Eran las 21.20 de ayer cuando Sylvestre caminaba por la calle, en
Saint Denis, en los suburbios de París. Delante suyo estaba el
Stade de France, donde su selección de fútbol disputaba un partido contra Alemania. Poco le importaba.
El joven hablaba por celular, distraído. Cruzó la calle y a mitad de camino se despidió de su interlocutor y cortó el teléfono. En ese preciso momento, una
bomba explotó a pocos metros.
Sylvestre voló y cayó al suelo. Las esquirlas salieron disparadas por todas partes.
Cuando se levantó, bastante dolorido, se dio cuenta del milagro que había ocurrido. El celular, que en el instante del estallido aún estaba a la altura de su sien, había recibido un fuerte impacto. De no haber estado allí, probablemente habría muerto.
"Éste es el celular que recibió el impacto. Es lo que me salvó. De otra manera, mi cabeza habría explotado en pedazos", contó al canal de noticias iTele.