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En Mendoza hallaron fósiles de un tipo de pez de más de 240 millones de años

Vivió en el Triásico medio, especie de la que no se tenía registro en Sudamérica. Lo encontraron expertos del Conicet, del Instituto Argentino de Glaciología y el Museo Argentino de Ciencias Naturales. 
Sabado, 07 de octubre de 2017 22:56

Los restos de un pez de 240 millones de años que vivió en el Triásico medio y perteneció a una especie de la que no se tenía registro en Sudamérica, fueron descubiertos en Mendoza por un equipo de investigadores del Conicet.
Se trata de un pez del grupo de los Redfieldiiformes que habitó el planeta en tiempos de Gondwana, bloque continental sur desprendido del supercontinente Pangea que, al escindirse dio origen, entre otras cosas, a la Antártida y Sudamérica.
La provincia mendocina se cubría de lagos efímeros que se secaban rápidamente por la calidez del clima durante el Triásico medio. Por entonces, hace unos 240 millones de años y luego de la mayor extinción de especies que se registró en el planeta, esos espacios acuáticos fueron poblados por una gran diversidad faunística. Uno de los protagonistas de esa historia, del que hasta ahora no se tenía registro, es este pez. El trabajo se publicó en la revista Papers in Palaeontology.
La campaña de los expertos del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales y el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” tenía como objetivo la recolección de plantas, palinomorfos (polen y esporas) e insectos de ese tiempo histórico.
Sin embargo, encontraron lajas que contenían pequeños peces “exquisitamente preservados”, según describió Soledad Gouiric Cavalli, investigadora asistente del Conicet en la División Paleontología Vertebrados del Museo de La Plata, quien estuvo a cargo de la identificación y descripción anatómica de los fósiles.
Los peces se originaron hace aproximadamente 480 millones de años y son el grupo de vertebrados más numeroso y diverso que existe, superando las 32 mil especies vivientes. Fueron testigos y sobrevivientes de las grandes extinciones y a lo largo de la historia lograron ocupar con eficacia prácticamente todos los ambientes acuáticos, según consigna Marcelo Gisande del Centro Científico Tecnológico (CCT) La Plata.
“Debido a su larga historia evolutiva muchos órdenes que aparecen representados en el registro fósil y que hoy están completamente extintos no tienen una relación de parentesco con las formas actuales. Es el caso de este nuevo ejemplar, que tiene características compartidas con peces paleozoicos y con otros más modernos”, dijo la investigadora.
Los fósiles caben en la palma de una mano y llama la atención el estado de preservación en que se encuentran. A simple vista “dejan ver con nitidez el patrón de ornamentación de las escamas, que se encuentran perfectamente articuladas y las de la línea lateral están intactas. Además de los ojos los peces usan esa línea, que es un sistema sensorial presente en las escamas y los huesos del cráneo, para detectar vibraciones, movimientos y cambios en la presión del agua circundante, es decir, les permite percibir presas y agresores”, describe la investigadora.
En los ejemplares se distinguen claramente las aletas pectorales, pélvicas, dorsal y anal, en las que aparecen estructuras similares a las escamas que están en su borde anterior: “Habrían servido para favorecer la hidrodinamia. Son características en las aletas pares e impares de muchos peces paleozoicos y mesozoicos, pero no están presentes en los de la actualidad”, apunta.
A diferencia de lo que ocurre habitualmente en los hallazgos de peces triásicos en Mendoza, casi todos los ejemplares que la experta estudió en el museo local tienen intacta la cabeza, en la que se pueden distinguir fácilmente grandes ojos, mandíbula superior e inferior y el opérculo, que es el límite entre el cráneo y el tronco.
La excelente preservación puede deberse a muchos factores. En este caso fue la velocidad de sedimentación del lago y a la existencia de un ambiente tóxico para posibles organismos carroñeros que se coman o desarticulen los restos.
“El espacio fue sin dudas muy particular, lo que llamamos un yacimiento excepcional como los que hay en Brasil, Alemania o Estados Unidos, donde los fósiles se presentan en condiciones increíbles y brindan un montón de información que de otro modo desconoceríamos. En Argentina y la Antártida también tenemos yacimientos similares: en la zona de Vaca Muerta y la Península Antártica, por ejemplo, hemos encontrado ejemplares del Jurásico que en algunos casos conservan tejido blando”, dice.
“En relación a los peces, popularmente se ha postulado que la fauna se había originado en el norte y dispersado hasta poblar esta región. Las investigaciones de los últimos años nos permiten plantearnos dudas y pensar que quizás no fue así: los grupos podrían haberse originado en ambos lugares al mismo tiempo, o tal vez lo hicieron acá para luego migrar”, concluyó Gouiric Cavalli.
 

