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Comenzaron las coloridas celebraciones en honor a la Virgen de Urkupiña

Ayer a la mañana se realizó la bendición de las ofrendas y los vehículos en la iglesia de El Pilar, mientras que por la tarde los fieles participaron de una procesión y misa en el Campo de la Cruz.
Miércoles, 16 de agosto de 2017 00:00
Un sacerdote bendice los vehículos que llevaron las imágenes de la Virgen. Jean Touzeau

Andrea tiene 47 años, es madre, abuela y dice con orgullo: "Soy esclava de la Virgen". Sin reprimir las lágrimas de emoción por la celebración de la Virgen de Urkupiña, le contó a El Tribuno que hace dos décadas que participa de esta fiesta religiosa que tiene su origen en Bolivia.

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Andrea tiene 47 años, es madre, abuela y dice con orgullo: "Soy esclava de la Virgen". Sin reprimir las lágrimas de emoción por la celebración de la Virgen de Urkupiña, le contó a El Tribuno que hace dos décadas que participa de esta fiesta religiosa que tiene su origen en Bolivia.

"Hace 20 años que tenemos la imagen. Cada año participamos de la procesión, junto a toda la familia", contó.

Andrea estuvo ayer en la procesión que se realizó a las 17 en honor a la Virgen de Urkupiña en el Campo de la Cruz, seguida de una misa. Vestida con trajes tradicionales, ella, su esposo, hijos y nietos cargaron su Virgen durante la procesión y presenciaron la misa.

Cuando este medio le preguntó qué le agradecía a la Virgen, no dudó en asegurar que "la familia", y sumó la salud. "Si no estuviera sana no podría trabajar y sin el apoyo de la familia no podríamos salir adelante", expresó con los ojos humedecidos.

El año pasado, Andrea viajó a Bolivia. No tenía el objetivo de visitar a la Virgen de Urkupiña, pero las vueltas de la vida la llevaron hasta el santuario que la imagen tiene en el vecino país. "Nunca pensé que iba a vivir ese momento. Me llenó de tanta alegría", afirmó.

Cerrando el diálogo con El Tribuno, Andrea agregó que sus pedidos eran mantener la salud, la familia y protección por el país. "Espero que la Virgen nos proteja y también que bendiga la Argentina porque estamos muy desunidos", agregó.

Ayer, el Campo de la Cruz fue escenario de una fuerte demostración de fe hacia esta Virgen que, con los años, fue ganando adeptos. "Es muy milagrosa", dicen los que creen en ella y que caminaron llevando su imagen en las manos o en alzas.

Cuadros, flores y pequeñas imágenes engalanadas con vestidos de gasa, rasos y cortes de aguayo le dieron color a la tarde. También estuvo presente el poncho salteño entre los fieles.

Peregrina

"Esta imagen es peregrina. Soy devota de la Virgen desde hace cuatro años y hace dos que comparto la visita de la Virgen con dos amigas", contó Jacinta, mientras llevaba en brazos una imagen de 90 centímetros adornada con un vestido blanco. Esta mujer agregó que a la imagen de su Virgen peregrina también visita las localidades de La Merced, Rosario de Lerma o Cerrillos, donde las familias creyentes la esperan. Jacinta también expresó que organizará una fiesta para la Virgen en octubre.

Gloria es docente jubilada. Tiene 61 años y hace cinco que dejó de enseñar. Ayer llevó la pequeña imagen que le regaló su mamá a la procesión. Gloria compartió que su salud es lo que más agradece a la Virgen, pero también el hecho de haber podido retirarse bien luego de sus años de desempeño en la educación y con un bienestar económico que hace más tranquilo su descanso.

Las celebraciones de ayer en la tarde fueron la conclusión de una serie de ceremonias que comenzaron en las primeras horas de la mañana en la iglesia del Pilar, donde se encuentra la Virgen de Urkupiña. Allí desde las 9 se realizó la bendición de los autos y ofrendas, que concluyeron el desfile de grupos de danzas tradicionales bolivianas en honor a "la Mamita".

Tanto en las bendiciones de la mañana como en la homilía de la tarde, desde el púlpito se pidió a los creyentes que aprendan a perdonar y a escuchar las palabras de Dios. "Cerremos los ojos y percibamos la caricia de la Virgen. Que les conceda toda la gracia", dijo el sacerdote.

“Trabajo gracias a ella”

“Esta es mi forma de trabajar. Cada vez que voy a las celebraciones de la Virgen de Urkupiña o del Milagro pido que bendigan la mercadería que vendo”, contó Walter Aguirre a El Tribuno. Este hombre tiene 46 años y un hijo de 11. En los días de calor vende helados y cuando hace frío, semillitas y alfajores. “Por ser pobre sé que tengo el camino libre para llegar al cielo”, dijo con una sonrisa. 

Ayer, Walter estuvo trabajando todo el día en las celebraciones de la Virgen de Urkupiña. Admitió que no vendió mucho. “Pero lo más importante es que lo intenté”, dijo.

“Cuando salgo a trabajar mi hijo me dice ‘que vendas todo papá’. Imaginate me siento como un león”, dijo Walter feliz. 

 

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