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Se buscan auténticas relaciones

Domingo, 01 de septiembre de 2013 11:48

Por RAQUEL FLORES DE ANDRÉS

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Por RAQUEL FLORES DE ANDRÉS

ESPECIALISTA EN FAMILIA. POLITÓLOGA

 

Actualmente, a pesar de que hay cada vez mayor conciencia sobre la importancia de la familia, ésta es objeto de constantes y gravísimas violaciones.

Podríamos afirmar que existe un consenso general acerca de que las relaciones de pareja humana y entre padres e hijos deben ser más auténticas, más profundas y más personales. En pos de ello, se concentran todas las energías en la búsqueda de una mejor calidad de vida familiar, pero constatamos una creciente degradación de las relaciones familiares.

Pedro Viladrich, en su libro “Agonía del matrimonio legal” enumera algunos datos que hablan del fracaso de las estructuras familiares: descenso de la tasa de matrimonios contraidos y de la natalidad, incremento de la contracepción, aborto y rupturas matrimoniales.

Asimismo, refiere que no escapa a la infancia, adolescencia y juventud, la realidad del abandono y maltrato, el suicidio, las psicopatías, la delincuencia, drogadicción y alcoholismo, los delitos sexuales. Realidades que nos hacen reflexionar sobre la eficacia de las soluciones extra familiares que ofrece el Estado.

Parte del desalentador panorama, también lo es la tasa de envejecimiento de la población y el auge de la eutanasia. Está cada vez más instalada la idea de que decidimos quién vive y quién muere. Tremenda idea.
Frente a esto, ¿qué podemos aportar? Ante el avance de la dictadura del relativismo, asumamos el propósito de buscar la verdad sobre la persona y la vida en comunidad.

¿Cómo hacerlo? Cada uno desde su lugar, podría contribuir a comprender el espíritu humano y el esplendor del mundo que lo rodea, que, además, para los creyentes, es signo de la grandeza de Dios.

Dicha comprensión de la humanidad, es la que nos invita a respetar y hacer respetar, la libertad de conciencia de toda persona. Como padres, defender el derecho a que nuestros hijos sean educados según lo que consideramos valioso para ellos.

Rescato el aporte fundamental de la orientación familiar, profesión que presta un servicio a las familias, porque considera que, en palabras de la doctora Paola del Bosco, “no hay mal social que no pueda paliarse con una buena calidad de vida familiar”.

En ese sentido, la concepción antropológica de quien asesora, es fundamental. La persona es única e irrepetible; digna en sí misma. Pensar que el hombre es pura materia o que, por el contrario, es un ser integral, llamado a la trascendencia, cambia radicalmente el foco de cualquier orientación.

Un orientador familiar a su vez, se anticipa a pensar los cambios sociales, para disponerlos al desarrollo pleno del hombre.

Ello implica no renunciar a la convicción de que la familia que cumple las funciones estratégicas para el desarrollo de sus miembros, y por lo tanto del país, es aquella fundada en el matrimonio entre hombre mujer.
Es por ello que una de las tareas orientador, es la de revitalizar el matrimonio, tanto como sinónimo de entrega libre, total, exclusiva, como compromiso en el que hombre y mujer asumen recrear la realidad.

Los problemas materiales y espirituales de las familias exigen líderes, tanto el plano intelectual, profesional, como social y público, abocados a encontrar soluciones. La orientación familiar, es un medio concreto para el hallazgo de dichas soluciones.

Actualmente se cuestiona con gran fuerza el derecho inalienable de los padres a ser los principales responsables y educadores de sus hijos. Allí es donde más puede colaborar un orientador con su conocimiento, para recuperar la identidad de la paternidad.

Para concluir, el orientador puede ayudar a la familia a reencontrar su lugar. Ella se ve amenazada, por un lado, por la corriente que exalta al individuo sin tener en cuenta a su entorno más próximo, y por otro, por un estado totalitario que avanza con propuestas alienantes que, por ser legales o técnicamente posibles, no son necesariamente legítimas.