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Los restos de un pez de 240 millones de años que vivió en el Triásico medio y perteneció a una especie de la que no se tenía registro en Sudamérica, fueron descubiertos en Mendoza por un equipo de investigadores del Conicet.
Se trata de un pez del grupo de los Redfieldiiformes que habitó el planeta en tiempos de Gondwana, bloque continental sur desprendido del supercontinente Pangea que, al escindirse dio origen, entre otras cosas, a la Antártida y Sudamérica.
La provincia mendocina se cubría de lagos efímeros que se secaban rápidamente por la calidez del clima durante el Triásico medio. Por entonces, hace unos 240 millones de años y luego de la mayor extinción de especies que se registró en el planeta, esos espacios acuáticos fueron poblados por una gran diversidad faunística. Uno de los protagonistas de esa historia, del que hasta ahora no se tenía registro, es este pez. El trabajo se publicó en la revista Papers in Palaeontology.
La campaña de los expertos del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales y el Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia” tenía como objetivo la recolección de plantas, palinomorfos (polen y esporas) e insectos de ese tiempo histórico.
Sin embargo, encontraron lajas que contenían pequeños peces “exquisitamente preservados”, según describió Soledad Gouiric Cavalli, investigadora asistente del Conicet en la División Paleontología Vertebrados del Museo de La Plata, quien estuvo a cargo de la identificación y descripción anatómica de los fósiles.
Los peces se originaron hace aproximadamente 480 millones de años y son el grupo de vertebrados más numeroso y diverso que existe, superando las 32 mil especies vivientes. Fueron testigos y sobrevivientes de las grandes extinciones y a lo largo de la historia lograron ocupar con eficacia prácticamente todos los ambientes acuáticos, según consigna Marcelo Gisande del Centro Científico Tecnológico (CCT) La Plata.
“Debido a su larga historia evolutiva muchos órdenes que aparecen representados en el registro fósil y que hoy están completamente extintos no tienen una relación de parentesco con las formas actuales. Es el caso de este nuevo ejemplar, que tiene características compartidas con peces paleozoicos y con otros más modernos”, dijo la investigadora.
Los fósiles caben en la palma de una mano y llama la atención el estado de preservación en que se encuentran. A simple vista “dejan ver con nitidez el patrón de ornamentación de las escamas, que se encuentran perfectamente articuladas y las de la línea lateral están intactas. Además de los ojos los peces usan esa línea, que es un sistema sensorial presente en las escamas y los huesos del cráneo, para detectar vibraciones, movimientos y cambios en la presión del agua circundante, es decir, les permite percibir presas y agresores”, describe la investigadora.
En los ejemplares se distinguen claramente las aletas pectorales, pélvicas, dorsal y anal, en las que aparecen estructuras similares a las escamas que están en su borde anterior: “Habrían servido para favorecer la hidrodinamia. Son características en las aletas pares e impares de muchos peces paleozoicos y mesozoicos, pero no están presentes en los de la actualidad”, apunta.
A diferencia de lo que ocurre habitualmente en los hallazgos de peces triásicos en Mendoza, casi todos los ejemplares que la experta estudió en el museo local tienen intacta la cabeza, en la que se pueden distinguir fácilmente grandes ojos, mandíbula superior e inferior y el opérculo, que es el límite entre el cráneo y el tronco.
La excelente preservación puede deberse a muchos factores. En este caso fue la velocidad de sedimentación del lago y a la existencia de un ambiente tóxico para posibles organismos carroñeros que se coman o desarticulen los restos.
“El espacio fue sin dudas muy particular, lo que llamamos un yacimiento excepcional como los que hay en Brasil, Alemania o Estados Unidos, donde los fósiles se presentan en condiciones increíbles y brindan un montón de información que de otro modo desconoceríamos. En Argentina y la Antártida también tenemos yacimientos similares: en la zona de Vaca Muerta y la Península Antártica, por ejemplo, hemos encontrado ejemplares del Jurásico que en algunos casos conservan tejido blando”, dice.
“En relación a los peces, popularmente se ha postulado que la fauna se había originado en el norte y dispersado hasta poblar esta región. Las investigaciones de los últimos años nos permiten plantearnos dudas y pensar que quizás no fue así: los grupos podrían haberse originado en ambos lugares al mismo tiempo, o tal vez lo hicieron acá para luego migrar”, concluyó Gouiric Cavalli.
 

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