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“Londres no es mejor ni peor que Salta y extraño la gente, la cultura y el clima”

Domingo, 04 de junio de 2017 00:32

El artista y videasta salteño José María Martinelli (39) conoció a su esposa escocesa, Rachel (32), cuando ella visitó una exhibición que él presentaba en el Museo de Arte Contemporáneo en Salta. En aquel momento ella no hablaba español ni él inglés, por lo que ganar la atención y el afecto del otro no habrá resultado sencillo. “Era una comunicación más bien física. No se hablaba mucho porque no nos entendíamos. Hablábamos con señas y estuvo bueno el inicio de la relación, aunque no sé cómo explicarlo”, comentó él a El Tribuno. 
Aquí vivieron dos años y en 2010 se radicaron en Londres (capital de Inglaterra, Reino Unido). En Europa él trabaja como extra de producciones cinematográficas, mientras continúa con su labor de videasta independiente. Rachel integra una compañía de trabajo para estudiantes universitarios. 
Londres está calificada como un punto crucial para las artes, el comercio, la educación, el entretenimiento, la moda, las finanzas, los medios de comunicación, la investigación, el turismo y el transporte. Principal centro financiero del mundo, es también una capital cultural y concentra la mayor cantidad de casas de estudios superiores de Europa. Pero, sobre todo, es una ciudad multirracial en la que conviven personas pertenecientes a un gran número de culturas y que se expresan en más de trescientos idiomas distintos. 
“A mí me impactó porque es una gran ciudad y hay gente de todo el mundo. También la educación extrema de la gente, que si te toca sin querer ahí mismo te pide disculpas”, contó José María. Añadió que lo maravilla caminar hasta la estación de trenes y cruzar durante su viaje el río Támesis, principal fuente de abastecimiento de agua de Londres. “Siempre parezco un turista. Miro por la venta porque todo me parece lindo y después camino bordeando el río”, contó. También, el contraste entre las conservadas edificaciones medievales y la moderna metrópoli. Sin embargo, el videasta afina su mirada por entre el asombro cuando recorre otras ciudades del Reino Unido, como las universitarias Oxford y Cambridge, o la industrial Glasgow (en Escocia, una de las cuatro naciones que integran el Reino Unido). 
Cuando un artista migra siempre es interesante conocer cómo se ha transformado su obra al estar inmerso en otro contexto cultural y repensando su cualidad de extranjero.
“Aquí sigo haciendo mis obras y exhibiciones dos veces por año, pero en Salta hacía tres o cuatro anuales”, señaló. 
“Quizá la producción sigue siendo la misma porque siempre fui superindependiente, con una sola cámara filmé. Los temas siguen siendo los mismos: el amor, el desamor y la política. Acá en el campo político las ideas se me hicieron un poco más fuertes porque, si bien siempre fui más socialista, al ver las diferencias económicas que hay entre Europa y Latinoamérica, que fue saqueada, me afectó y creo que eso también se refleja en mi obra”, reflexionó. Por ejemplo, en julio de 2016 presentó "Los hombres no lloran", en el sótano de The Water Poet, ubicado en Shoreditch. El filme es un documental de entrevistas e imágenes ficcionales en el que neurocientíficos, historiadores y organizaciones que ayudan a hombres e instituciones especializadas en salud mental y otras feministas analizan los riesgos que conlleva la masculinidad actualmente en el Reino Unido. 

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El artista y videasta salteño José María Martinelli (39) conoció a su esposa escocesa, Rachel (32), cuando ella visitó una exhibición que él presentaba en el Museo de Arte Contemporáneo en Salta. En aquel momento ella no hablaba español ni él inglés, por lo que ganar la atención y el afecto del otro no habrá resultado sencillo. “Era una comunicación más bien física. No se hablaba mucho porque no nos entendíamos. Hablábamos con señas y estuvo bueno el inicio de la relación, aunque no sé cómo explicarlo”, comentó él a El Tribuno. 
Aquí vivieron dos años y en 2010 se radicaron en Londres (capital de Inglaterra, Reino Unido). En Europa él trabaja como extra de producciones cinematográficas, mientras continúa con su labor de videasta independiente. Rachel integra una compañía de trabajo para estudiantes universitarios. 
Londres está calificada como un punto crucial para las artes, el comercio, la educación, el entretenimiento, la moda, las finanzas, los medios de comunicación, la investigación, el turismo y el transporte. Principal centro financiero del mundo, es también una capital cultural y concentra la mayor cantidad de casas de estudios superiores de Europa. Pero, sobre todo, es una ciudad multirracial en la que conviven personas pertenecientes a un gran número de culturas y que se expresan en más de trescientos idiomas distintos. 
“A mí me impactó porque es una gran ciudad y hay gente de todo el mundo. También la educación extrema de la gente, que si te toca sin querer ahí mismo te pide disculpas”, contó José María. Añadió que lo maravilla caminar hasta la estación de trenes y cruzar durante su viaje el río Támesis, principal fuente de abastecimiento de agua de Londres. “Siempre parezco un turista. Miro por la venta porque todo me parece lindo y después camino bordeando el río”, contó. También, el contraste entre las conservadas edificaciones medievales y la moderna metrópoli. Sin embargo, el videasta afina su mirada por entre el asombro cuando recorre otras ciudades del Reino Unido, como las universitarias Oxford y Cambridge, o la industrial Glasgow (en Escocia, una de las cuatro naciones que integran el Reino Unido). 
Cuando un artista migra siempre es interesante conocer cómo se ha transformado su obra al estar inmerso en otro contexto cultural y repensando su cualidad de extranjero.
“Aquí sigo haciendo mis obras y exhibiciones dos veces por año, pero en Salta hacía tres o cuatro anuales”, señaló. 
“Quizá la producción sigue siendo la misma porque siempre fui superindependiente, con una sola cámara filmé. Los temas siguen siendo los mismos: el amor, el desamor y la política. Acá en el campo político las ideas se me hicieron un poco más fuertes porque, si bien siempre fui más socialista, al ver las diferencias económicas que hay entre Europa y Latinoamérica, que fue saqueada, me afectó y creo que eso también se refleja en mi obra”, reflexionó. Por ejemplo, en julio de 2016 presentó "Los hombres no lloran", en el sótano de The Water Poet, ubicado en Shoreditch. El filme es un documental de entrevistas e imágenes ficcionales en el que neurocientíficos, historiadores y organizaciones que ayudan a hombres e instituciones especializadas en salud mental y otras feministas analizan los riesgos que conlleva la masculinidad actualmente en el Reino Unido. 

