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El hospital de las Madres podría comenzar a funcionar en dos meses

Así lo adelantó el gobernador Urtubey durante su visita a esta ciudad. Advirtió que necesita reparaciones aunque nunca fue habilitado y también equipamiento porque el que tenía ya no está.
Viernes, 13 de octubre de 2017 00:00

Finalmente, el Ministerio de Salud Pública tomó posesión el miércoles del edificio expropiado a la Fundación Sueños Compartidos ubicado en el kilómetro 5 de la ruta nacional 86, en jurisdicción del municipio Tartagal.

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Finalmente, el Ministerio de Salud Pública tomó posesión el miércoles del edificio expropiado a la Fundación Sueños Compartidos ubicado en el kilómetro 5 de la ruta nacional 86, en jurisdicción del municipio Tartagal.

El gobernador Juan Manuel Urtubey visitó el edificio que estará destinado al funcionamiento de un centro de salud de referencia donde serán atendidas principalmente comunidades indígenas locales.

"El Ministerio de Salud hoy se hace cargo y en dos meses estaría funcionando", estimó Urtubey, y aclaró que deben hacerse mejoras edilicias y trabajar en el equipamiento.

Así, el pequeño hospital que la fundación Madres de Playa de Mayo construyó en 2009 en Tartagal, después de 8 años de total abandono, podría comenzar a funcionar si es que, como se comprometió Urtubey la cartera sanitaria se hace cargo para que finalmente cumpla con el fin para el que fue construido: asistir a las comunidades wichis que residen a la vera de la ruta nacional 86.

Debe ser refaccionado

Junto al candidato a diputado nacional Andrés Zottos, Urtubey recorrió el pequeño hospital que el año pasado fue expropiado a favor de la provincia por una ley sancionada por la Legislatura y prometió que la cartera de Salud iniciará la refacción del edificio.

"En dos meses va a estar en condiciones de funcionar. Estuvimos hablando con gente de la comunidad para que ellos participen junto con nosotros en la administración", indicó el mandatario provincial aunque no dio precisiones en qué aspectos de la administración participarán los aborígenes que residen en una decena de comunidades ubicadas desde Tartagal hacia el este.

Emblema de la improvisación

El hospital de las Madres de Plaza de Mayo comenzó a construirse en Tartagal un par de meses después que un alud se abatiera sobre la ciudad que provocó grandes daños materiales a una tercera parte del ejido urbano y afectó a unas 500 viviendas.

Fue el entonces apoderado de la fundación, Sergio Schocklender, quien llegó a Tartagal para adquirir un predio de 10 hectáreas donde la fundación tenía la intención de bajar su programa "Sueños Compartidos" y construir, en una primera etapa, un hospital de Complejidad III.

El proyecto incluía la supuesta construcción de 300 viviendas más adelante, un salón de usos múltiples con espacios verdes y de recreación. Schocklender abonó de contado parte del precio de las 10 hectáreas a la firma Uanini, con el compromiso de abonar el resto en un tiempo estipulado entre el vendedor y la fundación. Pero ese pago nunca se concretó por lo que se acordó devolver a los propietarios medio predio.

El hospital totalmente equipado

Unos 9 meses después de comenzada la obra, el hospital de complejidad III estaba listo. Para su construcción se utilizó un sistema de rápida ejecución en el que trabajaron más de 30 operarios que fueron capacitados por la propia fundación que dirigía Hebe de Bonafini.

Se instalaron también los servicios esenciales como agua y electricidad, se dispuso de un espacio donde instalar cilindros de gas -las redes de gas natural no llega a ese sector de la ciudad- y se lo dotó de un equipamiento que era la envidia de cualquier centro de salud.

Constaba de dos salas de parto, consultorios de odontología, de pediatría, dos salas de internación con sistemas de oxígeno y de un moderno sistema para llevar todas las historias clínicas de los pacientes y salas de espera, entre otros espacios.

Pero cuando estuvo listo, el Gobierno de la provincia, en forma sistemática, se negó a recibirlo, a designar personal y a dotarlo de medicamentos e insumos, por lo que nunca funcionó y está abandonado desde entonces. Un par de años más tarde, algunos profesionales que trabajaron en la obra que reclamaban el pago de honorarios, recibieron parte del costoso equipamiento en calidad de depositarios judiciales.

 

Lo ocuparon

La semana anterior un grupo de aborígenes que reside en las comunidades cercanas decidió ingresar al hospital. Cabe señalar en este punto que la estructura cuenta con dos vigilantes a los que el municipio suele entregarles subsidios porque hace un año que no perciben sus sueldos, que antes les abonaba la fundación. El caso es que los aborígenes ingresaron dispuestos a tomarlo exigiendo su puesta en funcionamiento. "Queremos que lo pongan a funcionar porque nosotros, cuando vamos al hospital Perón no somos atendidos. Los chicos y todos necesitamos tener el hospital en funcionamiento", expresaron los dirigentes aborígenes hace unos días.

El miércoles, luego de la visita que Urtubey realizó al pequeño hospital, Francisca Sarmiento, una de las dirigentes que lideró la toma del edificio la semana anterior, expresó que "si no hubiéramos tomado el hospital no venía nadie, pero ahora nos queda la esperanza de que para fin de año, según dijo el gobernador, el hospital esté en funcionamiento".

"Cansados de mandar notas"

"Nosotros nos cansamos de mandar notas y nunca nos respondían y por eso tomamos esta medida. Ojalá que ahora lo pongan en funcionamiento porque somos muchas personas de diferentes comunidades las que nos podemos atender aquí y no solo aborígenes, sino también muchos criollos", concluyó.

 

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