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31 años de la muerte del Tarcisio Rubín

Viernes, 03 de octubre de 2014 00:00
EL RECORDADO PADRE TARCISIO RUBIN.
SAN PEDRO (Corresponsal). Hoy distintas comunidades de la provincia y del país recuerdan un nuevo aniversario del fallecimiento del padre Tarcisio Rubín, figura preponderante en el establecimiento y organización de los misioneros scalabrinianos en la ciudad de San Pedro, desde donde se canalizaron las actividades tendientes a la atención de los migrantes de todo el noroeste argentino
Fue el 3 de octubre de 1983 cuando todo Jujuy sentía la pérdida del gran misionero de la mirada de cielo, de la barba blanca, de los pies rasgados, de la sotana raída por el tiempo, la que era sostenida por un gran rosario que sujetaba una cruz y una biblia.
Por su gran santidad que era palpable aún cuando estaba con vida y solía vérselo predicando, cuidando a los hijos de los zafreros mientras volteaban las cañas en medio de los surcos, preparándoles la comida y hablándoles de la existencia de un Dios, en 2009 por primera vez la Diócesis de Jujuy inició un proceso para pedir la beatificación del misionero al que se unió luego la comunidad de la provincia de Mendoza, donde se encuentra en plena ejecución. De llegar a concretarse la misma, el padre Tarcisio sería el primer santo de Jujuy.
Tarcisio había nacido el 6 de mayo de 1929 en el pueblo de Loreggia, provincia de Padua, Italia y ordenado sacerdote el 21 de marzo de 1953.
Comenzó así su tarea apostólica como sacerdote misionero en distintas comunidades de Italia, desarrollando también servicios de orientador vocacional y profesor en los seminarios scalabrinianos de su país.
Un 9 de abril de 1974 llegó a la Argentina sin más equipaje que su devoción a los pobres y el Evangelio de amor al Cristo sufriente de la cruz que prodiga misericordia. En 1975 Dios guió sus pasos hacia el Norte argentino, convivió con la gente pobre y conoció sus miserias como ninguno, durmiendo en el piso húmedo de los galpones, envuelto apenas en un poncho.
"Si algún día yo no vuelvo, es porque me quede en el altiplano, volando como el cóndor en las cumbres nevadas", sentenció en septiembre de 1983, cuando cayó gravemente enfermo y fue derivado a un centro especializado en Córdoba. Pero desoyendo a toda prescripción médica, cumplió el que sería su último sueño: volver a Jujuy porque, como él mismo decía, "sus zafreritos lo esperaban con sus precarias atenciones que lo colmaban de gozo". Una vez en San Pedro, no tuvo tiempo para ir al médico ya que se aproximaba la fiesta patronal en San Francisco de Valle Grande y el padre Cano se encontraba de viaje. Por ello, se encaminó presuroso a ese lugar. Al llegar pidió a la comunidad que preparara todo para la fiesta patronal del día siguiente y partió a visitar las familias de Alto Calilegua.
El 2 de octubre, la directora y un grupo de niños de la escuelita de Alto Calilegua, fueron a recibirlo a la entrada del pueblo. Luego de celebrar la Santa Misa a las 21, se retiró a orar a la capilla, para luego descansar allí mismo. Al día siguiente, los niños fueron a despertarlo y lo encontraron muerto a los pies del altar y delante del Santísimo.




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SAN PEDRO (Corresponsal). Hoy distintas comunidades de la provincia y del país recuerdan un nuevo aniversario del fallecimiento del padre Tarcisio Rubín, figura preponderante en el establecimiento y organización de los misioneros scalabrinianos en la ciudad de San Pedro, desde donde se canalizaron las actividades tendientes a la atención de los migrantes de todo el noroeste argentino
Fue el 3 de octubre de 1983 cuando todo Jujuy sentía la pérdida del gran misionero de la mirada de cielo, de la barba blanca, de los pies rasgados, de la sotana raída por el tiempo, la que era sostenida por un gran rosario que sujetaba una cruz y una biblia.
Por su gran santidad que era palpable aún cuando estaba con vida y solía vérselo predicando, cuidando a los hijos de los zafreros mientras volteaban las cañas en medio de los surcos, preparándoles la comida y hablándoles de la existencia de un Dios, en 2009 por primera vez la Diócesis de Jujuy inició un proceso para pedir la beatificación del misionero al que se unió luego la comunidad de la provincia de Mendoza, donde se encuentra en plena ejecución. De llegar a concretarse la misma, el padre Tarcisio sería el primer santo de Jujuy.
Tarcisio había nacido el 6 de mayo de 1929 en el pueblo de Loreggia, provincia de Padua, Italia y ordenado sacerdote el 21 de marzo de 1953.
Comenzó así su tarea apostólica como sacerdote misionero en distintas comunidades de Italia, desarrollando también servicios de orientador vocacional y profesor en los seminarios scalabrinianos de su país.
Un 9 de abril de 1974 llegó a la Argentina sin más equipaje que su devoción a los pobres y el Evangelio de amor al Cristo sufriente de la cruz que prodiga misericordia. En 1975 Dios guió sus pasos hacia el Norte argentino, convivió con la gente pobre y conoció sus miserias como ninguno, durmiendo en el piso húmedo de los galpones, envuelto apenas en un poncho.
"Si algún día yo no vuelvo, es porque me quede en el altiplano, volando como el cóndor en las cumbres nevadas", sentenció en septiembre de 1983, cuando cayó gravemente enfermo y fue derivado a un centro especializado en Córdoba. Pero desoyendo a toda prescripción médica, cumplió el que sería su último sueño: volver a Jujuy porque, como él mismo decía, "sus zafreritos lo esperaban con sus precarias atenciones que lo colmaban de gozo". Una vez en San Pedro, no tuvo tiempo para ir al médico ya que se aproximaba la fiesta patronal en San Francisco de Valle Grande y el padre Cano se encontraba de viaje. Por ello, se encaminó presuroso a ese lugar. Al llegar pidió a la comunidad que preparara todo para la fiesta patronal del día siguiente y partió a visitar las familias de Alto Calilegua.
El 2 de octubre, la directora y un grupo de niños de la escuelita de Alto Calilegua, fueron a recibirlo a la entrada del pueblo. Luego de celebrar la Santa Misa a las 21, se retiró a orar a la capilla, para luego descansar allí mismo. Al día siguiente, los niños fueron a despertarlo y lo encontraron muerto a los pies del altar y delante del Santísimo.