Una nueva edición de la
Manka Fiesta transcurrió en el pórtico boreal patrio. Fueron siete días de encuentro, trueque y mucha diversión, condimentos que solo tiene el ancestral evento.
Comenzó el tercer domingo de octubre, en los predios del
exFerrocarril Belgrano donde se congregaron centenares de productores, artesanos y vendedores de diferentes rubros. Durante esas jornadas se reiteraron las prácticas del cambalache, regateos y venta de productos.
Por la noche eran los festejos para celebrar el éxito del día, y de alguna manera apaciguar la nostalgia de estar lejos de sus familias y tierras.
Un ínfimo número de personas se quedó para terminar de rematar los que les quedó a fin de regresar con la menor cantidad de cosas hasta sus lugares de origen.
La mitología puneña siempre resalta la figura del
duende Coquena, que viene dentro de las ollas que se exhibieron en la feria porque no solo protege a los animales sino también a los pobladores de todo mal.
Fueron largas jornadas a la intemperie, con la única compañía del dios Inti y la diosa Killa.
En los días posteriores muchos emprenderán el largo viaje de retorno.
Según datos recabados por
El Tribuno de Jujuy, la capacidad hotelera se vio desbordada, una clara muestra del interés que despierta la Fiesta de las Ollas. Nuestra Manka Fiesta pasó a convertirse en un atractivo turístico-cultural de particular significado en La Quiaca y en toda la región puneña por su valor social y cultural vigente a través de los años que se demuestra en la gran concurrencia de productores y artesanos provenientes de la Puna Argentina, Altiplano Boliviano y Valles Andinos y la variedad de productos que allí se intercambian.
La Manka Fiesta fue declarada de Interés Cultural por la Secretaría de Cultura - Presidencia de la Nación, según la resolución 450/2013. Es meritorio destacar los dos días de festival con grandes artistas, que congregaron a miles de personas de toda la región y provincia.
Ni bien culminado el evento, el poblador puneño comienza con los preparativos de Todos los Santos que forma parte de su costumbre e idiosincrasia. No existe posibilidad de que desaparezca. Porque cada año se recuperan las vivencias, el significado de ofrendas y figuras hechas de pan, la personificación de las almas.
Una nueva edición de la
Manka Fiesta transcurrió en el pórtico boreal patrio. Fueron siete días de encuentro, trueque y mucha diversión, condimentos que solo tiene el ancestral evento.
Comenzó el tercer domingo de octubre, en los predios del
exFerrocarril Belgrano donde se congregaron centenares de productores, artesanos y vendedores de diferentes rubros. Durante esas jornadas se reiteraron las prácticas del cambalache, regateos y venta de productos.
Por la noche eran los festejos para celebrar el éxito del día, y de alguna manera apaciguar la nostalgia de estar lejos de sus familias y tierras.
Un ínfimo número de personas se quedó para terminar de rematar los que les quedó a fin de regresar con la menor cantidad de cosas hasta sus lugares de origen.
La mitología puneña siempre resalta la figura del
duende Coquena, que viene dentro de las ollas que se exhibieron en la feria porque no solo protege a los animales sino también a los pobladores de todo mal.
Fueron largas jornadas a la intemperie, con la única compañía del dios Inti y la diosa Killa.
En los días posteriores muchos emprenderán el largo viaje de retorno.
Según datos recabados por
El Tribuno de Jujuy, la capacidad hotelera se vio desbordada, una clara muestra del interés que despierta la Fiesta de las Ollas. Nuestra Manka Fiesta pasó a convertirse en un atractivo turístico-cultural de particular significado en La Quiaca y en toda la región puneña por su valor social y cultural vigente a través de los años que se demuestra en la gran concurrencia de productores y artesanos provenientes de la Puna Argentina, Altiplano Boliviano y Valles Andinos y la variedad de productos que allí se intercambian.
La Manka Fiesta fue declarada de Interés Cultural por la Secretaría de Cultura - Presidencia de la Nación, según la resolución 450/2013. Es meritorio destacar los dos días de festival con grandes artistas, que congregaron a miles de personas de toda la región y provincia.
Ni bien culminado el evento, el poblador puneño comienza con los preparativos de Todos los Santos que forma parte de su costumbre e idiosincrasia. No existe posibilidad de que desaparezca. Porque cada año se recuperan las vivencias, el significado de ofrendas y figuras hechas de pan, la personificación de las almas.