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La verdadera cara de la pobreza en el Norte

Martes, 07 de mayo de 2013 10:01

Los políticos hablan de inequidad (distribución del ingreso) y de situación de pobreza, especialmente cuando las campañas electorales empiezan a tomar temperatura, pero siempre la asistencia social termina brillando por su ausencia. Bastaría con ver las fotos y el video, para darse cuenta de la situación de olvido que viven muchos compatriotas, algunos de ellos por herencia, legítimos propietarios de la tierra. Sin embargo, perdidos en la zona de frontera se encuentran indefensos, al arbitrio de inescrupulosos que los someten a la humillación y al desamparo.

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Los políticos hablan de inequidad (distribución del ingreso) y de situación de pobreza, especialmente cuando las campañas electorales empiezan a tomar temperatura, pero siempre la asistencia social termina brillando por su ausencia. Bastaría con ver las fotos y el video, para darse cuenta de la situación de olvido que viven muchos compatriotas, algunos de ellos por herencia, legítimos propietarios de la tierra. Sin embargo, perdidos en la zona de frontera se encuentran indefensos, al arbitrio de inescrupulosos que los someten a la humillación y al desamparo.

Los inspectores de la AFIP no podían creer lo que estaban viendo durante el relevamiento de personal en una finca, encontrando situaciones cercanas a la esclavitud. Descubrieron dos campamentos, uno de ellos con mayoría wichi, provenientes de Morillo, en pésimas condiciones de higiene y seguridad. Estas personas habían sido captadas por un contratista, pero además de las carencias no tenía posibilidad de salir por sus propios medios de la finca. Lo grave es que hacía tres días que no comían. El último alimento de papa y harina había sido consumido, con la avidez propia del duro trabajo (un menor de 12 años realizaba tareas de desmonte). Por otra parte, hacía 5 meses que no cobraban. En la inspección detectaron mayores indicios de la trata de persona, porque a la gente le prometieron, la captaron, la hicieron trabajar, pero no le pagaban. La situación encontrada en el predio rural se encuadraría en la flamante carátula de “explotación infantil”, que se agregó hace muy poco al código penal.

El hecho ocurrió en la frontera, allí donde las ilusiones tienen un vuelo muy corto, tan breve como las promesas en tiempo electoral.

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