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El drama de los paseros, una esclavitud moderna

Martes, 15 de marzo de 2011 21:26

En un mundo globalizado y expectante de los fenómenos naturales que azotan a otras latitudes, pareciera no importar lo que pasa dentro de nuestras fronteras problemas que tienen la misma relevancia e importancia porque ocurren a diario y desde hace bastante tiempo. Si bien no afecta directamente al ciudadano “argentino”, como seres humanos observar situaciones en que la dignidad humana fue quebrantada a tal punto de hacer lo que fuese por llevar un poco de alimento al hogar, sin dudas puede conmover a cualquiera.

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En un mundo globalizado y expectante de los fenómenos naturales que azotan a otras latitudes, pareciera no importar lo que pasa dentro de nuestras fronteras problemas que tienen la misma relevancia e importancia porque ocurren a diario y desde hace bastante tiempo. Si bien no afecta directamente al ciudadano “argentino”, como seres humanos observar situaciones en que la dignidad humana fue quebrantada a tal punto de hacer lo que fuese por llevar un poco de alimento al hogar, sin dudas puede conmover a cualquiera.

La situación de los “paseros” entre La Quiaca y Villazón (Bolivia) representa una de las peores formas de trabajo, tanto para mujeres, hombres adolescentes y niños, por las condiciones en que se lleva a cabo dañando la salud principalmente.
A diario deben cruzar la frontera la mayor cantidad de veces posible, llevando consigo mercaderías que van desde cajas de manzana hasta harina, pañales, materia prima y todo lo que requiere el mercado altiplánico.
 

Sobre las espaldas

Es lo que le permite a estas personas obtener una mayor remuneración, con un alto costo para su salud ya que se ven obligados a “trotar” con las cargas por un angosto puente antes utilizado por el desaparecido ferrocarril, exponiéndose a constantes riesgos y con bultos que en la mayoría de los casos quintuplican el propio peso de la persona transportándolo directamente sobre sus espaldas. Por supuesto los ingresos de los paseros que transportan mercaderías por cuenta de terceros no condicen para nada con una realidad diaria y angustiante, los “compradores” del lado boliviano son mercaderes que poco les importa cómo se las arreglan para cruzar lo comprado del lado argentino, familias enteras trabajan desde horas muy tempranas de un lado a otro de la frontera, obteniendo un magro pago semanal. Trabajando muchas horas bajo el abrasador sol, carecen de servicios sociales y dependen de las condiciones impuestas por los comerciantes o intermediarios.
Por otra parte entre en esa ciudad boliviana aún existe un alto porcentaje de trabajo infantil, un número considerable de las personas trabajando como paseros son menores. Las madres dejan a veces a sus hijos al cuidado de la mercadería que luego será pasada, situaciones de riesgo para los niños/as más pequeños, que al no trabajar aguardan solos en la calle y en las proximidades del puente fronterizo la finalización de la jornada laboral, niños que en su mayoría no asisten a la escuela o lo hacen esporádicamente.
 

Datos desalentadores

El Departamento Potosí es uno de los más pobres de Bolivia, Villazón pertenece a la provincia Modesto Omiste actualmente tiene 50.000 habitantes dentro de su ejido urbano sin contar poblados cercanos, por supuesto al no ser una zona productiva la pobreza aqueja y mucho. Esta situación es aprovechada por los comerciantes que pagan desde 1 hasta 5 pesos bolivianos, es decir 0,75 centavos a 3 pesos argentinos dependiendo cuál sea la carga transportada, por cada viaje. Lo que más reditúa es la harina también es una de las más riesgosas porque a la larga trae consecuencias irreversibles para la columna del ser humano, entre varias familias se reúnen para transportar la mercadería de un camión durante un solo día, al llegar el viernes cada una recibe 500 pesos bolivianos es decir 300 en moneda nacional semanalmente. Más del 60 % de los paseros de La Quiaca-Villazón carga, sobre sus espaldas, entre 10 y 19 veces bultos con un peso promedio de 70 kilos por vez. Cerca del 30 % más de 20 veces dependiendo del número de integrantes del grupo familiar. A pesar que desde organismos como la OIT (Organización Internacional del Trabajo) calificó el trabajo de los paseros como “peligroso” y “una de las peores formas de trabajo infantil” aún en pleno siglo XXI hay situaciones de esclavitud moderna que por la pobreza tiende a profundizarse más especialmente en esa zona de frontera.