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Desafíos y estrategias para cincuenta años

Domingo, 08 de mayo de 2011 19:39

Tras los primeros anuncios importantes, como en una novela por capítulos, la política vernácula entró en una meseta y se esperan en los próximos días nuevas entregas con más acontecimientos y definiciones -como la fecha de elecciones provinciales con un alto porcentaje a favor de ir junto con las nacionales- que vayan revelando pistas para aproximarnos al final. Detrás de esa pausa, aparecieron algunos temas importantes: proyectos para la Provincia como ejes de desarrollo de cincuenta años, que vale la pena mirar con esperanzas y un enfrentamiento mediático de singulares características.
 

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Tras los primeros anuncios importantes, como en una novela por capítulos, la política vernácula entró en una meseta y se esperan en los próximos días nuevas entregas con más acontecimientos y definiciones -como la fecha de elecciones provinciales con un alto porcentaje a favor de ir junto con las nacionales- que vayan revelando pistas para aproximarnos al final. Detrás de esa pausa, aparecieron algunos temas importantes: proyectos para la Provincia como ejes de desarrollo de cincuenta años, que vale la pena mirar con esperanzas y un enfrentamiento mediático de singulares características.
 

Jujuy del futuro

A veces, fantaseamos con una provincia poderosa, independiente y autónoma. El federalismo argentino, históricamente sólo real de la boca para afuera, siempre conspiró en contra. Pero de cuando en cuando aparecen hechos que renuevan la fe. En la semana que pasó, ocurrieron dos que pueden marcar rumbos en las próximas décadas: la minería que busca ponerse de pie, y el ferrocarril como un sueño posible. Claro, hay que cuidarse de entusiasmos pasajeros y de oportunismos voraces. Detrás de la tradicional minería (como la poderosa Mina El Aguilar y la renacida Mina Pirquitas), apareció el boom del litio. Advirtiendo la importancia, el gobernador Barrionuevo dio varios pasos: declaró al elemento como estratégico para el desarrollo jujeño, obtuvo una ley que respaldó su iniciativa, se contactó con autoridades bolivianas, donde el tema litio es cuestión de estado (y de estatización), para coordinar posibles cooperaciones y desafió a los jujeños a pensar en grande. Precisamente en este punto está la cuestión. No se podrá explotar el litio sin contar con inversores extranjeros, pero hay que marcarles la cancha con las condiciones que impongamos los jujeños, y darles las seguridades jurídicas y el respeto necesario a sus riesgos empresarios. El litio parece ser el material de futuro, ya que estará en todo tipo de generación, acumulación y uso de energía, y cuando el petróleo comience a faltar, alimentará la nueva generación de motores eléctricos. El futuro aparece inconmensurable. Pero junto a los enormes yacimientos jujeños aparecen quienes creen haber tropezado con la gallina de los huevos de oro. Y como el capital -sobre todo internacional- es asustadizo, (por llamarlo de una manera sensible), se deberá extremar el equilibrio en las pretensiones. Hoy aparece como imposible exigirles a los inversores que trasladen las fábricas de baterías a Jujuy, pero sí es probable exigirles algún tipo de industrialización intermedia antes de la exportación de la materia prima. Que sea un buen negocio, y a la vez, fuente genuina de desarrollo y riqueza para los jujeños. Los capitales y la tecnología serán bienvenidas, si Jemse (Jujuy energía y minería, Sociedad del Estado, otra iniciativa loable del Poder Ejecutivo) es el ente que los controla, regula y es garante de todas las partes interesadas. En ese equilibrio e inteligencia, aparecerá en forma automática la consideración a las comunidades aborígenes, ancestrales propietarias de los suelos con riqueza; se establecerán las normas de cuidado del medio ambiente y los ecosistemas, y estará el fin de la torpeza de quienes siguen negándose a la minería por la negación misma, haciendo de esa lucha una bandera política que pretende asfixiar el desarrollo productivo para reemplazarlo por un estado clientelar y asistencialista. Ni trabas ni exigencias absurdas por un lado, ni entrega de la riqueza sobre la persistente miseria de sus dueños, por el otro. La visión estratégica, quizá esté en el refrán popular: “ni tan duro que lastime, ni tan blando que no se sienta”.
 

“No voy en avión...

