Cinco días atrás la Argentina conmemoró el Día de la Seguridad Vial con un dato poco alentador: en los últimos 20 años murieron 152.970 personas en accidentes de tránsito, según la asociación Luchemos por la Vida. La cifra fue cuestionada por la Agencia Nacional de Seguridad Vial, cuyo titular Felipe Rodríguez Laguens, la descalificó por “carecer por completo de rigor científico”. Más allá de esta polémica, la realidad muestra que las rutas y calles argentinas son mortales no por sus dimensiones u obstáculos, sí (y sobre todo) por la inconducta de los conductores.
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Cinco días atrás la Argentina conmemoró el Día de la Seguridad Vial con un dato poco alentador: en los últimos 20 años murieron 152.970 personas en accidentes de tránsito, según la asociación Luchemos por la Vida. La cifra fue cuestionada por la Agencia Nacional de Seguridad Vial, cuyo titular Felipe Rodríguez Laguens, la descalificó por “carecer por completo de rigor científico”. Más allá de esta polémica, la realidad muestra que las rutas y calles argentinas son mortales no por sus dimensiones u obstáculos, sí (y sobre todo) por la inconducta de los conductores.
El incumplimiento de las normas de seguridad vial y las múltiples infracciones de quienes manejan vehículos (automotores, motos y bicicletas) y peatones es un hecho reconocido por todos, autoridades, funcionarios y entidades que trabajan en seguridad vial. Y a pesar de este conocimiento, aún en el país es una materia pendiente la inclusión de la educación vial dentro de los planes de estudio de las escuelas primarias y colegios secundarios, sean públicos o privados.
La Ley Nacional de Tránsito 24449 -aprobada en 1995- dispone que los establecimientos educativos tengan a la seguridad vial se dicte ya sea como una materia o como un conocimiento transversal. Sin embargo, esto aún no se cumplió y tanto las escuelas como los colegios suplantan parcialmente esto con charlas esporádicas, visitas a organismos de tránsito o algunas clases con contenidos que resultan insuficientes.
Las vidas que se pierden
Según la estadística que dio a conocer Luchemos por la Vida, en las últimas dos décadas, en promedio, hubo 22 decesos diarios en siniestros viales. A ellos se suman cientos de heridos que implican un elevado costo para sus familias y los sistemas de salud y de previsión social en el caso de necesitar, tras su recuperación, una pensión por invalidez.
Las principales causas de estos choques y vuelcos mortales son: exceso de velocidad, alcohol y drogas, la falta de uso del cinturón de seguridad, la falta de uso de casco en las motos y uso del teléfono celular.
La entidad recordó que Naciones Unidas declaró el período 2011 - 2020 como el “Decenio de Acción para la Seguridad Vial”. En esa década, los países se comprometieron a trabajar para disminuir el número de víctimas del tránsito.
En los tres años transcurridos de ese plazo, según Luchemos por la Vida, en Argentina “no se aprecian avances sustentables”.
Por ello reclamó a las autoridades nacionales, provinciales y municipales que asuman su responsabilidad y se comprometan a destinar recursos y esfuerzo para incrementar el control y aplicar sanciones.
A la vez sostuvo que “cada uno e los habitantes tenemos que asumir con responsabilidad y urgencia los cambios personales de conducta en la vía pública para cuidar nuestra vida y las de los demás”.
El informe de Luchemos por la Vida tuvo una réplica del Gobierno nacional. Según el ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo, en los últimos cinco años se redujo al 14% la tasa de víctimas cada 100 mil habitantes, que en 2008 era de 11,78 víctimas y en 2013 fue de 10,03.
A la vez, reclamó al Congreso la aprobación de las leyes ley de alcohol 0 en rutas nacionales y Hora Pico Sin Camiones.
El Ejecutivo aprovechó, además, la fecha nacional para lanzar una capacitación en seguridad vial para miles de docentes en el país.