Un guardiacárcel jujeño que prestó servicio en la Unidad Penitenciaria 1 del barrio Gorriti, admitió ayer que el director del establecimiento, el militar Antonio Orlando Vargas, estuvo al frente del penal desde el primer día de la dictadura militar, y que ingresó acompañado de gendarmes que estaban armados.
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Un guardiacárcel jujeño que prestó servicio en la Unidad Penitenciaria 1 del barrio Gorriti, admitió ayer que el director del establecimiento, el militar Antonio Orlando Vargas, estuvo al frente del penal desde el primer día de la dictadura militar, y que ingresó acompañado de gendarmes que estaban armados.
Las preguntas de los fiscales estuvieron orientadas a certificar que Vargas conocía que había presos políticos en el penal, pero que además padecieron torturas físicas y psicológicas.
Osvaldo Héctor Carvallo, guardia cárcel, prestó testimonio ante el Tribunal Oral Federal en la causa "Avelino Bazán y otros", luego que el TOF ampliara la imputación de privación ilegítima de la libertad a Vargas, a la que le sumó "torturas a presos políticos".
Bazán, un emblemático dirigente sindical minero de El Aguilar, fue secuestrado y desaparecido en octubre de 1978. Ya había estado detenido en la cárcel de barrio Gorriti de esta capital y en el Penal 9 de La Plata, entre marzo de 1976 y julio de 1978.
Carvallo relató que custodiaba el pabellón 5 de la cárcel ubicada en el barrio de la capital jujeña y que en cada una de las celdas había "tres presos políticos", en un espacio de dos metros de largo por 1,80m de ancho.
Recordó que una noche ingresó un camión del Ejército con presos políticos que venían de La Quiaca, pero en realidad eran trabajadores mineros de El Aguilar que habían sido detenidos.
Algunos de estos detenidos pasaron antes por La Quiaca, Tres Cruces, Humahuaca y el Regimiento de Infantería 20, sede del Área 323.
El propio imputado Vargas había declarado ante el TOF desde su prisión en Ezeiza que nunca hubo "presos políticos" en el penal jujeño.
Santiago Quispe, uno de los mineros que estuvo preso en la cárcel jujeña, manifestó en la audiencia de la víspera que la primera noche en la cárcel lo tuvo "paradito" en una celda en la que no me podía moverse para ningún lado, y desde el techo "caía una gota que me humedeció hasta la rodilla".
Cuando fue trasladado a otra celda, durmió sobre una tarima de madera, y luego le tiraron un colchón, estando con la misma ropa una semana.
Quispe estuvo preso desde el 24 de marzo hasta el 6 de agosto de 1976, recordando que escuchaba golpes y gritos en otras celdas.
Demetrio Mendoza, otro de los testigos de ayer, dijo que lo hicieron declarar en el interior del penal y lo quisieron hacer firmar una declaración "que no era real".
Recordó que un cura, Sixto Villoldo, le preguntaba en sus visitas si mantenía "contactos con el comunismo a través de la comisión del sindicato u otros grupos como las FAR. "No eran confesiones, eran interrogatorios lo que hacía", dijo en medio de un llanto.
Mariano Rodríguez, también minero de El Aguilar, dijo que un día pidió que lo sacaran para ir al baño, pero como no vinieron los guardias, orinó por la ventana de la celda y tuvo una semana de castigo.
Recordó requisas violentas, y los 45 días incomunicados, reconociendo que era el represor Mariano Braga, del Área 323, quien lo interrogó dentro del penal.
El último testigo de la jornada fue Inocencio Lamas, se desempeñaba como subyudante en el Servicio Penitenciario, en la guardia externa. En su vago relato dijo que vio militares en el penal, pero que no tuvo trato con ellos y que ingresaban por la puerta principal de calle Juan Manuela Gorriti.
Destacó que con el golpe de Estado de 1976, el régimen carcelario tuvo "más rigidez".
Recordó a Vargas como director del penal en ese tiempo, y por comentario, que también el teniente Bulgheroni entraba al penal.
En cuanto a los presos políticos, relató que por comentarios sabía que los había, pero "ellos estaban en la órbita de los militares".
Hoy jueves a las 9 continuará la audiencia por este juicio, la penúltima del año. (Ricardo Martínez).