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Jujeños colmaron los cementerios provinciales

Viernes, 02 de noviembre de 2012 22:20

Por la mañana influyó la lluvia pero por la tarde los deudos se volcaron masivamente a las necrópolis capitalinas, al conmemorarse ayer el “Día de los Fieles Difuntos”.
En el cementerio El Salvador la mayor cantidad de personas se congregó durante la misa del obispo César Fernández, mientras que en el Rosario la presencia multitudinaria fue constante y el reflejo de las tradicionales costumbres de la provincia.

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Por la mañana influyó la lluvia pero por la tarde los deudos se volcaron masivamente a las necrópolis capitalinas, al conmemorarse ayer el “Día de los Fieles Difuntos”.
En el cementerio El Salvador la mayor cantidad de personas se congregó durante la misa del obispo César Fernández, mientras que en el Rosario la presencia multitudinaria fue constante y el reflejo de las tradicionales costumbres de la provincia.

Antes de “levantar las ofrendas” muchos fieles de la Capital decidieron visitar a sus difuntos por la mañana. A pesar de que la lluvia fue un problemas indicaron que prefirieron una mañana fría a las calurosas jornadas del año pasado.

La gente comenzó a llegar al cementerio El Salvador durante las primeras horas, cuando empezaba a percibirse la llovizna arribó el obispo Fernández para celebrar la misa principal que fue programada en la cruz, pero debió trasladarse a la capilla. Durante la hora que duró la celebración la entrada colapsó debido a que no pudo contener la gran cantidad de personas que participaron de la Eucaristía.

Monseñor Fernández expresó que el espíritu de las jornadas vividas es despertar el sentido de la fe para vivir el recuerdo de los seres queridos difuntos. “Sabemos que desde el bautismo comenzamos un camino que nos lleva al cielo y por eso pedimos al Señor por ellos, por si necesitaran de nuestra oración para entrar al reino de los cielos”, mencionó Fernández, agregando que todos sabemos que la muerte es un hecho natural, recordando la pasión de Jesús.

Finalizada la misa, las personas continuaron con sus visitas, la mayoría trasladando escaleras y limpiando las sepulturas y nichos. La mayor cantidad de personas se congregó junto a la sepultura de la “almita Sibila”, al cumplir 104 años de su fallecimiento.

En referencia a la actividad el director de Cementerios, Julio Esper, expresó que contaron con la colaboración de la Dirección de Tránsito y de la Policía de la Provincia para recibir a las numerosas visitas de la fecha.
En cuanto a trámites administrativos indicó que fueron numerosas las personas que se acercaron a pagar sus deudas aprovechando la visita a sus difuntos. “El año pasado tuvimos más de 10 mil visitas y este año lo estamos superando”, dijo el director.

En el Rosario la multitud fue más visible. Cortada la calle 9 de Julio, los floristas y vendedores colmaron el espacio. En el lugar, las personas se encontraban también participando de la misa presidida por el capellán de la Dirección de Cementerios, José Luis González, que realizó la ceremonia en medio de gran cantidad de personas que se refugiaron de la lluvia en diferentes sectores de la entrada. Por su parte el padre señaló que la lluvia fue signo de la bendición de Dios, y además habló de la resurrección de Cristo, por lo que también se encendieron velas en referencia. Por la tarde presidió la misa el obispo Fernández.

La subdirectora de Cementerios Elba Castro expresó que guiados por las planillas que llenaron las estudiantes de enfermería, al mediodía ya eran más de cinco mil las visitas recibidas. Indicó además que trabajaron en el operativo personal de seguridad y de Higiene Urbana, que recorrieron durante las jornadas del jueves y ayer el cementerio.
 

Costumbres

En esta necrópolis las costumbres fueron más evidentes que en El Salvador, algunos entre llantos y otros entre risas recordaron a sus seres queridos frente a sus tumbas. Uno de los casos fue el de Mariana Romero que junto a su familia visitaron a un alma nueva, a su abuela.

Emocionada y entre lágrimas, Mariana relató que visitaron la tumba de su abuela y llevaron las bebidas y alimentos que a ella le gustaba. Además explicaron que todas las flores están hechas de papel justamente porque el difunto falleció hace muy poco tiempo. “Les dejamos algo de los que se brindó en las mesas de las ofrendas, le pedimos perdón por lo que hicimos en vida y que nos ayude a transitar ahora que ella ya está en el cielo”, dijo Mariana acompañada por sus familiares.

Por otro lado, en un clima de alegría y unión se encontraba la familia Chorolque. Nietos y abuelos rodeaban una tumba, y sentados charlaban mientras bebían chicha y colocaban cigarrillos en la tierra.

En una esquina de la sepultura se podía observar también coca quemada y velas. “Venimos todos los años porque heredamos esta hermosa tradición de nuestros abuelos. Estoy visitando en esta tumba a mi abuela y a mi mamá, siempre prendemos velas, y quemamos coca, porque a ellas les gustaba coquear”, relató Angélica Chorolque.

Presidía el encuentro el padre de Soledad de 86 años, junto a él la familia explicó que las velas son para alumbrar el camino del difunto, y que los cigarrillos se colocan en la tierra porque “morimos y volvemos a la tierra”. La familia relaciona esta costumbre con la de la Pachamama, por lo que también vertieron en la tierra alcohol, chicha y todas las bebidas que le gustaban al difunto. (Valeria Alfaro)