POR LILIANA ALFARO El Tribuno Jujuy
-¿Cómo ha sido su planteo respecto a esto de ponerle límites a los chicos?
Pensar en límites es toda una construcción que tiene que ver con los aprendizajes, poder pensar que no todo pasa por experimentarlo sino que pasa por enseñar cuestiones que hagan que sea necesario poner los “sí” y los “no” donde corresponde. Es necesario que el adulto tenga una mirada asertiva sobre las respuestas que tenga que dar a sus hijos, en tanto pueda permitirse compartir y dialogar con sus hijos. Estamos en un mundo de diálogo, de la comunicación donde el chico ya no acepta el sí por el sí y el no por el no, sino que tanto el sí como el no se establecen a través de acuerdos. El hecho de empezar a trabajar estos acuerdos desde niños, vamos a hacer un sujeto participativo, democrático, responsable, el lugar donde su existencia sea posible en tanto exista el otro, y el otro está ahí para vivirlo en las relaciones locales.
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-Dijo a modo de ejemplo que chicos caprichosos tienen padres sobreprotectores, ¿cómo se da este esquema?
Yo estaba hablando de estilos educativos, autoritarios, el sobreprotector, el permisivo y el asertivo. El estilo autoritario, son padres que ponen demasiadas normas con mucho rigor, y lo que van a producir entre otras cosas son niños con muy baja autoestima o agresivos; o padres demasiados permisivos que le cumplen todos los deseos a sus hijos y van a producir niños inseguros, inestables y caprichosos. Los padres asertivos sería lo mejor, aquel que tiene la palabra o la respuesta necesaria y coherente a partir del diálogo van a producir un niño que también construye una respuesta
-¿El consumismo que genera la sociedad y que los padres quieren dar podría ser contraproducente?
Los padres que quieren dar que den, no importa qué den sino cómo le den, desde qué lugar se da, que lo que medie entre la cosa y lo que le quiero dar sea la palabra, pero también dar en los momentos necesarios. No le puedo dar a una niña de 15 años una moto, porque su cuerpo está preparado para que ande en una moto pero posiblemente no su cabeza, y se va a terminar matando en la esquina. Cuáles son los momentos evolutivos para decir “ahora le puedo dar esto”, respetar los momentos en el dar, si le doy hablando lo que le estoy dando, sabiendo lo que le doy porque tengo para darle y entonces es porque hay un lugar para poder darle. No es que me saco la camiseta para mandarlo a Walt Disney, a Miami, para hacer el cumple de quince, Bariloche,… puedo tengo, ¿existen los medios?
-Se dice que se están perdiendo los valores… ¿qué opina?
El tema de los valores tiene que ver con la construcción social, en cada época se va transformando. Entonces tenemos que analizar la trasformación de los valores, cuáles son los nuevos valores que van apareciendo, las nuevas realidades, las nuevas construcciones, y en relación a esas construcciones empezar a poder pensar cómo respetamos al otro y cómo le damos el lugar a ese otro.
-Otro de los temas que abordó se centraba en la culpa que algunos padres tienen, o que ¿buscan brindar a sus hijos lo que no tuvieron?
A veces una pareja viene de dos estilos de aprendizaje distintos, y los padres tienen que contra-actuar y encontrar espacios para hablar de los hijos, sin bulla, para hablar de la crianza de sus hijos y cómo lo ven a diez años o veinte por la forma en que lo están educando. Pueden transformar muchas cosas y pensar que los modos en que han sido educados pueden ser positivos y a veces no. De una educación permisiva a veces nos volvemos muy permisivos, y de una autoritaria se vuelven permisivos, hay que buscar un término medio.
-También habló sobre la tendencia de algunos padres y temor a traumatizar a los hijos si se les dice algo… ¿Cómo lo explica?
Los padres vienen con mucho miedo hoy en día, si le damos, si no le damos, si hacemos o no, cómo hacemos, dónde lo mandamos. Vivimos una sociedad más insegura, más comunicada pero la comunicación a veces trae consigo mucha inseguridad. A veces hay que decirlas como son, no hay que buscarle otras caras, no lo estamos traumatizando si no decimos como son. Cuando no decimos como son, cuando no ponemos palabras ahí posiblemente aparece el trauma.