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El Museo de la Estación, pasa sus días entre los rieles y la nostalgias

Sabado, 26 de octubre de 2013 02:43

Cuando hablamos de museos, para muchas personas no suena como una invitación atractiva pero el Museo de la Estación de Trenes de Salta, es una excepción. ¿Por qué? ¿Qué tiene éste museo de distinto? 

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Cuando hablamos de museos, para muchas personas no suena como una invitación atractiva pero el Museo de la Estación de Trenes de Salta, es una excepción. ¿Por qué? ¿Qué tiene éste museo de distinto? 

El Museo de la Estación guarda entre sus cuatro paredes muchas historia, objetos, anécdotas y un pasado tan rico como la etapa de esplendor que tuvieron los trenes.

Para entrar al museo y entender el significado de cada uno de sus objetos es necesario conocer los antecedentes y las experiencias que quedaron flotando en los andenes y en los alrededores de la Estación, en las calles Ameghino y Balcarce.

Algo de historia

José Stauffer es quien se encarga de cuidar celosamente y con esmero cada uno de los objetos que forman parte de este museo que está en el corazón de la estación. El cuenta que en 1996 surgió la idea de crear el museo. Ese año, juntamente con un grupo de amigos se fue a la peatonal para mostrar algunas fotografías del ferrocarril. Fue algo muy espontáneo, no tenían pancartas ni letreros que los identificara.

Lo que se dice “cero propaganda”.

Exhibir las fotografía fue suficiente para que varias personas se acercaran a mirar y preguntar acerca de los trenes. De paso Stauffer y sus amigos contaban historias personales y de familiares que habían trabajado en el ferrocarril. Fue tal el éxito que tuvo la convocatoria que pronto el grupo comenzó a gestionar un lugar adecuado para seguir mostrando y contando sus cosas.

En 2001, el señor Piera que estaba al frente de la Estación, les cedió una oficina pequeña para la exposición de fotografías.

Luego se trasladaron a un lugar más amplio que es donde ahora está el museo, con una puerta que da al anden principal de la estación y otra sobre la calle Ameghino, frente a la plazoleta Antofagasta.

Según Stauffer, lo mejor sería contar pronto con un espacio mayor, pues los objetos expuestos ya no caben en el lugar donde están.

El sitio está repleto de cosas dispersas y colocadas en vitrinas, mesas, armarios y paredes.

Se pueden ver elementos que fueron rescatados prácticamente de la basura, encontrados en las calles o en las vías, o también, regalados por personas que hicieron su aporte para que no se pierda una parte importante de nuestra historia.

Hasta de la provincia de Jujuy hicieron llegar objetos para el museo.

Lo rescatado

Hay un recetario (recogido de la basura), un telégrafo, libros, fotos, videos y una modesta maqueta que reproduce un paraje entre cerros y túneles por donde pasa un tren en miniatura que corre cuando José acciona un control. En una de las paredes está un majestuoso reloj, típico de las estaciones, mientras que en un pizarrón se luce un gran mapa ferroviario de Salta donde figuran las alturas, los puentes y los rulos del ramal a Socompa.

“Lo que estaría faltando y me gustaría mucho conseguir es una campana de estación. Es que es un símbolo que tiene mucho significado”, dice con un dejo de nostalgia el director del museo.

Para los coleccionistas de objetos antiguos, el museo guarda -como un cofre de tesoros y recuerdos- boletos de la época que los trenes corrían en nuestra provincia hacia distintos destinos.

Las actividades

Entre las actividades que cumple el museo se destacan las charlas informativas. En ellas se habla de trenes y de turismo en los valles.

Se exhiben videos del actual recorrido del Tren de las Nubes y también de la inauguración en 1948, del Ramal C-14 que va a Socompa.

Y mientras se expone los videos, don José relata sin omitir ni una coma de lo mucho que sabe. De esas charla surgen las infaltables anécdotas.

“Un día que el museo estaba muy concurrido -cuenta Stauffer- una pareja se detuvo frente al telégrafo.
La señora le dijo al marido: “Contale a José lo que pasó con el telégrafo” y el hombre comenzó: “Estábamos en una reunión familiar en casa. Vinieron los hijos, nietos e hicimos un asado; comilona grande. En un momento, con mi esposa nos queríamos comunicar pero era tal el bullicio que nos resultaba imposible. Cuando nos sentamos y ella estaba en la cocina, yo tomé un plato y un cubierto y empecé a hacer tac-tac, tac-tac (telegrafiar) y ella (como yo le había enseñado) me respondió con otro tac tac tac. Así nos pudimos comunicar”, contó muy divertido.

Homenaje a Maury

El director del museo cuenta que para mantener vivo el recuerdo de quien en 1921 inició la construcción del Ramal C-14, existe la iniciativa de colocar un busto del ingeniero Richard F. Maury, en la plazoleta Antofagasta.
“Para ello -dice Stauffer- tendríamos que contar con la ayuda y la colaboración de quienes compartan esta iniciativa”.

