¿Todos somos objeto de psicoanálisis? La gente cree algunas veces que solo es para los locos...
(Risas) No, ya no... por suerte no. No está contraindicado en nadie, lo que ocurre es que el psicoanálisis invierte la posición de objeto del ser humano. Lo que haría un análisis es que tomaría esa posición y la daría vuelta, es decir que el sujeto dejaría de ser objeto de su sufrimiento o destino, es decir de cómo fue predestinado en su ambiente familiar y podría hacer otra cosa o algo más interesante de su vida.
¿Existen contextos o situaciones que impulsan o motivan a un mayor malestar?
No necesariamente, porque si tomamos el caso de una subjetividad que se llama la paranoia, en las grandes catástrofes encuentra una estabilización. Eso no se puede generalizar, no hay generalizaciones, es uno por uno. Tal vez existe alguien que encuentra una posibilidad inventiva de responder en una crisis y que antes no lo podía hacer. La crisis social en si misma no explicaría la causa del malestar de nadie.
¿Existen aspectos que caracterizan a los argentinos en tema de psicoanálisis?
Es muy difícil responder esa pregunta, pero lo que sí podemos decir es que lo que se tiene en cuenta es el archivo como un contexto de comparación. Hay una mentalidad que en un punto es una ficción, una mentalidad media y donde yo diría que esa mentalidad juega en cada paciente y en cada uno respecto de sus ideales. Creo que en un punto existe una cierta capa media donde ese ideal mira siempre a una capa más alta, es decir que está el sueño de vivir como si se tuviera un poder adquisitivo mayor y eso forma parte por supuesto de una ilusión, la ilusión siempre es un factor político. Es usada políticamente. Hay un imperativo social editado y fomentado por la publicidad y por los grandes medios de comunicación de que teniendo un determinado estandar de consumo se llegará a un estado de felicidad. Sin dudas es algo que el psicoanálisis desmontará, porque la angustia, lo que ocurre en el cuerpo, desarma cualquier ideal.
¿Qué efectos produce la angustia?
La angustia desarma a un sujeto y entonces hay algo que empuja y que en esos casos es muy importante la respuesta que se le da para que ese empuje no conduzca a una persona hacia lo peor. Es muy importante que pueda acudir a un psicoanalista en esos momentos de urgencia.
¿Cómo calificaría la realidad del psicoanálisis?
El psicoanálisis ya cumplió unos cien años y su capacidad de respuesta se va innovando permanentemente. Actualmente podemos dar una perspectiva si se quiere universal, europea, norteamericana, argentina y en especial lo que puede ser el contexto de cada ciudad.
La orientación lacaniana a la que pertenezco va dando respuestas a nivel conceptual y tiene consecuencias a nivel práctico clínico sobre distintas problemáticas actuales, ya sea los problemas vinculados a los movimientos de género, la nueva participación que tienen las mujeres en la vida social a través de toda una legislación y modificación jurídica de sus derechos. Otro aspecto podría ser lo vinculado a las respuestas que da el psicoanálisis a situaciones de angustia que toman distinta envoltura formal. Esa situación de angustia, puede tomar la forma de la toxicomanía, de actos violentos a nivel de las escuelas y a nivel de la vida comunitaria.
¿Qué opina sobre el concepto de que el psicoanálisis es limitado a ciertos grupos ?
El psicoanálisis es una instalación móvil y el analista es un objeto nómada donde es susceptible de desplazarse en distintos contextos. No se trata del cliché de que el analista está en su consultorio con una buena decoración de interiores o está en una sala de hospital solamente detrás de un escritorio, sino que puede intervenir por ejemplo en el ámbito escolar, de una interconsulta, en una terapia intensiva, intermedia.
¿Cómo se hace para trasladar a la sociedad una práctica que se cree es para gente con dinero?
Se puede tomar una referencia de Jacques Lacan con un gran texto del año 1958, que se llama "La dirección de la cura y los principios de su poder". Allí este autor remarca que a veces un paciente demanda tratamiento teniendo una idea de como será el tratamiento de acuerdo a la difusión cultural que ha recibido del psicoanálisis.
¿De qué o quién depende eso?
Está en las organizaciones analíticas hacer una difusión, una extensión de la propuesta analítica de tal forma que la opinión pública se entere de que hay un acceso al tratamiento. En el caso de la institución a la que pertenezco, EOL (Escuela de Orientación Lacaniana), tiene una red asistencial en la que los analistas atienden determinadas problemáticas sociales de una forma accesible. También tengo conocimiento de que en esta ciudad también hay un espacio de atención analítica.
¿Cree que existe falta de reconocimiento en la labor que realizan los psicólogos en ámbitos como educación y salud?
Muchos practicantes del psicoanálisis se inician haciendo integraciones escolares y lo que hay que considerar es como se las arreglan para que su intervención no caiga en saco roto. Por supuesto que la intervención valdrá y las consecuencias que puedan llegar a tener van más allá del lugar asignado por un presupuesto o una política de Estado, es la capacidad de intervenir sobre ese niño, maestra, cuerpo docente que va tener su eficacia. Un Estado debe darle un presupuesto a la educación y la salud mayor a lo que siempre tiene. Los recursos vinculados a estos ámbitos pertenecerían al orden de lo necesario. El psicoanálisis siempre aparecerá en la grieta del sistema.
¿Existen proyectos en torno a la integración del psicoanálisis en todos los estratos?
No sé si tanto como proyecto pero sí la inclusión de psicoanalistas en el ámbito jurídico y en el ámbito médico. Existe por ejemplo un intento de actuar en los pacientes que piden una intervención quirúrgica de cambio de sexo. Ahí hay una primera aproximación de inclusión de practicantes de psicoanálisis en esos equipos. Todavía no se saben los resultados, pero se va haciendo individualmente en cada practicante.
¿Cómo ve el futuro del tratamiento?
Lo interesante es que el psicoanálisis depende de cómo se hagan las cosas. No de la universidad ni del Estado, sino de las organizaciones psicoanalíticas y de los propios analistas. Lo es en la medida en como se trabaje, la seriedad y el compromiso que se tenga.
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