller literario que se derivó en una “hermandad”, o una “cofradía”, tal como lo define su coordinador, el escritor y poeta jujeño Alberto Alabí, es el disparador de obras publicadas en los últimos tres años, cada una con su impronta. Mañana a las 19.30, en el centro cultural “Héctor Tizón” (Hipólito Yrigoyen esquina Junín), se presentará la primera novela polifónica colectiva, titulada “Anales de la revolución que dio origen a la monarquía democrática de la República Separatista de Jujuy”, producto del Taller de la Dicha Literaria, como se denominó a este último.
Se trata de la quinta publicación, correspondiente al quinto taller dictado por el artista, del que participan entre 10 y 20 personas por vez, que se renuevan, pero también se repiten. Cada taller tiene un tema disparador, que todos los participantes trabajan desde lo más profundo de sus propias experiencias y lo transforman en literatura. Y cada taller tuvo su publicación, siempre a través de la editorial Cuadernos del Duende del escritor Alejandro Carrizo. Este particular taller de Alabí comenzó como un proyecto de diplomatura para la universidad que no prosperó “por razones inciertas”, expresa, y continuó en su propia casa, sin título de por medio, y logrando un grupo humano de “escribientes” -tal como se define una de sus alumnas, Ana María Bologna-, que escribieron toda su vida, pero necesitaban darles forma a sus trabajos.
Cada encuentro es un mundo y una experiencia diferente. Y los textos van surgiendo. En este último caso, de manera colectiva. Es una novela escrita entre todos, cada uno aportando un personaje o un detalle de acuerdo a su propia base. La presentación de mañana estará a cargo de los escritores Pablo Baca y Alejandro Carrizo, y del intendente de San Salvador de Jujuy, Raúl “Chuli” Jorge. Los textos que integran esta obra son de María Estela Giardina, Hugo Pemberton, Pastora Mamaní, Beatriz Busignani de Kindgard, Carmela Sánchez de Bustamante, Ana Bologna de Cuevas, Carolina Correa Laspiur, Fabiana Llapur, Gladis Nilda Barros, Pablo Pereyra, Raul Llobeta, Susana Pasquini Altea, Sergio Zago, Alberto Alabí, Raúl Gutiérrez y María José Tezano Pintos. Los talleres dictados hasta el momento se denominaron Taller de Otoño, Observatorio del Alba, Observatorio de Tardes, Te veré en Septiembre y Taller de la Dicha Literaria. En estos momentos, ya se está desarrollando el sexto taller denominado Poesía industrial.
Y las obras que se publicaron, producto de cada uno de ellos son “Ensayo de pájaros”, “Cantos de Miraflores”, “Historias íntimas de Jujuy”, “Geografía fantástica de Jujuy” y “Anales de la revolución que dio origen a la monarquía democrática de la República Separatista de Jujuy”. Los prólogos de cada una tuvieron las firmas de figuras destacadas de la cultura local como los escritores Alejandro Carrizo, Alberto Alabí y Maximiliano Calderón, el periodista Ricardo Martínez, y el artista plástico Lito Demuro. Las contratapas están diseñadas con fotografías de la infancia y distintas épocas de los participantes del taller.
Un taller particular
Alberto Alabí y Ana María Bologna conversaron con nuestro diario sobre los alcances de esta experiencia literaria. “Cuando el taller siguió en mi casa de Miraflores, alcanzó un éxito inusitado, se formó un grupo maravilloso y se hizo una primera publicación que se llamó ‘Ensayo de pájaros’”, comienza explicando Alabí, muy entusiasmado y energizado con lo que ocurre con este espacio. Sobre las características de este taller, explica: “Se proponen temas escabrosos. Por ejemplo, hablar de la infancia”. Y ejemplifica, “tomamos un objeto que represente esa infancia, que puede ser la bolsita del jardín de infantes, y esa bolsita es lo que llevas adentro y también lo que no llevas.
Hay chicos que en una mano tienen la bolsita y en la otra al padre o la madre, y hay otros que no tienen a nadie”, se explaya. “La modalidad es dar un patrón rígido, como es un soneto, un romance, una copla, y cada uno lucha con eso y se tiene que meter en esa métrica o rima para lograr la obra”, continúa.
El resultado es un producto literario distinto. Cada uno le pone su impronta. “En la novela ella asume un personaje que pelea por el agua de Molulo porque ella trabajó como asistente sanitaria de la zona”, adelanta Alabí, refiriéndose a Ana, y entonces aclara la forma de esta novela colectiva, en la que todos pusieron algo.
“En la novela, cada uno levanta una causa, que parece una causa general pero que terminan siendo individuales porque son todas las revoluciones”, asegura Alabí. “Cada taller tuvo un tema. Cada clase hay un tema disparador. Nos metemos con los padres y las madres, con las mujeres que cuentan cómo llevan los hombres las relaciones con los hijos y las casas, etc”, explica. Ana se atreve a mencionar que Alabí “hace un tipo de planteo en el taller que nos dispara la cabeza”. Y él agrega: “No es para ir a jugar aunque se juega un poco. Pero terminas metiéndote en temas que nos hacen llorar a todos. Nos han pasado cosas terribles, con integrantes del grupo, que nos dejaron shockeados y luego continuamos”, asegura. “Son clases movilizadoras, pero en cada uno de nosotros hay un conflicto de base. Él abre una puertita, y cada uno lleva lo suyo”, comenta ella.
“Es maravilloso el contexto. Nos moviliza mucho, amamos el taller porque abre puertas y ventanas”, concluye Bologna. Los participantes no son escritores profesionales. “Somos gente escribiente, con el deseo de sacar cosas para afuera, porque si te gusta mucho, le empezás a buscar una forma”, dice Ana. Finalmente, Alabí aclara que el objetivo primero es que sus alumnos pierdan el terror a la escritura, y que encuentren el fantasma. “Porque en un momento nos damos cuenta de que no escribimos para todo el mundo, sino para un fantasma, y resulta ser que ese fantasma es el ojo de todo el mundo, y coincide con un profe, o tu papá, o un novio, o la persona a la que querés deslumbrar”, dice