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Laberintos Humanos.Buenos negocios.

Sabado, 17 de enero de 2015 00:00

Y al hombrecito sencillo de sombrero le fueron bien los negocios. Entonces pensó que debía ayudar a un hombre sabio. Así preguntó por quién era el más santo y sabio de las cercanías y llegó a la casa de uno que le señaló al santo sabio de la ciudad, porque todos iban allí con sus ofrendas para recibir enseñanzas y bendiciones.

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Y al hombrecito sencillo de sombrero le fueron bien los negocios. Entonces pensó que debía ayudar a un hombre sabio. Así preguntó por quién era el más santo y sabio de las cercanías y llegó a la casa de uno que le señaló al santo sabio de la ciudad, porque todos iban allí con sus ofrendas para recibir enseñanzas y bendiciones.

Allí fue el hombrecito de sombrero, y allí dejó su ofrenda, pero pronto recibió la noticia de que había perdido toda su fortuna. Entonces se arrodilló ante el santo y sabio para preguntarle la causa de su bancarrota. Yo hice lo correcto, vine a ofrecer parte de mis ganancias porque pregunté quién era el más sabio y más santo y por ello merecedor de mi limosna.

Algo así sucedió anoche en el cielo, le respondió el hombre santo y sabio de la ciudad. Vos me buscaste para darme tu limosna porque yo la merecía, y Dios buscó alguien mejor que vos para pasarle toda tu fortuna, le dijo. Esas cosas nos pasan porque Dios actúa con nosotros del mismo modo en que nosotros actuamos con nuestro prójimo.

Entonces el hombrecito de sombrero regresó a su aldea y se acercó al sabio que le había indicado que fuera a entregar su limosna a quien era más sabio que él. Ya no tenía fortuna para repartir, así que se le ofreció como siervo. Le traía leña y agua y le cocinaba y limpiaba hasta que le llegó la noticia de que había recuperado su fortuna.

Esto sucedió porque esa mañana Dios actuó igual que él, le explicó el mercader a Kerioco, y pensó en no darle porque lo mereciera sino porque lo amaba.

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