TILCARA (Corresponsal). De agosto a agosto la magia de la evocación vuelve a dejarnos frente a un río en el que arden las casas, a la lectura de un bando que suena menos duro con la costumbre y a las familias que, vestidas como entonces, dramatizan la marcha de dejarlo todo e irse al Tucumán.
Tilcara, año a año, convoca a sus vecinos que acuden organizados por instituciones.
Cada grupo se enorgullece de la verosimilitud de sus ropas, de lo trabajado de sus carretas, de sus animales. Por momentos se olvida que la guerra les pisa los talones, que hay que dejarlo todo o quemarlo, pero por momentos alguien cae en la cuenta de que el Éxodo es un poco como la Franja de Gaza y se le eriza la piel de la emoción.
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TILCARA (Corresponsal). De agosto a agosto la magia de la evocación vuelve a dejarnos frente a un río en el que arden las casas, a la lectura de un bando que suena menos duro con la costumbre y a las familias que, vestidas como entonces, dramatizan la marcha de dejarlo todo e irse al Tucumán.
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Cada grupo se enorgullece de la verosimilitud de sus ropas, de lo trabajado de sus carretas, de sus animales. Por momentos se olvida que la guerra les pisa los talones, que hay que dejarlo todo o quemarlo, pero por momentos alguien cae en la cuenta de que el Éxodo es un poco como la Franja de Gaza y se le eriza la piel de la emoción.