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El sonido de las rocas

Lunes, 01 de octubre de 2018 00:00

Desde antiguo el hombre observó que las rocas y los minerales tenían características de color, olor, sabor, tacto y sonido que podían distinguirse con los órganos de los sentidos.

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Desde antiguo el hombre observó que las rocas y los minerales tenían características de color, olor, sabor, tacto y sonido que podían distinguirse con los órganos de los sentidos.

Esas características organolépticas fueron las que permitieron los primeros esbozos de clasificación.

El color amarillo del oro, el olor de los sulfuros, el gusto salado de la sal y la suavidad del talco representan algunas de las peculiaridades del reino mineral.

Entre ellas está el sonido que emiten ciertas rocas o minerales al ser golpeados con un martillo. Algunas rocas generan un fuerte sonido metálico, como una campana o un tubo de acero, mientras que otras dan sonidos apagados, destemplados o roncos.

A esas rocas que emiten fuertes sonidos al golpearlas se las llama "piedras sonoras" y pueden pertenecer al amplio mundo de las rocas ígneas, sedimentarias o metamórficas.

En realidad va a depender de la cohesión de los granos minerales, del tipo de minerales presentes y de la naturaleza o textura del entramado cristalino.

Mi amiga, la montaña

Precisamente en las montañas al oeste de Salta, los andinistas notaban que en la cumbre del Nevado de Lesser o Castillo existían unas lajas que emitían un ruido particular al ser golpeadas. Al parecer y según refieren sus colegas, fue el notable y recordado montañista salteño José Fadel, autor de "Mi amiga la montaña" quien lo habría bautizado como Piedra Sonada. Otro ejemplo notable de sonoridad lo constituyen las rocas negras que aparecen alrededor del pueblo de Tastil (Salta), donde está situada la ciudad arqueológica prehispánica.

Allí se encuentra una masa granítica vieja, de fines del periodo Precámbrico, que atravesó rocas lajosas marinas. Aquel antiguo magma produjo un contacto caliente con las rocas que encontró a su paso a las cuales les originó un metamorfismo térmico.

El barro y la música

En términos comunes es como poner un pan de barro o adobe arcilloso en un horno y sacarlo convertido en un ladrillo. Algo así pasó unos 550 millones de años atrás en esa región de Tastil transformando a las capas lajosas de arcillas en rocas cocinadas, grises a negras, con desarrollo del mineral cordierita (alúmino-silicato de hierro y magnesio), las que reciben el nombre generalizado de hornfels o corneanas. Algunas de ellas emiten un claro sonido metálico al ser golpeadas. Al parecer, se especula que los antiguos habitantes de Tastil pudieron organizarlas por tamaños, forma y naturaleza del sonido emitido a los efectos de golpearlas y generar algún tipo de música. En el museo de Tastil, que merece ser visitado, se exponen dichos especímenes de rocas musicales. Ese tipo de arreglo de las rocas se conoce como litófonos, de lito igual a roca y fono igual a sonido. Se han encontrado en varios pueblos primitivos y son bastante conocidos los de las Islas Canarias, donde los "litófonos canarios" se encuentran especialmente en Tenerife, El Hierro y Fuerteventura. Es más, en algunos países se han fabricado litófonos modernos para crear música y dar conciertos ya sea solos o acompañados por otros instrumentos de cuerda o percusión.

Una de estas experiencias se realizó en Alicante (España) donde colaboraron artistas, músicos y geólogos. Entre ellos la artista mexicana Yoliztli Villanueva y el geólogo español Hugo Corbí. En el caso de los geólogos la tarea fue definir los distintos tipos de rocas y el sonido que emiten al percutirlas en orden a establecer una correlación entre litología y respuesta acústica.