...voy en tren”. Otra vía para llevar Jujuy al futuro, es sin dudas, volver al tren. Cuando Walter Barrionuevo dijo en su mensaje a la Legislatura que impulsaba un ferrocarril desde Abra Pampa a Chile, a muchos les sonó a fantasía. Sin embargo la idea siguió, y junto a las esperanzas nunca muertas de los ferroviarios -y de muchos jujeños- de reinstalar el tren entre Jujuy y La Quiaca, el ramal que una la Puna con el desierto de Atacama aparece con firmeza. El Colegio de Ingenieros de Jujuy, conducido por César Barreto, organizó un seminario sobre el ferrocarril de trocha angosta, convirtiéndose en la primera entidad privada que hoy zafó de la perturbadora inmediatez y mira por sobre la tapia hacia el futuro. La empresa es posible, técnica, económica y financieramente, y como el Paso de Jama, deberá convertirse en una causa provincial que defendamos todos los jujeños. El gobernador se irá a Chile dentro de unos días, y llevará encarpetados los sueños del litio y del tren trasandino en procura de interesar al presidente Sebastián Piñera. Todo Jujuy debería acompañar estas iniciativas que además de las dificultades propias de las grandes empresas, tendrá otras. Una locomotora puede llevar la carga de cien camiones, a menos costo y con menor riesgo. Pero también, con sus ruedas de hierro puede pisar los callos del proyecto “moyanista” del transporte nacional (y del poder). Y eso será una batalla terrible.
 

Culebrón

Sucedió una nueva vuelta de tuerca del culebrón que algún guionista de televisión venezolana no trepidaría en titular “M y M: historia de un amor que vence al odio”. Los protagonistas, enfrascados en una guerra de solicitadas se acusan mutuamente de ser sembradores de discordia y odio, y se auto-adjudican el rótulo de propietarios de un amor tan grande que debería ser masivamente reconocido por la sociedad. La historia se remonta varios años atrás y nadie en Jujuy puede decir ni cuál fue el momento preciso del quiebre ni quién de ellos arrojó la primera piedra. Pero el eje del libreto enfrenta a Milagro Sala con Gerardo Morales en un argumento donde la jefa de la agrupación Túpac Amaru y de la red de agrupaciones sociales muestra logros imposibles de desconocer en procura de favorecer a una enorme porción de excluidos, pero que por sus métodos non sanctus terminó siendo llevada hasta los estrados de la Justicia Federal por el senador radical, quien a su vez se ufana de haber logrado para Jujuy una paz social, que obviamente ni es tan real ni lo reconoce como autor. Dentro de la UCR la vulcanizada conducción de Morales jamás reconocerá el sordo clamor de muchos cuadros que no están de acuerdo con estas prácticas pero que no se animan a plantearlo a viva voz. Dentro de las organizaciones sociales -con otra conducción cristalizada con estilo diferente- el efecto de las embestidas sólo sirve para realimentar el fervor de los seguidores. En el seno de la sociedad, el impacto es el mismo que el de una cañita voladora que cae en el barro. La UCR no se cubrió de votos ni se atoró de nuevas afiliaciones, y las agrupaciones sociales ni piensan modificar su perfil después de estos cruces.

Hay, similitudes y diferencias. El estilo de conducción del senador Morales, como el de muchos, parece empeñado en importar maneras y efectos de comunicación que muchas veces en Jujuy no sólo no rinden lo esperado, sino que por el contrario, producen rebotes negativos al momento de la recolección de los frutos. Dicen los que saben que el “ABC” de la comunicación indica que tan importante -o más- que el efecto inmediato es el efecto residual, que queda grabado, permanece y finalmente explícita o subliminalmente, influye en las decisiones futuras del target al que apuntó. Pero seguramente el senador manejará aspectos reservados de la planificación de su carrera electoral que los jujeños aún no sabemos y quizá nos sorprenda mañana con un rotundo aprovechamiento de los pasos que da hoy. Por su parte Milagro Sala, quizá aconsejada por su círculo íntimo y también en gran medida por una actitud intuitiva que le marca su experiencia, bajó los decibeles en muchos de los costados más estruendosos de su accionar. Hasta estuvo en estos días reunida con el secretario de Minería de la Nación, Jorge Mayoral expresando la disposición de la Red de Agrupaciones Sociales, (cuyos directivos la acompañaron), a apoyar el desarrollo minero de la región. Además de los plácemes del funcionario nacional, obtuvo de él el compromiso de gestionarle ante las autoridades provinciales un lugar en la mesa conductiva de la Jemse, empresa minera recientemente lanzada para regir al sector. Extrañó el método de puentear al gobernador, que es quizá ante quien debiera haber radicado su inquietud. Al margen, es de suponer que ella -y su gente- habrán valorado concienzudamente si este nuevo estilo caerá bien o mal en la gente, si será creíble o no y cuáles serán sus efectos en el futuro de la Túpac y las Redes. Como sea, estos dos protagonistas de la vida pública jujeña seguirán conviviendo en el marco de su desamor, mostrando la paradoja de profetizar que el amor vence al odio, sin poder predicarlo entre sí con el ejemplo. La rueda de periodistas arrojaba un piadoso humor sobre una disputa que a veces alcanza ribetes patéticos: “Cuidado -advertía un colega- que hay un tango que dice: "rencor, tengo miedo, de que seas amor’. Otro, más jujeño recordaba: Mi abuela sabía decir "porque te quiero, te aporreo’”.