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Luciano Cáceres con El Tribuno

“Hay que producir ficción en los nuevos formatos y reactivar nuestra actividad”, asegura el actor y productor.
Viernes, 10 de noviembre de 2017 08:32

Marita Simón 
El Tribuno

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Marita Simón 
El Tribuno

Mientras la sociedad asiste cada día a situaciones de violencia de la más diversa índole, ya sea en el ámbito laboral como familiar y callejero, las reacciones ofensivas y defensivas se entrecruzan en forma permanente como consecuencia de ese estado que atraviesa todos los sectores.
Ese contexto es el que, justamente, aborda la película “Corralón”, una propuesta imperdible del Espacio INCAA Hogar Escuela que se proyectará esta noche, a las 20, en una función especial con la presencia de su protagonista, Luciano Cáceres. El guión, la fotografía y dirección es de Eduardo Pinto (Palermo Hollywood, Buen día, día y Caño dorado), que propone un thriller suburbano con potencia y mucha tensión.
Al finalizar, el actor estará a disposición de la gente que quiera debatir y dialogar no solo sobre el guión, sino también sobre la actualidad del cine nacional.
Ayer, el actor presentó este filme en el Festival de Cortos de Tucumán y desde esa ciudad dialogó con El Tribuno.

Recorrer las ciudades para presentar tus producciones es un hábito para vos...
Es algo que vengo haciendo desde hace mucho tiempo, ya sea con las películas o las obras de teatro que produzco, para acompañar a la gente. Este viernes es en Salta y también en el Malba, en Buenos Aires. En este caso, “Corralón” es un filme particular, porque es de producción independiente, hecho a pulmón, sin subsidios. Todo el equipo se enganchó con el proyecto y lo llevamos adelante.

Abordar el destrato y una reacción a ese tipo de violencia como plantea esta película, es arriesgado, fuera de lo convencional...
Arriesgado es el punto de vista del director, Eduardo Pinto, que lleva la historia al extremo. La película se vuelve un thriller psicológico que habla de lo que nos pasa todos los días y de qué forma la intolerancia y violencia puede llegar a no tener límites. 
La historia plantea la actitud de quienes están en un estrato social diferente y por esa condición maltrata a los empleados de un corralón. Mi personaje tolera esas actitudes, hasta que deja de tolerar. Reacciona con un plan aventurado, pero con la única intención de darles una lección. Y utiliza un método de domesticidad como si se tratara de un perro. Es ahí donde comienza la otra parte de la película. En definitiva, el resultado combina la violencia y la dureza, con toques de humor y muy entretenida. El resultado es fantástico.

Tenés una doble faceta como actor de cine, televisión y teatro, pero también como productor. ¿Cómo se hace?
Tiene que ver con las ganas de cada uno. Nací y me crié en este medio (su padre tenía el Teatro de la calle Rincón) y es lo que siempre quise ser. Si bien todos los proyectos los hago con pasión y profesionalismo, hay algunos que me dan de comer y otros me dan satisfacción.

Justamente, la industria cinematográfica en el país no tiene mucho cine comercial...
Hay una creencia que los actores ganan muchísimo y que el cine mueve millones. En realidad, en la Argentina son muy pocas las películas comerciales, hace años que no sucede. Se hace poca ficción, viene en baja pero no es un tema de ahora. Es un país con gran cantidad de escuelas de actuación, conservatorios, universidad. No solo en cine, sino en todos los ámbitos del arte. En mi caso soy un privilegiado porque actúo, pero también tengo la obligación de producir otras cosas, investigar, ser creativo, estar empapado de la dramaturgia internacional. Soy inquieto y curioso desde chico y a eso le dedico mucho tiempo.

En definitiva, vivís de lo que te gusta...
Soy un privilegiado, me formé en esto y vivo de esto. Pero además, con las películas y las obras tengo la suerte de viajar muchísimo y eso me relaciona con todo tipo de personas, me muestra las diferencias, me ‘desconecta conectando’, porque me muestra otras formas de trabajo y en los festivales todo lo que se absorbe es muy enriquecedor. 

El boom de Netflix y las producciones estadounidenses, entre otras, ¿van en detrimento de la ficción nacional?
De ninguna manera. Hay que saber que, obviamente, hay que ofrecer ficción en televisión para la gente que utiliza otras plataformas, accede por internet o tiene Netflix. Eso significa producir para esos medios y generar interés. En Netflix tengo la serie “Estocolmo” que funciona muy bien; también lo hicieron “El Plan” y “El marginal”. Es cierto que hay un mundo por explorar en internet, los aspectos no reglamentados, los derechos y deberes, pero es muy interesante. Antes se tenía el control del zapping; hoy, el espectador también tiene el control del horario y dispone de sus propios tiempos para ver series. Ojalá que esto reactive nuestra profesión desde todos los ámbitos, no solo desde los actores, sino todo los que están detrás de ellos.

¿Qué proyectos tenés ahora?
La semana próxima comienzo a rodar el filme “No llores por mí Inglaterra”, con Diego Capusotto, Diego Hendler, Mike Amigorena, entre otros. Es una historia muy divertida y diferente que nos sitúa en las Invasiones Inglesas al país. 
Simultáneamente sigo con la dirección de la obra teatral Pieza plástica en Buenos Aires; luego empiezo a dirigir en Mar del Plata “El ardor”, con Valentina Bassi y tengo una lista más. Pero lo más próximo ya es bastante.

Un trhiller para ver esta noche

Con Cáceres actúan Pablo Pinto, Joaquín Berthold, Brenda Gandini, Carlos Portaluppi, Nai Awada, Gaby Valenti, Oscar Luna y Gastón Biagioni. 
Juan (Luciano Cáceres) e Ismael (Pablo Pinto) son empleados de un corralón de materiales y grandes amigos. Comparten salidas, charlas y una insatisfacción que, sobre todo en el caso de Juan, se traduce en borracheras recurrentes. A bordo del camión recorren gran parte del oeste del conurbano bonaerense buscando y entregando pedidos. Uno de esos viajes los lleva hasta la casa de un matrimonio tan rico como maleducado e irrespetuoso. Harto del ninguneo y el maltrato, Juan decide llevar adelante una revancha muy particular: secuestrarlos no para pedirles dinero ni nada a cambio, sino por el placer aleccionador de reeducarlos como perros. Una metáfora social para el debate.
En blanco y negro, en “Corralón” el protagonista se va transformando en un ser complejo, profundamente siniestro y misterioso. La segunda mitad se presenta con tensión, propia de un thriller. Y va tejiendo la trama a partir de la humillación que los hace perderse en los laberintos más retorcidos. El filme revela aspectos de una sociedad injusta y compleja. 
 
La función
Se podrá ver esta noche, a las 20, en el Espacio INCAA del Hogar Escuela. La entrada tiene un valor de $10, con descuentos para jubilados y estudiantes.
Al concluir la película habrá charla-debate.

 

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