Litófonos y piedras campana

El famoso conjunto megalítico de Stonehenge en Inglaterra, que data de los tiempos neolíticos, fue asimismo interpretado por algunos autores como un gran litófono. Algunas de las rocas del monumento fueron trasladadas por los hombres prehistóricos desde 200 km de distancia. Investigadores ingleses han golpeado las rocas o "piedras azules" con martillos de piedra y demostraron que ellas suenan como campanas, percusiones y "gongs". Grabaron los sonidos y estudiaron la distancia hasta donde podían ser escuchados los golpes en las rocas. Así llegaron a la conclusión que los ruidos emitidos por los litófonos podían oírse desde lejos lo que avala la teoría de que pudieron ser usados como medio de comunicación o en rituales. También encontraron que rocas similares de la comarca fueron usadas como campanas hasta el siglo XVIII. En general a las rocas que suenan como campanas se las conoce como fonolitas, del griego rocas que suenan. Ahora bien, las verdaderas fonolitas son un tipo particular de rocas volcánicas de grano fino y naturaleza alcalina. Se las encuentra en muchos países y también en las Islas Canarias como se mencionó antes. La propiedad de emitir sonidos de ciertas rocas al golpearlas hace que muchos lugares reciban nombre afines como Musical Stone (Piedra Musical, Inglaterra), Bell Rock Range (Sierra de la Roca Campana, Australia), Ringing Rocks Park (Parque de las Rocas que Repican, Pensilvania, EEUU), Cerro de la Campana (Hermosillo, México), Cerro de las Campanas (Santiago de Querétaro, México), entre muchos otros.

Los topónimos que hacen referencia a rocas y su relación con música o sonidos, puede ser una buena guía para identificar estos lugares que en muchos casos se convierten en atractivos turísticos. Los mitos sobre piedras que hablan, gritan o cantan pueden ser utilizados en igual sentido. En la Puna argentina hay unos basaltos muy duros y de textura fina que el viento desgasta creando ventifactos y que tienen también propiedades sonoras.

En Uruguay hay un ejemplo muy interesante de "Piedras Campana" que fuera investigado por la musicóloga Mariana Berta, quien grabó y estudió los sonidos metálicos que emitían al ser golpeadas. Se trata de una roca ígnea plutónica, tipo símil granito negro, que en realidad es un gabro de edad proterozoica. En el lugar aparecen dos bloques in situ, uno más grande de seis toneladas y uno más chico de dos toneladas, que al parecer desde tiempos remotos fueron utilizados por su curiosa musicalidad.

Berta los interpreta como un idiófono natural y lo define como “un instrumento de cuerpo sólido, vibrante, inextensible, de piedra, en un bloque fonolito percutido con una piedra de menor tamaño”.
Corroboró luego de experimentar con martillos y otros objetos que el mejor sonido es el que se logra golpeando la piedra con otra piedra.

La voz de la piedra

Además descodificó cuáles eran las notas musicales que se generaban al golpear la roca. André Schaeffner, escribió el “Origen de los instrumentos musicales” (1968) y menciona varios ejemplos de piedras sonoras.
En Egipto describe un caso sumamente curioso. Se trata de uno de los colosos de Memnon, en Tebas, que al contacto de los primeros rayos del sol producía espontáneamente un sonido análogo al de una gran campana.

Un calor matinal

Se comenta que la estatua, inclinada en el sentido de los rayos solares, recibía súbitamente el calor de la mañana y pasaba sin transición del frío de la noche tropical a la temperatura elevada del sol egipcio. Se producía entonces una dilatación en su estructura cristalina, y una especie de detonación, prolongada por la sonoridad de la piedra, se hacía oír dos veces encantando a los auditores con un sonido análogo al de una gran campana.
Actualmente, al golpear la estatua con un fragmento de piedra, esta vibra, resuena y da un “la” grave muy hermoso. Según Schaeffner sería el ejemplo más puro de idiófono. También menciona que en la meseta de Bandiagara (Mali) existe una gran piedra bruta llamada “Tambor” por los nativos Dogon que la percuten con otras piedras. Se comenta que la mayor piedra sonora se encuentra en la Pagoda de los Fonolitos (Vietnam), donde cuelgan enormes placas de roca de 10 cm de espesor que fueron cortadas expresamente para fabricar ese instrumento musical de piedra.
 No solo las rocas emiten sonidos sino también algunos minerales caso del hierro nativo de los meteoritos o la magnetita, un óxido de hierro magnético duro y pesado. Espíritus con sensibilidad musical pueden encontrar en las rocas sonoras un tema de investigación novedoso.

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