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Vienen bajando las conmovedoras historias de encuentros de peregrinos y servidores de Dios

Tres mil peregrinos de la Puna fueron recibidos en La Bomba y La Encrucijada.
Martes, 12 de septiembre de 2017 22:52

Teresa, Miguel y Américo son las caras visibles de una de las paradas más emotivas que realizan los peregrinos que llegan desde los Andes.
La familia Taritolay brinda un almuerzo a los peregrinos desde hace 28 años en el paraje La Encrucijada, a casi 90 kilómetros de la ciudad de Salta, por la ruta nacional 51.
Primero fueron quizás 15 platos, como mucho, los que servían. El lunes último fueron 3 mil raciones aproximadamente las que se entregaron; todas en el patio de su casa.
Y cuenta Américo mirando una gigantografía puesta en su casa que reza la bienvenida a los peregrinos del Señor y la Virgen del Milagro: “Mi mamá se llamaba Bartolina Barboza y mi papá Epifanio Taritolay. Ellos fueron los que comenzaron recibiendo a los caminantes y hoy la continuamos sus hijos”, dijo. Y en ese momento se quiebra: “Mis padres salían a la ruta a recibir a los peregrinos de rodillas. Era tal el despojo, la humildad, la solidaridad y la entrega por esos fieles de Dios que las montañas se conmovían por ese gesto. Los caminantes le entregaban la cruz que va al frente, mis padres la besaban y todos se fundían en un abrazo incondicional. Luego entraban todos a la casa y comíamos juntos. Hoy seguimos haciendo eso y mis hijos ya lo comenzaron a hacer por lo que está asegurada la continuidad de los Taritolay como servidores de Dios”, relató el hombre.
Sin embargo, esta familia contó este año con ayuda divina. El grupo autodenominado “Amigos de San Francisco”, comandados por el padre Miguel Hilal, debutó este año como “esclavos de Dios” brindando el almuerzo en ese paraje a los más de 3 mil peregrinos que llegaron ese lunes.
“Yo les agradezco a los muchachos que llegaron y a la comisión que ahora funciona para la logística de los peregrinos. Esta organización además nos concluyó unos baños que teníamos a medias”, dijo Américo antes de recibir a la gente.
Detrás de su casa estaba el cura con su sotana franciscana revolviendo una de las cuatro ollas del feroz guiso de lenteja que prepararon.
El domingo viajaron a la montaña y prepararon la comida por la noche, soportando los 10 grados bajo cero que se registraron en la madrugada.
Los Amigos de San Francisco son casi 40 changos compañeros del Full Center Gym más otros fierreros adictos a las cafeteras que se juntaron para llevar su acción solidaria a los caminantes. No es la primera vez que lo hacen; el año pasado estuvieron cerca de Cafayate y les fue bien. Este año el desafío fue mayor y lo cumplieron con creces.
Para entender de lo que se habla es mejor contar algunos números. La fuente fue el “Gringo” Pablo Rada quien ofició de jefe de cocina y fue el que dio las órdenes que fueron cumplidas al pie de la letra.
“Fueron 37 los ayudantes para cortar los 500 kilos de carne. Trajimos 370 kilos de lentejas y 120 de arroz. Usamos 6 bolsas de cebollas, 7 de papas y dos cajones de morrones. Se debe agregar los 40 kilos de chorizo colorado y panceta. Todo cocinado con una caja larga de camioneta llena de leña que trajimos desde Salta”, dijo Rada.
Además se repartieron 3 mil botellitas de agua mineral, 6 mil mignones, 6 mil bananas y otras tantas mandarinas. 
Al mediodía el sol no podía derretir el hielo y la sequedad del paisaje castigaba la piel de los forasteros solidarios. El viento comenzó a traer las alabanzas, y los cantos peregrinos. Y llegó el malón de la fe a paso rápido y firme. El grupo respondió. Tenían miedo de que no alcance, pero como en el milagro de la multiplicación de los panes y peces, los Amigos de San Francisco le dieron de comer a los peregrinos, policías, choferes de ambulancias, personas que asisten a los caminantes, fotógrafos, camarógrafos y periodistas que acompañan el camino de los que tienen firmado el pacto de fe con los patronos de Salta.

