La obra, que pertenece en dirección a César Domínguez, cuenta con la asistencia de dirección a cargo de Carlota Campero.
Se trata de dos miradas sobre una realidad. Dos parejas que transitan la rutina y el desgaste buscan sostener la fachada de una relación que no da para más. Dos imágenes de una misma y patética mirada los unen, pero en todos, la verdad debe estallar.
Lo grotesco de las composiciones y la fragmentación de líneas textuales y narrativas hace posible la apertura de múltiples miradas sobre un mismo conflicto que no resulta ajeno a los espectadores.
La obra, que pertenece en dirección a César Domínguez, cuenta con la asistencia de dirección a cargo de Carlota Campero.
Se trata de dos miradas sobre una realidad. Dos parejas que transitan la rutina y el desgaste buscan sostener la fachada de una relación que no da para más. Dos imágenes de una misma y patética mirada los unen, pero en todos, la verdad debe estallar.
Lo grotesco de las composiciones y la fragmentación de líneas textuales y narrativas hace posible la apertura de múltiples miradas sobre un mismo conflicto que no resulta ajeno a los espectadores.