Sobre Ameghino, al final de la calle Balcarce, donde hace varias décadas el movimiento generada por la Estación de Trenes de Salta marcaba el ritmo de la ciudad, hoy se encuentra el Museo. Quién lo visita recorre con nostalgia la estación desde donde partían los trenes que conectaban la provincia.

 Un tesoro en los rieles

Una de los coches que la estación conserva es un vagón que en la jerga ferroviaria se lama “Reservado”.
Fue construido en 1927 en los talleres de Tafí Viejo pero desde hace 5 años está en la playa de maniobras sin que el público lo pueda visitar.

Sin embargo sus puertas de abrieron para El Tribuno.

Desde afuera el vagón no dice mucho pero su interior es increíble.

En detalle

Tiene cocina, dos dependencias con dos camas cada una y otra en suite con baño privado.

El mobiliario es de roble lustrado, fino y de estilo antiguo, propio de los años ‘20.

En un extremo del coche está el comedor con sillas tapizadas y una mesa desplegable.

También un espejo biselado finamente enmarcado en madera. Este “Reservado” era para que viajaran funcionarios o personalidades importantes del ferrocarril cuando hacían viajes de inspección por los distintos ramales.

LA OBRAS | HOY, EL FERROCARRIL A HUAYTIQUINA.
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Reseña histórica del ferrocarril a Chile

Gran impulsor de la construcción del ferrocarril a Chile fue el gobernador Manuel Sola (1798-1867) y las primeras leyes nacionales dictadas en ese sentido fueron de 1905, durante la presidencia del doctor Manuel Quintana. Estas establecieron como punto de partida del nuevo ramal la estación del pueblo de Cerrillos. 

Luego de estudios, el gobierno nacional concesionó en 1907, la construcción de la obra al ingeniero chileno Emilio A. Carrasco. Este contrató, para completar los estudios, una firma francesa especialista en ferrocarriles de montaña, la “Regie Generale des Chemins de Ferre Traveaux Publies”.

En 1909 se inauguró el tramo de Cerrillos - Rosario de Lerma, pero luego la obra se paralizó en 1911 cuando Carrasco terraplenaba el tramo a Campo Quijano.

En 1914, el presidente Roque Saenz Peña declaró caduca la concesión a Carrasco por paralización de la obra.
En 1916, con Hipólito Yrigoyen en la presidencia de la Nación renace la esperanza de continuar la obra del ferrocarril a Huaytiquina o Trasandino del Norte.

El 21 de marzo de 1921, luego de cinco años de duro batallar parlamentario, el presidente Yrigoyen decretó continuar la construcción con el ingeniero Ricardo F. Maury como jefe de Obra y el ingeniero Juan Burgoyne como segundo jefe.

El 16 de septiembre de 1934 quedó librado el tránsito férreo hasta Puerta de Tastil.

En 1927 el tren llegó a Estación Gobernador Solá, y el 7 de julio de 1928 las vías alcanzaron San Antonio de los Cobres.

El 6 de septiembre de 1930, al ser derrocado el presidente Hipólito Yrigoyen, el ingeniero Maury fue separado de la obra aunque se logra inaugurar el viaducto La Polvorilla.

Desde 1930 la obra del Huaytiquina se paralizada hasta que es reanudada en 1936.

En 1941 los rieles llegan a Olacapato, en 1944 a Unquillal y en 1945 a Tolar Grande la obra se vuelven a paralizar.

En 1946, el gobierno de Juan Domingo Perón reinicia los trabajos y el 17 de enero de 1948, los rieles llegaron al límite con Chile por el paso Socompa al haberse desechado Haytiquina.

Y finalmente, el 20 de febrero de 1948, el Trasandino del Norte o Ramal C-14, se inaugura tras 42 años de trabajo y frustraciones.

Símbolo de hermandad con Antofagasta

Hay algo que llama la atención en la plazoleta Antofagasta, frente a la estación: un ancla. Muchos se preguntan por el significado que tiene y cómo llegó hasta ahí. Claro, un ancla nada tiene que ver con el ferrocarril y la plazoleta nada tiene de puerto. Pero el ancla en la plazoleta Antofagasta tiene un sentido. Años después de inaugurado el Ramal C-14 (1948), en 1950, las ciudades de Salta y Antofagasta, ahora unidas por el riel, se declararon “ciudades hermanas”. Aquí en Salta, en homenaje a esa hermandad, la comuna presidida por Carlos Xamena, bautizó al espacio verde, “plazoleta Antofagasta”. Y los chilenos devolvieron la atención llamando “plazoleta Salta” a un paseo cercano a su estación ferroviaria.
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