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Teresa, Miguel y Américo son las caras visibles de una de las paradas más emotivas que realizan los peregrinos que llegan desde los Andes.
La familia Taritolay brinda un almuerzo a los peregrinos desde hace 28 años en el paraje La Encrucijada, a casi 90 kilómetros de la ciudad de Salta, por la ruta nacional 51.
Primero fueron quizás 15 platos, como mucho, los que servían. El lunes último fueron 3 mil raciones aproximadamente las que se entregaron; todas en el patio de su casa.
Y cuenta Américo mirando una gigantografía puesta en su casa que reza la bienvenida a los peregrinos del Señor y la Virgen del Milagro: “Mi mamá se llamaba Bartolina Barboza y mi papá Epifanio Taritolay. Ellos fueron los que comenzaron recibiendo a los caminantes y hoy la continuamos sus hijos”, dijo. Y en ese momento se quiebra: “Mis padres salían a la ruta a recibir a los peregrinos de rodillas. Era tal el despojo, la humildad, la solidaridad y la entrega por esos fieles de Dios que las montañas se conmovían por ese gesto. Los caminantes le entregaban la cruz que va al frente, mis padres la besaban y todos se fundían en un abrazo incondicional. Luego entraban todos a la casa y comíamos juntos. Hoy seguimos haciendo eso y mis hijos ya lo comenzaron a hacer por lo que está asegurada la continuidad de los Taritolay como servidores de Dios”, relató el hombre.
Sin embargo, esta familia contó este año con ayuda divina. El grupo autodenominado “Amigos de San Francisco”, comandados por el padre Miguel Hilal, debutó este año como “esclavos de Dios” brindando el almuerzo en ese paraje a los más de 3 mil peregrinos que llegaron ese lunes.
“Yo les agradezco a los muchachos que llegaron y a la comisión que ahora funciona para la logística de los peregrinos. Esta organización además nos concluyó unos baños que teníamos a medias”, dijo Américo antes de recibir a la gente.
Detrás de su casa estaba el cura con su sotana franciscana revolviendo una de las cuatro ollas del feroz guiso de lenteja que prepararon.
El domingo viajaron a la montaña y prepararon la comida por la noche, soportando los 10 grados bajo cero que se registraron en la madrugada.
Los Amigos de San Francisco son casi 40 changos compañeros del Full Center Gym más otros fierreros adictos a las cafeteras que se juntaron para llevar su acción solidaria a los caminantes. No es la primera vez que lo hacen; el año pasado estuvieron cerca de Cafayate y les fue bien. Este año el desafío fue mayor y lo cumplieron con creces.
Para entender de lo que se habla es mejor contar algunos números. La fuente fue el “Gringo” Pablo Rada quien ofició de jefe de cocina y fue el que dio las órdenes que fueron cumplidas al pie de la letra.
“Fueron 37 los ayudantes para cortar los 500 kilos de carne. Trajimos 370 kilos de lentejas y 120 de arroz. Usamos 6 bolsas de cebollas, 7 de papas y dos cajones de morrones. Se debe agregar los 40 kilos de chorizo colorado y panceta. Todo cocinado con una caja larga de camioneta llena de leña que trajimos desde Salta”, dijo Rada.
Además se repartieron 3 mil botellitas de agua mineral, 6 mil mignones, 6 mil bananas y otras tantas mandarinas. 
Al mediodía el sol no podía derretir el hielo y la sequedad del paisaje castigaba la piel de los forasteros solidarios. El viento comenzó a traer las alabanzas, y los cantos peregrinos. Y llegó el malón de la fe a paso rápido y firme. El grupo respondió. Tenían miedo de que no alcance, pero como en el milagro de la multiplicación de los panes y peces, los Amigos de San Francisco le dieron de comer a los peregrinos, policías, choferes de ambulancias, personas que asisten a los caminantes, fotógrafos, camarógrafos y periodistas que acompañan el camino de los que tienen firmado el pacto de fe con los patronos de Salta.

Ni bien termina, otra promesa los desafía

Sin dudas que otro de los momentos más emotivos fue el encuentro de los sacerdotes. 
De un lado llegó caminado Dante Bernacki con las 3 mil almas por detrás y del otro lo esperaba Miguel Hilal con su tropa incondicional.
Se fundieron en un gran abrazo y el cura Miguel fue el encargado de repartir las bendiciones que la multitud escuchó atentamente. Nadie tocó la comida hasta ese momento
No fue un discurso vacío; se centró en la actualidad de los acontecimientos mundiales. Pidió por las víctimas del terremoto en México y vinculó esta tragedia al origen de la devoción salteña por los santos patronos.
En ese momento fue que los Amigos de San Francisco comenzaron a repartir la comida, las bebidas y las frutas. La familia Taritolay fue en todo momento la protagonista en la organización. Servir 3 mil platos no es fácil y ellos tienen la gimnasia de los años sobre sus espaldas.
Cuando todos comieron los religiosos tuvieron un momento para la reflexión, sin embargo aún hay explicaciones que las dejan en manos de Dios.
Es evidente que ninguno de los dos parece tener respuestas lógicas sobre este fenómeno que crece con el tiempo. 
“Cada año se incrementa el número de peregrinos y de la gente que los ayuda. No hay explicaciones para esa fe”, dijo Bernacki. 
“Lo que nos mueve es la solidaridad. No somos políticos ni empresarios, no tenemos aportes de ninguna institución. Somos amigos que nos juntamos y que confiamos el uno con el otro. Hoy nos salió todo bien, con lo cual quiero decir que ya está sellado con tinta invisible el contrato para el año que viene”, confirmó Hilal.

 

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