Escuchar a Nando Díaz es descubrir a esa nueva generación de folcloristas que empezó a transitar nuestra tierra desde hace un tiempito a esta parte. Nuevos ribetes con la incorporación de estilos que al fusionarse arrojan una exquisita mezcla de voz, acordes y letras para decir cosas simples y dulces como: "Quiero amarte bajo la lluvia/ que va mojando tu cuerpo/ tocar tu rostro humedecido/ sin dar respiro a tus sabores/ Bailar la zamba de una noche/ después dormirme en tus palabras/ y despertarme entre tus labios/ sabiendo que eres sólo mía".
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Escuchar a Nando Díaz es descubrir a esa nueva generación de folcloristas que empezó a transitar nuestra tierra desde hace un tiempito a esta parte. Nuevos ribetes con la incorporación de estilos que al fusionarse arrojan una exquisita mezcla de voz, acordes y letras para decir cosas simples y dulces como: "Quiero amarte bajo la lluvia/ que va mojando tu cuerpo/ tocar tu rostro humedecido/ sin dar respiro a tus sabores/ Bailar la zamba de una noche/ después dormirme en tus palabras/ y despertarme entre tus labios/ sabiendo que eres sólo mía".
Para quien tuvo la oportunidad de escucharlo cantar en Tilcara -donde reside-, sentado en algún patio o rinconcito sabe que en él, hay buena madera para el folclore, por eso le proponemos conocerlo un poquito más.
Nacido en Palpalá hace 37 años, ofrece con total humildad en cada actuación una rica variedad de creaciones en ritmo de bailecitos, canciones y zambas.
Con letra y música propios este joven artista nos comenta que el gusto por la música le viene de chico, quizás por su padre, don Julián, panadero en Palpalá, que los domingos tomaba algún instrumento y despuntaba el vicio con algunos -muy pocos- acordes que conocía.
Cuando los años comenzaron a transcurrir empezó a estudiar piano en un conservatorio en épocas de tiempos duros como lo fue la década de los setenta y en una ciudad prácticamente militarizada.
Allí, en ese conglomerado donde se entremezclaban obreros, profesionales y militares, a él se le inculcó el arte musical.
Por ese entonces, recuerda, que su ciudad ostentaba una marcada diferencia social que se observaba en los chalets parquizados de profesionales -militares o en las viviendas de los obreros con calle de tierra y servicios precarios.
Nando, dedicado por estos días a mostrar sus composiciones, eligió para hacerlo, en principio Tilcara, en la vieja Casa Uwa-Wasi, o el Museo "Soto Avendaño", en estos pedacitos de pueblo volcó para su auditorio estilos musicales bien jujeños.
"Me viene (o me inspira) de la herencia genética", expresa con orgullo al sostener que sus abuelos maternos son de Yavi y Bolivia, sospecha, que también influyó su paso por la ciudad de Humahuaca desde donde un tiempo después, los Díaz se llegaron a Palpalá.
Nos cuenta que su vida transcurrió también en Córdoba donde ingresó a la universidad para estudiar medicina, aunque no concluyó sus estudios y fue en esa etapa de soledades y distancia que su guitarra lo acompañó.
En la provincia mediterránea y lejos de la familia "me surgió el planteo del qué hacer y de tratar de entender cuál será el papel de uno en la sociedad". Recuerda que en esa etapa para un jujeño que esta lejos de la casa y su familia fue duro atravesar experiencias como los de la discriminación por portación de rostro "que es como ahora, pero me parece que en alguna época fue un poco más" sostiene y agrega con aires de madurez "aunque hoy ya no tengo la cuestión de andar fijándome en eso".
En plena promoción de su único material discográfico, afirma que por ahora el arte "no me da de comer, aunque sostiene que ojalá algún día pueda hacerlo, porque creo es el objetivo de cualquier artistaàno?".
Poco antes de hacerse solista, recuerda que integró una banda denominada Palo Santo con la que subió seriamente a un escenario. Explica que en esa etapa la idea fue de hacer canciones propias y convirtió ese tiempo en laboratorio". Nando entiende y sostiene que "la música es una devolución de lo que nos pasa, no sólo a los autores, sino también a los que nos rodean"
Palo Santo, no sólo fue su última etapa de música grupal, sino que también fue una puerta que le permitió conocer a su actual pareja, Vicki, que ya vivía en Tilcara y que en su transcurrir generó el cambio de dirección para sus proyectos de vida que por entonces apuntaban al sur y lo redireccionó a la Quebrada.
"Prendado y con suerte-dice- porque lo que hago se lo debo a este lugar y a mi pareja", y confiesa que en Tilcara obtuvo "las fuerzas para conocer músicos muy buenos" con los que compartió viajes o momentos importantes y le dio solidez a la hora de encarar un proyecto "aquí, en Tilcara crecí en el aspecto musical y humano, además saqué mi primer disco, ocurrieron cosas muy lindas, no pensadas".
Entre una de esas cosas lindas, menciona el haber sido becado por el Fondo Nacional de las Artes, que se convirtió "en un aliciente" y le dio seguridad, "son como pequeñas palmadas en la espalda que dicen que la cosa esta yendo bien que es por ahí", aunque no sabe bien, ni le interesa cual es la cosa" sólo importa que uno se sienta útil y que sume". Asegura que a lo que verdaderamente le da importancia a que "mi música despierte cosas en la gente".
Tras la aparición de su primer disco, que lleva su nombre, no hizo tantos espectáculos como hubiese querido, "creo que el público de Jujuy está empezando a descubrir a la gente que hace algo distinto o encara otra propuesta, la gente le está poniendo la oreja y supongo que con el tiempo comulgaré con más gente". Afirma convencido que todo tiene un tiempo de madurez y en ese proceso hoy toca en ambientes chicos para amigos o gente que ya me conoce.
En los próximos días Nando estará en distintos puntos de Buenos Aires, donde conjugará con otros músicos, a estas actuaciones se sumarán Córdoba y la provincia de Tucumán, donde hará su espectáculo denominado encuentros de Canciones y Cuentos, una fusión informal de relatos de escritores y el arte de Díaz.
Para esos cuentos también se suman los presentes, lo que genera un pequeño espacio de arte y cultura en la que no falta la conversa de conocidos y amigos, todo un lujito para no desaprovechar.