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Temer, el vicepresidente que quiere ocupar el sillón de Rousseff

Domingo, 17 de abril de 2016 23:35
Temer sonríe mientras sigue por televisión la votación en Diputados. Foto: Folha de Sao Paulo. 
Dueño de un perfil discreto, el vicepresidente de Brasil, Michel Temer, ha sido el escolta político de Dilma Rousseff desde el comienzo de su mandato, en 2011, pero la crisis ha desvelado que el matrimonio político entre ambos era de conveniencia y que él está dispuesto a ocupar el sillón presidencial.
Primero en la línea de sucesión, Michel Miguel Elias Temer Lulia, de 75 años, podría ser el próximo presidente de Brasil si Rousseff finalmente pasa por la guillotina del juicio político en el Senado y los legisladores deciden que existen argumentos para despojarla de su cargo.
Conocido por su fama de conciliador, Temer ha sido durante años el encargado de tejer y destejer las alianzas dentro del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), una formación ambigua que se ha deslizado de un lado a otro de la balanza política en función de sus intereses.
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El hábil político fue uno de los artífices de la gobernabilidad de la presidenta Rousseff durante su primer mandato, pero no dudó en comandar el desembarque de su partido cuando los problemas oscurecieron el cielo de la mandataria y la sumergieron en un huracán sin fin.
Temer ya dio pistas el año pasado del camino que estaba trazando y remitió a la presidenta una explosiva carta en la que aireó su disconformidad con el Gobierno, marcando así el inicio del fin de una relación basada en los protocolos y las apariencias.
'Siempre tuve ciencia absoluta de la desconfianza de la señora en relación a mí y al PMDB', sostuvo el político, descendiente de libaneses y benjamín de una familia de ocho hermanos.
En su misiva, el experimentado estratega acusó a Rousseff de tratarle como un 'vice decorativo', 'un accesorio' que 'solo fue llamado para resolver las votaciones del PMDB y las crisis políticas'.
La carta sacudió los cimientos de la alianza entre el PMDB y Rousseff y desde entonces el político se mantuvo en un segundo plano, moviendo los hilos del poder desde la bastidores mientras su presidenta capeaba el temporal político y económico que azota al país.
Pero el vicepresidente se cansó de estar a la sombra de Rousseff y comenzó a ensayar su toma de posesión.
En un audio divulgado por un supuesto 'error, Temer salió a escena con un discurso en el que anticipó el desenlace político de la jefa de Estado y dio pinceladas sobre el que sería su programa gubernamental.
Rousseff sintió la 'traición' de su vicepresidente y entró en la batalla personal contra Temer, a quien acusó de ser el 'jefe de la conspiración' que busca acortar su mandato.
Conocido por su cautela y templanza, Temer ha estado durante más de una década en el primer plano de la política, una posición privilegiada que ha conseguido gracias al coqueteo elegante con diversas formaciones.
Valiéndose de su experiencia, el político ya ha comenzado a flirtear con los partidos de la oposición y negocia entre bambalinas los ministerios de un posible Gobierno dirigido por él, mientras Rousseff vive su propio viacrucis.
Pero el camino de Temer no está del todo despejado y es que el mismo pecado que supuestamente cometió Rousseff podría también ponerle a él contra las cuerdas.
El magistrado Marco Aurelio Mello, de la Corte Suprema de Brasil, ordenó recientemente que la Cámara de Diputados abra los trámites para un juicio político contra el vicepresidente al alegar que la acusación es similar a la que llevó a iniciar el proceso contra Rousseff.
El autor de la acción sostuvo en su denuncia que el vicepresidente habría incurrido en el mismo 'delito de responsabilidad' que Rousseff al firmar algunos de los decretos que facilitaron unas maniobras contables para maquillar los resultados del Gobierno en los últimos dos años.
Fuera del escenario político, Temer es padre de cinco hijos y está casado en con Marcela Temer, una mujer 43 años más joven que él que en los últimos años ha captado los flashes y ha levantado envidias por su belleza.
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Dueño de un perfil discreto, el vicepresidente de Brasil, Michel Temer, ha sido el escolta político de Dilma Rousseff desde el comienzo de su mandato, en 2011, pero la crisis ha desvelado que el matrimonio político entre ambos era de conveniencia y que él está dispuesto a ocupar el sillón presidencial.
Primero en la línea de sucesión, Michel Miguel Elias Temer Lulia, de 75 años, podría ser el próximo presidente de Brasil si Rousseff finalmente pasa por la guillotina del juicio político en el Senado y los legisladores deciden que existen argumentos para despojarla de su cargo.
Conocido por su fama de conciliador, Temer ha sido durante años el encargado de tejer y destejer las alianzas dentro del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), una formación ambigua que se ha deslizado de un lado a otro de la balanza política en función de sus intereses.
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El hábil político fue uno de los artífices de la gobernabilidad de la presidenta Rousseff durante su primer mandato, pero no dudó en comandar el desembarque de su partido cuando los problemas oscurecieron el cielo de la mandataria y la sumergieron en un huracán sin fin.
Temer ya dio pistas el año pasado del camino que estaba trazando y remitió a la presidenta una explosiva carta en la que aireó su disconformidad con el Gobierno, marcando así el inicio del fin de una relación basada en los protocolos y las apariencias.
'Siempre tuve ciencia absoluta de la desconfianza de la señora en relación a mí y al PMDB', sostuvo el político, descendiente de libaneses y benjamín de una familia de ocho hermanos.
En su misiva, el experimentado estratega acusó a Rousseff de tratarle como un 'vice decorativo', 'un accesorio' que 'solo fue llamado para resolver las votaciones del PMDB y las crisis políticas'.
La carta sacudió los cimientos de la alianza entre el PMDB y Rousseff y desde entonces el político se mantuvo en un segundo plano, moviendo los hilos del poder desde la bastidores mientras su presidenta capeaba el temporal político y económico que azota al país.
Pero el vicepresidente se cansó de estar a la sombra de Rousseff y comenzó a ensayar su toma de posesión.
En un audio divulgado por un supuesto 'error, Temer salió a escena con un discurso en el que anticipó el desenlace político de la jefa de Estado y dio pinceladas sobre el que sería su programa gubernamental.
Rousseff sintió la 'traición' de su vicepresidente y entró en la batalla personal contra Temer, a quien acusó de ser el 'jefe de la conspiración' que busca acortar su mandato.
Conocido por su cautela y templanza, Temer ha estado durante más de una década en el primer plano de la política, una posición privilegiada que ha conseguido gracias al coqueteo elegante con diversas formaciones.
Valiéndose de su experiencia, el político ya ha comenzado a flirtear con los partidos de la oposición y negocia entre bambalinas los ministerios de un posible Gobierno dirigido por él, mientras Rousseff vive su propio viacrucis.
Pero el camino de Temer no está del todo despejado y es que el mismo pecado que supuestamente cometió Rousseff podría también ponerle a él contra las cuerdas.
El magistrado Marco Aurelio Mello, de la Corte Suprema de Brasil, ordenó recientemente que la Cámara de Diputados abra los trámites para un juicio político contra el vicepresidente al alegar que la acusación es similar a la que llevó a iniciar el proceso contra Rousseff.
El autor de la acción sostuvo en su denuncia que el vicepresidente habría incurrido en el mismo 'delito de responsabilidad' que Rousseff al firmar algunos de los decretos que facilitaron unas maniobras contables para maquillar los resultados del Gobierno en los últimos dos años.
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