Las ruedas estaban allí, libres de bicicletas. Mientras la mirada de los espectadores se iluminaban viendo cómo las luces jugaban con las sombras de trompos y baleros, que yacían colgados cerca de un carro inmóvil. Todavía los protagonistas no se descubrían hasta que de un salto, tres personajes como extraídos de algún tiempo perdido, aparecieron unidos en una destreza de movimientos asombrosa transformada en sincronicidad corporal pura.
Ellos abrieron las puertas y dejaron ver su imaginación en escena. Fueron tres amigos que funcionaban como mecanismo aplicado, tal vez compartiendo un solo cerebro que hacía las veces de titiritero invisible, que exponía un espectáculo que se llevó todos los aplausos.
Inmersos en ese constante ir y venir, accionando sus cuerpos acaso, aparentaban ser pieza de una misma máquina que llenaba de sonrisas un colmado cine teatro "Select".
Primero, fue la presentación y luego la perfección en simultáneo con las mini ruedas entre las que se podían ver nacer las destrezas de las manos, en coreografías que fueron aprendidas de memoria tiempo atrás.
Luego una rueda más grande tomó protagonismo, cuando fue atada con una soga y como si fuera una mascota, los tomó por sorpresa convirtiéndose en un nuevo desafío y entonces lo verdaderamente importante comenzó a cobrar sentido.
Los trompos y baleros de madera dejaron su posición inicial y volvieron a la vida. A través de una gran habilidad, uno de los personajes llegó al máximo nivel de reproducir giros en cada uno de sus trompos. Lo mismo ocurrió con los baleros y el equilibrio en vivo. La musiquita no faltó en la obra con matices de años viejos y nostalgias compartidas; como tampoco la complicidad férrea en la mirada permanente donde se encontraron desde el principio Santiago Culacciati, Hilario Vidal y Aníbal Galeano en una obra que fue la que dio el puntapié inicial en el Entepola que este año tiene su edición número siete.
Desde la compañía Prematura de La Plata, los artistas mostraron su felicidad al participar de este encuentro teatral, agradeciendo la idea del festival que es muy interesante y muy trabajado, para que se mueva la cultura. "Venimos con las ganas de poder participar. Estuvo lleno de gente y es un placer compartir con público nuevo, la verdad que es un lujo, el teatro es hermoso, un evento importante" comentó Santiago Culacciati.
Luego comentó que el grupo conocía el Entepola.
"En nuestro espectáculo utilizamos todo lo que está a nuestro alcance para dejar todo lo que podemos en escena, así lo construimos y así lo vivimos al trabajo. Elegimos trabajar mucho con objetos y hacemos la dramaturgia a partir de la acción" destacó el artista.
Es importante mencionar que la propuesta se ofreció dentro del programa Int presenta en el Entepola.
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Las ruedas estaban allí, libres de bicicletas. Mientras la mirada de los espectadores se iluminaban viendo cómo las luces jugaban con las sombras de trompos y baleros, que yacían colgados cerca de un carro inmóvil. Todavía los protagonistas no se descubrían hasta que de un salto, tres personajes como extraídos de algún tiempo perdido, aparecieron unidos en una destreza de movimientos asombrosa transformada en sincronicidad corporal pura.
Ellos abrieron las puertas y dejaron ver su imaginación en escena. Fueron tres amigos que funcionaban como mecanismo aplicado, tal vez compartiendo un solo cerebro que hacía las veces de titiritero invisible, que exponía un espectáculo que se llevó todos los aplausos.
Inmersos en ese constante ir y venir, accionando sus cuerpos acaso, aparentaban ser pieza de una misma máquina que llenaba de sonrisas un colmado cine teatro "Select".
Primero, fue la presentación y luego la perfección en simultáneo con las mini ruedas entre las que se podían ver nacer las destrezas de las manos, en coreografías que fueron aprendidas de memoria tiempo atrás.
Luego una rueda más grande tomó protagonismo, cuando fue atada con una soga y como si fuera una mascota, los tomó por sorpresa convirtiéndose en un nuevo desafío y entonces lo verdaderamente importante comenzó a cobrar sentido.
Los trompos y baleros de madera dejaron su posición inicial y volvieron a la vida. A través de una gran habilidad, uno de los personajes llegó al máximo nivel de reproducir giros en cada uno de sus trompos. Lo mismo ocurrió con los baleros y el equilibrio en vivo. La musiquita no faltó en la obra con matices de años viejos y nostalgias compartidas; como tampoco la complicidad férrea en la mirada permanente donde se encontraron desde el principio Santiago Culacciati, Hilario Vidal y Aníbal Galeano en una obra que fue la que dio el puntapié inicial en el Entepola que este año tiene su edición número siete.
Desde la compañía Prematura de La Plata, los artistas mostraron su felicidad al participar de este encuentro teatral, agradeciendo la idea del festival que es muy interesante y muy trabajado, para que se mueva la cultura. "Venimos con las ganas de poder participar. Estuvo lleno de gente y es un placer compartir con público nuevo, la verdad que es un lujo, el teatro es hermoso, un evento importante" comentó Santiago Culacciati.
Luego comentó que el grupo conocía el Entepola.
"En nuestro espectáculo utilizamos todo lo que está a nuestro alcance para dejar todo lo que podemos en escena, así lo construimos y así lo vivimos al trabajo. Elegimos trabajar mucho con objetos y hacemos la dramaturgia a partir de la acción" destacó el artista.
Es importante mencionar que la propuesta se ofreció dentro del programa Int presenta en el Entepola.