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Preparando ofrendas en Tilcara

Domingo, 01 de noviembre de 2015 01:30
MASA Y OFRENDAS.
Cada quien sabrá por qué lo hace. Algunos por miedo porque las almas son celosas, pero otros por amor: ¿cómo dejar de compartir la mesa con ese ser querido que se nos fue? Lo cierto es que la ofrenda no comienza cuando la mesa ya está armada y bonita, respetando lo que hay que poner y lo que le gustaba al difunto cuya llegada se espera, sino en el momento de empezar a amasar; incluso en el momento de salir a comprar la harina, pero sobre todo cuando las manos comienzan con la tierna manualidad de darle la forma requerida a la masa. Pienso que si no existiera ese lugar donde van las almas tras la vida, en el momento en que sus deudos comienzan a amasar ofrendas, deberían rehacerse para aceptar este gesto.
A veces es por un alma en particular que se espera, a veces por todas las de los difuntos y, a veces, por ese otro gesto inmenso que es respetar las tradiciones. Muchas familias se reúnen a amasar las ofrendas de Todos Santos por esa sapiencia profunda de que pertenecemos a una cultura, y que es sano respetarla y ejercerla.
Entonces se enciende el fuego de los hornos para cocerlas. El blanco de la masa irá tomando el color que es grato a las almitas, y si hasta entonces no comenzaron aún a andar, lo harán tras el perfume de la comida, que no es algo menor. Y si es función del Estado asegurar que nadie pase hambre, lo es de las familias la de que las almas no lo pasen. Para augurarles seguridad en la otra vida es que se teje el mortajo y el cordón, se reza y se les realiza el despacho, pero cada año, en las vísperas de Todos Santos, nuestra cultura se preocupa de que las almas no pasen hambre. Luego vendrá la velación, el juego del botón, los cuentos en la noche, el bautismo de la wawa de pan, la visita al cementerio y el acto de alzar ofrendas, pero para que todas y cada una de estas cosas pasen, antes se amasan y se cuecen, nos reunimos, nos lavamos las manos y tallamos, en esa magia de harina y agua, que será consagrada al fuego.
Variedad de flores y también ofrendas
Durante la jornada de ayer la calle Santiago del Estero como diferentes sectores aledaños a la vieja terminal de ómnibus permanecieron cortados por la gran cantidad de floristas que se apostaron a vender en el sector, la mayoría llegaron con variedades cultivadas en el Norte de la provincia. Las personas que transitaron por el lugar pudieron conseguir, entre otras: lágrimas, claveles, Itatí y también flores de plástico o de papel crepé; entre algunas de las opciones para quienes tienen poco tiempo para visitar el cementerio. Los ramos y las coronas le dieron también un color distinto a estas calles; las cuales estuvieron teñidas de gris debido al frío y la persistente llovizna que se registró en la víspera.

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Cada quien sabrá por qué lo hace. Algunos por miedo porque las almas son celosas, pero otros por amor: ¿cómo dejar de compartir la mesa con ese ser querido que se nos fue? Lo cierto es que la ofrenda no comienza cuando la mesa ya está armada y bonita, respetando lo que hay que poner y lo que le gustaba al difunto cuya llegada se espera, sino en el momento de empezar a amasar; incluso en el momento de salir a comprar la harina, pero sobre todo cuando las manos comienzan con la tierna manualidad de darle la forma requerida a la masa. Pienso que si no existiera ese lugar donde van las almas tras la vida, en el momento en que sus deudos comienzan a amasar ofrendas, deberían rehacerse para aceptar este gesto.
A veces es por un alma en particular que se espera, a veces por todas las de los difuntos y, a veces, por ese otro gesto inmenso que es respetar las tradiciones. Muchas familias se reúnen a amasar las ofrendas de Todos Santos por esa sapiencia profunda de que pertenecemos a una cultura, y que es sano respetarla y ejercerla.
Entonces se enciende el fuego de los hornos para cocerlas. El blanco de la masa irá tomando el color que es grato a las almitas, y si hasta entonces no comenzaron aún a andar, lo harán tras el perfume de la comida, que no es algo menor. Y si es función del Estado asegurar que nadie pase hambre, lo es de las familias la de que las almas no lo pasen. Para augurarles seguridad en la otra vida es que se teje el mortajo y el cordón, se reza y se les realiza el despacho, pero cada año, en las vísperas de Todos Santos, nuestra cultura se preocupa de que las almas no pasen hambre. Luego vendrá la velación, el juego del botón, los cuentos en la noche, el bautismo de la wawa de pan, la visita al cementerio y el acto de alzar ofrendas, pero para que todas y cada una de estas cosas pasen, antes se amasan y se cuecen, nos reunimos, nos lavamos las manos y tallamos, en esa magia de harina y agua, que será consagrada al fuego.
Variedad de flores y también ofrendas
Durante la jornada de ayer la calle Santiago del Estero como diferentes sectores aledaños a la vieja terminal de ómnibus permanecieron cortados por la gran cantidad de floristas que se apostaron a vender en el sector, la mayoría llegaron con variedades cultivadas en el Norte de la provincia. Las personas que transitaron por el lugar pudieron conseguir, entre otras: lágrimas, claveles, Itatí y también flores de plástico o de papel crepé; entre algunas de las opciones para quienes tienen poco tiempo para visitar el cementerio. Los ramos y las coronas le dieron también un color distinto a estas calles; las cuales estuvieron teñidas de gris debido al frío y la persistente llovizna que se registró en la víspera.

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