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"En teatro es importante la sinceridad y humildad"

Martes, 07 de enero de 2014 12:09

¿Cómo inicia este año su actividad teatral?

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¿Cómo inicia este año su actividad teatral?

Este dos mil catorce, empezamos la temporada cumpliendo los veinte años de continuidad con los cursos de interpretación, expresión corporal y actuación. Ya están abiertas las inscripciones pero las clases se van a dictar los lunes, miércoles y viernes, de 18 a 21; o sea que prácticamente la temática de desarrollo sería igual. Lo que vamos a cambiar es que va a haber un grupo de máximo veinticinco personas y la otra variante de este año es que si bien es cierto, la Secretaría de Cultura auspiciaba los cursos, así que los alumnos no tienen ninguna cuota mensual, pero va a ser un poquito más exigente en cuanto a la disciplina y a la permanencia en la clase y a la puntualidad.

 

¿Cómo será el desarrollo del curso?

Los cursos van a estar basados en la interpretación, va a haber mucha lectura, reconocimiento de texto de los valores, ejercicios de expresión corporal para ir encontrando la formación del instrumento cuerpo, porque en la interpretación vamos a encontrar el instrumento oral luego fusionamos y terminamos como todos los años con una puesta al público, el último día.

 

¿Qué siente sobre estos veinte años de enseñanza?   

Me parece que fue ayer que comencé. Ya pasaron veinte años y recuerdo que empecé en esta época, en el año 1994. Son veinte años consecutivos de trabajar en la sala “Martín Raúl Galán”, dictando los cursos de especificaciones e interpretación, preparación del actor y actuación. Ha pasado agua sobre el río… un promedio de veinticinco por cada uno de los cursos, yo creo que se suma una gran cantidad de alumnos que he visto y de los que también he aprendido. A mí me satisface encontrar esa situación y tener el apoyo de los alumnos, ver sus ganas constantes de aprender y los decides de ellos al finalizar la actividad. Saber cómo les resultó, si les hizo bien, si hubo algún cambio en su persona, para mí esa es la parte fundamental; el cambio de la persona, más que intentar ser el gran actor. Desde mi lugar lo que deseo es más que nada decirle a la persona como persona que también soy, cómo encontrar un cambio en su actitud y salir un poco de la inhibición, vergüenza o el miedo al ridículo. Son cosas en las que el teatro ayuda.

 

Pasaron muchos artistas que se sumaron a su propuesta…

Si muchos, hay muchos jóvenes que hicieron del teatro su profesión y eso me alegra muchísimo. Me halaga por demás. Una chica que está en Tucumán, también creciendo en la actividad, otros alumnos en Córdoba donde también se encuentran formándose en el arte escénico. Por ejemplo, estoy en contacto con una chica que vivía aquí pero ahora está en Córdoba; vino a ver una vez las obras del Servicio Penitenciario y se quedó maravillada. Lo mismo que estoy haciendo aquí con las obras del Servicio, ella está haciéndolo allá pero en el penal de mujeres. Así que ese es uno de los regalos más fuertes que tengo que me dio está profesión que es más una pasión. Son experiencias muy lindas, así como también las que saco del Penitenciario. El teatro te da eso. En teatro si brindás sinceridad, honestidad y humildad, recibís exactamente lo mismo.

 

 La experiencia como profesor del taller teatral en el Servicio Penitenciario…

 Ya pasaron ocho años desde la primera vez que dicté el taller. Hace poquito hicimos un reconocimiento a los internos que participaron y también a la jefatura, porque se han interesado siempre en esta actividad. Entonces el elenco en formación y la división del taller del servicio pensó que era una buena idea y con una plaqueta se realizó la distinción. Gracias a ellos, nosotros lo logramos.

 ¿Cómo nació la idea de llevar el teatro a las personas privadas de su libertad?

En el ´95, ingresé como maestro de grado por Dinea, al Servicio Penitenciario y como era inquieto, no sólo era maestro, sino que quería implementar la acción teatral y pudimos hacer un poquitito de teatro. Y ahí me encontré con quien fue el primer maestro del Servicio, después con Américo Bermúdez empezamos a hacer pequeñas experiencias teatrales. Entonces pensamos e hicimos dos obras, pasó el tiempo y después nos reunimos en Coordinación no formal. Ahí surgió nuevamente la idea de ofrecer el teatro como taller pero esta vez, el desafío estaría en enseñar en el Penitenciario. Mi actividad como profe de los talleres empezó en septiembre de 2005 y también así empezó mi nueva vida.

 

La experiencia de trabajar allí…

Creo que hoy para mí, sería difícil dejar de trabajar ahí, porque encontrás tanta paz, que es maravilloso. No hay envidias, ni celos que existen en el ambiente artístico. Es la paz, es cuestión de ser -como les digo a los chicos- sincero y que lo demuestren, de ser responsable sobre todo. Trabajamos sobre esas bases y esos días que estamos en ensayando juntos, los pasamos olvidándonos del mundo real y vivimos lo que nosotros queremos vivir. Son grandes experiencias y todas muy lindas con los muchachos. También con los elencos formados en los curso de la Galán. Otra cosa; soy exigente como profe, porque quiero sacar lo mejor que tiene cada uno. Es todo un proceso que me da gusto y que vale la pena hacer. Las evaluaciones finales son halagadoras y te incentivan a seguir trabajando. Es la satisfacción de dar buena semilla.

 

 ¿Qué significa para usted descubrir esos talentos que parecían estar dormidos?

Me sigue pasando, que me siguen sorprendiendo. Me acuerdo de un chico que hace cinco años era tímido, chiquitito, repetidor de texto, no se movía, no hacía gesticulación alguna y que el año pasado recibió una distinción como revelación de teatro y ahora es un tipo que poco más y quiere ser el subdirector del director. Veo el cambio en él, en su vida. Lo veo mucho más dinámico, se entrega, se pone las pilas de la situación. Otros chicos que ya están en libertad y retomaron las clases y eso es lo lindo que te deja este arte; la nueva visión, el cambio que hace el teatro en la persona. Soy un convencido que si cambia un poco la situación uno empieza a mirar desde otro ángulo.

 

¿Cuándo vivió por primera vez ese encanto por el arte escénico?

 Lo que me acuerdo es que tendría unos cinco años que vi una obra de teatro que fue `Pobre mi madre querida´ en La Quiaca. Eso me impactó muchísimo, la fuerza dramática, la expresión. Esa función para mí fue como abrir un mundo nuevo. En mi accionar influyó muchísimo, en mi visión; que he sido sabandija, es cierto, pero siempre lo que hice fue con sinceridad. Así, que antes de terminar la secundaria, me invitaron a hacer la puesta de una obra que la había escrito una compañera de curso. Después, un amigo me dijo para ir a las clases de un grupo de teatro dirigido por Juan Carlos Estopiñán. Y ahí, volví a sentir toda la energía de aquella obra ´Pobre mi madre querida´ que me marcó tanto. Cuando subí al escenario, se me vino todo lo vivido quince años atrás. Ese momento fue bravo, todavía lo siento en mí, cuando subí al escenario quedé mirando y todo el drama, todo el dolor de esa madre que vi a los cinco años, regresó a mí y lo pude asimilar. Ya no tenía dudas, eso tenía que ser lo que haría toda mi vida. Después de ahí vinieron los viajes, Buenos Aires y Europa, luego regresé aquí; donde todavía quiero seguir haciendo lo que me gusta.

 

¿Qué le regaló el teatro?

Todo lo que soy.