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"El avión volaba bajito, se perdió detrás de un cerro y no salió más "

Osvaldo Burgos y Gonzalo Ruiz, los primeros en llegar a la avioneta caída en Los Toldos.Vieron el frustrado aterrizaje y buscaron en la selva la aeronave. Ayudaron a Bárbara Daud.
Jueves, 16 de noviembre de 2017 00:00

Trabajan como albañiles en una obra frente a la pista de aterrizaje de Los Toldos, y eso los convirtió en espectadores primero y luego rescatistas de la tragedia aérea del martes, que le costó la vida a dos muchachos y dejó a una joven herida. Osvaldo Burgos y Gonzalo Ruiz vieron ese día que la avioneta que piloteaba Alberto Vuistaz y en la que viajaban Sebastián Granados y su novia Bárbara Daud volaba demasiado bajo.

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Trabajan como albañiles en una obra frente a la pista de aterrizaje de Los Toldos, y eso los convirtió en espectadores primero y luego rescatistas de la tragedia aérea del martes, que le costó la vida a dos muchachos y dejó a una joven herida. Osvaldo Burgos y Gonzalo Ruiz vieron ese día que la avioneta que piloteaba Alberto Vuistaz y en la que viajaban Sebastián Granados y su novia Bárbara Daud volaba demasiado bajo.

"Mi compañero Gonzalo Ruiz ya había visto la primera vez que el piloto intentó bajar; pasó a unos 30 o 40 metros de altura. Después vino la segunda vez y a la mitad de la pista el avión quiso tocar suelo, pero le salió un chancho. Estaba a unos 15 metros de altura. El piloto vio el chancho, levantó vuelo y se fue bajito hacia la reserva El Nogalar. Ahí salió mi compañero y me dice: "Uhhh qué c... Este avión se va a caer, está muy bajito'", recordó ayer Burgos.

Ruiz aseguró que el piloto "hizo un primer intento y pasó, dio una vuelta y enfrentó la pista de nuevo, pero algo medio rápido. Yo vi otros aterrizajes pero este se me hace que se acercó muy al final de la pista y por eso volvió a levantar vuelo y se fue costeando el río Huayco Grande. Además, tenía un ruido medio raro el avión. Como no levantaba altura, llamé a la Policía cuando se perdió detrás de un cerrito".

Fue entonces que Ruiz tomó su moto y junto a Burgos se dirigieron a la zona de la usina, último punto al que podían llegar en ese vehículo.

"Nosotros somos del lugar y conocemos bien la zona. El avión volaba bajito, se perdió detrás de un cerro y no salió más. Cuando llegamos a la usina ya llegaba más gente, la Policía y de Parques, pero nosotros nos adelantamos porque ya habíamos visto humo. Empezamos a caminar y subimos a un cerrito bien alto para mirar y ahí fue que vi que el humo venía de donde tengo un puesto con vacas. Le dije a mi compañero que el avión había caído unos 20 metros arriba del saliadero (lugar donde dan sal a los animales). Para entonces nos alcanzó José Luis Acosta, otro amigo", añadió Burgos.

Caminaron entre las laderas y la selva hasta que llegaron al lugar de la tragedia: la Quebrada Corral, dentro de la reserva.

"Llegué primero y estaba la chica sobre una piedra plana; la toqué y le pregunté si estaba bien", recordó Burgos.

- Sí, sí, estoy bien, pero salvá a mi marido, buscá a mi marido, ella le pidió.

- ¿Cómo se llama?

- Sebastián Granados. Hace unos minutos lo vi que salía disparado, pero se está quemando. ­Salvalo por favor!

"Cuando me dijo eso pegué unos saltos hasta el ala del avión y lo busqué alrededor; lo llamé por su nombre, pero no estaba y vi que se estaba incendiando la cabina con dos personas. En ese momento me vino a la mente una idea y me dije "para qué le voy a avisar que está muerto, se va a sentir peor', entonces le dije algo para tranquilizarla", recordó Burgos.

- No mamita, ya vino un grupo antes que lo llevó a tu marido y al piloto.

- ­Ah qué bien!, le respondió ella en un tono más sereno.

"Cuando estaba charlando con la chica llegó José Luis Acosta. El fuego ardía cada vez más. Él tenía puestas botas de goma, así que se las pedí y traje agua de un arroyito que hay a unos ocho metros del lugar donde cayó la avioneta. Con eso apagamos un poco los cuerpos porque se estaban quemando por demás", añadió.

Durante casi media hora se abocaron a apagar las llamas y a mantener lo más serena posible a Bárbara Daud. Después llegó Ruiz, que se sumó a apagar el fuego golpeando las llamas con algunas ramas verdes- y minutos más tarde los policías, un guardaparque y gendarmes.

"La chica seguía consciente, acostadita en el suelo. Ella no podía ver los cuerpos porque había una piedra y un tronco, y el ojo derecho lo tenía hinchado y le salía sangre", añadió.

El rescate

Burgos y Acosta llegaron hasta el lugar donde estaba la avioneta entre las 16.10 y 16.15. Cuando el resto los alcanzó, ya traían una camilla para atender a los posibles heridos y para bajarlos a pie. Ningún vehículo ni aeronave puede ingresar al lugar.

Alrededor de las 17.20, el grupo comenzó a descender con Bárbara en la camilla. Llegaron hasta el hospital de Los Toldos y cuando ya era de noche, la joven fue trasladada al hospital San Vicente de Paul, en la ciudad de Orán. Ayer, policías de la provincia fueron guiados por los baquianos hasta la quebrada para recuperar los cuerpos.

"Salimos alrededor de las 9 con los policías de Criminalística; llegamos al lugar alrededor de las 11 y empezamos la vuelta a las 12, trayendo los dos cuerpos. Al destacamento de Los Toldos llegamos a las 15, fue un buen rato de camino", recordó Ruiz anoche.

Ayer, dos peritos de la Junta de Evaluación de Accidentes de la Administración Nacional de Aviación Civil comenzaron a trabajar en Orán. Hoy tienen previsto ir a la zona de la caída de la avioneta.

Estable y en recuperación

Desde la noche del martes hasta ayer los médicos se concentraron en estabilizar a Bárbara Daud, la única sobreviviente de la avioneta siniestrada en Los Toldos. 
El mayor esfuerzo y preocupación de los médicos del hospital San Vicente de Paúl se concentró en ayudarla a superar la crisis nerviosa. También analizaron la fractura expuesta de tibia que tiene en una pierna y, según se supo, en diez días sería sometida a una cirugía.
 

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