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“Tenemos que humanizar a la poesía hasta el extremo de embarrarla para incomodar al lector“

Lunes, 20 de noviembre de 2017 13:47

Federico Soler es un hombre de letras que combina su pasión por los versos con el también interesante oficio del psicoanálisis. Entrenado en la escucha y con estrofas que conjugan la musicalidad con lo áspero, recientemente visitó Buenos Aires para leer en diversos puntos de la capital porteña. El autor, nació en Tucumán en 1976. Obtuvo el primer premio en los Juegos Florales Municipales de 2007. Ha participado activamente de la vida cultural tucumana en ciclos y eventos literarios. 
Entre una librería del Abasto y un amblemático bar, ubicado a metros del obelisco, Soler recibió a El Tribuno y conversó sobre su primer poemario, la actualidad del género en el NOA y su inclinación a jugar con las palabras.

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Federico Soler es un hombre de letras que combina su pasión por los versos con el también interesante oficio del psicoanálisis. Entrenado en la escucha y con estrofas que conjugan la musicalidad con lo áspero, recientemente visitó Buenos Aires para leer en diversos puntos de la capital porteña. El autor, nació en Tucumán en 1976. Obtuvo el primer premio en los Juegos Florales Municipales de 2007. Ha participado activamente de la vida cultural tucumana en ciclos y eventos literarios. 
Entre una librería del Abasto y un amblemático bar, ubicado a metros del obelisco, Soler recibió a El Tribuno y conversó sobre su primer poemario, la actualidad del género en el NOA y su inclinación a jugar con las palabras.

“Cuerpo liminal” es tu primer poemario ¿cómo describirías el proceso de escritura que resultó en él?

En realidad “Cuerpo liminal” es mi segundo poemario, pero fue el primero en ser editado. El primero, de 2007, se encuentra inédito se llama “Mariposas perturbadas”. Sigue una estética que, como diría Néstor Perlongher, sería una poética plebeya neobarrosa. En Cuerpo liminal, de junio de este año, el proceso de escritura no se encuentra guiado por una racionalidad rigurosa, eso no quiere decir que carezca de meticulosidad. Tampoco presenta una planificación previa programada. El libro se va escribiendo él mismo. Por un lado voy escuchando mi escritura y su musicalidad, por otro, como en un segundo plano transita lo racional, la temática. El proceso de construcción se inició a principios del año pasado. Transitaba por un momento de cambio en mi escritura. No sabía por dónde me estaba llevando. En esto me encontraba un poco extraviado. Fueron diferentes etapas. Estaba demasiado perdido y por eso fuí dándole a conocer a amigos poetas para que ellos puedan (desde su mirada) otorgarme alguna luminosidad. Me pareció muy enriquecedora esta parte del proceso. Me hizo tomar distancia de mi escritura. Fue un arduo proceso de corrección y producción, intentando dar lugar a soltura de la palabra y la arborescencia del deseo. Todo esto considerando a la poesía, no como una impoluta e inmaculada, como si fuera un arte mayor, sino desde un concepto más nietzscheano. Desacralizar la poesía o, dicho de otra manera, humanizarla hasta el extremo de embarrarla. Que se ensucie para incomodar al lector.

Qué te motivó a centrarte en la dimensión de lo corporal, como punto de partida y con qué criterio seleccionaste los puntos del itinerario (pie, manos, labios, y otros)

Lo que me motivó a centrarme en lo corporal, el deseo y el goce (como momento de un deseo que se ha vuelto loco) es lo que me impulsa a escribir, como una intencionalidad política e ideológica, para deconstruir la visión de la poesía como si fuera universal, inmaculada y prestigiosa. Esa idea (un poco vulgar) de la poesía como un arte de una elite iluminada para decir las realidades de un otro mundo ideal y puro, perfecto. Lo corporal y la sexualidad nos llevan a nuestras zonas oscuras y aquello que nos devuelve a nuestra humanidad. Cuando escribo me gusta jugar con la palabra y sus diversos sentidos, con lo que las palabras producen en los lectores. Por eso utilizo palabras que se prohíben porque remiten a la sexualidad. Además, me interesa poner a jugar diferentes discursos y problemáticas. Dejar al narrador escondido y a veces sin poder descubrir su género y menos sus intenciones. Me gustaba la idea de ir nombrando al cuerpo y sus diferentes partes.

Tenés formación en psicoanálisis, ¿qué le aportó esa profesión a tu obra?

El psicoanálisis, las teorías del deseo del que escriben Deleuze y Foucault, los aportes de Nietzsche, así como también mis inquietudes literarias. Son como dos carriles paralelos por donde transita mi escritura. Cuando escribo poesía, tanto el psicoanálisis como la filosofía están pujando en ella. Cuando realizo algún artículo para reflexionar, mi impronta literaria puja y retroalimenta esa escritura. Me siento cómodo en ambos lenguajes, y además me permiten enriquecerme. Sin embargo la búsqueda es la misma. Desde el psicoanálisis, asumimos una visión del sujeto sujetado al lenguaje productor y producto, que se encuentra anudado ante todo a su ser sexuado. Finito y frágil, indeterminado. Desde la poesía, intento hacer trastabillar a ese sujeto que cómodo cree en un mundo perfecto de felicidad a la vuelta de la esquina. Intento desencantarlo y que pueda cuestionarse su prótesis frágil de concebir al mundo. 

¿Qué puntos de contacto tienen las tres partes del libro?

La verdad es que no tengo mucha idea de qué puntos de contactos tienen. La primera parte de “Cuerpo liminal” fue escrito al último. Luego escribí la tercera parte “Lo infrahumano en dosis breves” y lo que está como segunda parte de la obra fue lo primero: “Despojos mundanos”. La conexión posible es que comparten de una misma voz poética y una temática que recorre todo el libro: el cuerpo desmembrado por la palabra y el deseo hasta el goce de lo impensado, lugar donde no encuentra sitio la palabra.

¿Cómo evaluás a la poesía latinoamericana actual? ¿y a la del NOA?

No podría hablar de una poesía latinoamericana como una categoría que nos aunaría como una gran región. En primer lugar, porque consumo mucha literatura que no es de esta región y además conozco poco de poetas de otros lugares. Como no me interesa la crítica literaria, prefiero continuar leyendo lo que me guste y dejarme hablar por la palabra desde mi búsqueda personal, sin pretensiones. Con respecto a la poesía en el Noa, tengo una visión más acabada desde mi experiencia de interrelación con colegas de diferentes provincias: Santiago, Salta, Jujuy, Catamarca y por supuesto en mi provincia. Hay una proliferación de voces diversas, de búsquedas diferentes y eso me parece muy bueno. Luego cada poeta tiene sus propias búsquedas y obsesiones. Su manera singular de relacionarse con el lenguaje y su intencionalidad al momento de escribirlo y cómo hacerlo. La poesía en el Noa está joven y pujante, intentando hacerse un lugar propio y no el que quieren colocarnos los de Buenos Aires, con el gaucho y el cerro. Nosotros también vivimos en ciudades, también nos relacionamos con un mundo problemático complejo y de eso nuestra poesía es testigo. Estamos en un momento muy fructífero de escritura y de escritores.
 

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