Sin embargo, Reino Unido no es un terreno tan arado para la producción independiente como podría presuponerse. “Mi última exhibición acá en Londres fue ‘Una sociedad diferente, un mundo diferente’ (en inglés ‘A different society, a different world’). Esa fue la última que hice acá. Para mí no es más fácil trabajar acá, al contrario, porque en Salta conozco a la gente, a los actores, entonces podía formar un grupo de trabajo con mayor facilidad que acá. Aún así llegamos a hacer una ficción con 30 actores”, compartió. 

Extra

Muchos directores de Hollywood llevan sus sets de filmación a alguna locación del Reino Unido. Así las oportunidades de ser seleccionado como extra se multiplican para quienes hayan dejado antecedentes en las agencias disponibles. 
José María Martinelli fue contratado el año pasado para actuar en el thriller romántico “Aliados”, de Robert Zemeckis, y cuyos protagonistas son Brad Pitt y Marion Cotillard. También en “Alicia frente al espejo”, de James Bobin con Johnny Deep, Helena Bonham Carter y Anne Hathaway. En esos platós cinematográficos disfruta a pleno. “Me gusta conocer el ambiente y ver cómo se filma, también la convivencia con producciones de primer nivel”, señaló. Ya transcurrió una década desde que José María está viviendo a tiempo completo entre angloparlantes. Él es proeficiente en la lengua inglesa, pero dice no hablarlo a la perfección, sino que su acento extranjero se percibe fácilmente. Consultado acerca de si esta cualidad suya lo ha hecho perder potenciales contrataciones señaló que en contadas ocasiones. “Los extras no hablan mucho, por lo que se guían por tu apariencia para contratarte. Ahora, sí me perjudicaría si hubiera líneas de diálogo. El otro día me llamaron para un documental de Discovery Channel y a los tres actores que estábamos a bordo de una nave espacial nos pidieron que hiciéramos ‘american acent’ y empecé a imitar a un cowboy. A la media hora el director nos dijo que nos fuéramos”, relató.

Todo salteño Lejos del pago  tiene un ansia por su tierra que de tiempo en tiempo le resulta insoslayable. “Extraño el idioma, las comidas, el clima, la cultura, el poder charlar con gente que le pase lo mismo que a mí. Yo entiendo la cultura y la política latinoamericana y argentina, pero acá soy nuevo y si bien entiendo un poco, siento que pierdo un poco al ser un inmigrante”, manifestó José María. 
Puesto a contemplar el vaso medio lleno se inclinó a valorar los aspectos formativos y experimentales con los que toma contacto en una ciudad multicultural. “La cabeza se te abre. Conocés otras culturas, otras gentes. Creo que todo tiene su parte positiva y su parte negativa y nada es mejor ni peor, pero se extraña mucho”, confiesa. En Salta quedaron amigos, primos, tíos y padrinos suyos, mientras que sus familiares más directos se mudaron a Buenos Aires. En la gran ciudad viven sus hermanos y su papá. Al poco tiempo de haber desembarcado en Londres, José María vivió una de las experiencias más terribles que le puede tocar a un Lejos del pago: la pérdida de su padre. “Cuando se murió mi papá no pude ir al velorio y no pude verlo ni muerto ni en el cajón, ni nada, eso fue muy deprimente para mí. Es la parte dura del emigrante. Y acá lo que me pasó con la visa es que si salía perdía todo. Entonces, yo me sentía como si estuviera en la cárcel”, comentó, transido por el sabor del penoso recuerdo. La amistad, ese afecto puro y desinteresado, atravesada por la cultura anglosajona, cobra otras tonalidades. “La gente es amable, pero me llevó un tiempo hacer amigos. Para mí ellos son raros y para ellos yo soy raro. La gente no te toca el timbre y te aparece por la casa ni te llaman por teléfono como acostumbran los amigos argentinos”, dijo. Añadió que con su esposa planean volver a Salta. "Queremos cambiar de clima, pero debemos ver la parte laboral. A ella le gusta Salta, dio clases de inglés como un año y medio allá. Acá es lindo todo, pero quiero vivir allá y hacer cosas en Salta porque me interesa la realidad latinoamericana”, concluyó José María.

 

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