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Los museos en Tilcara en una noche iluminada culturalmente

Lunes, 16 de noviembre de 2015 01:30
MUSEO DE LA FUNDACIÓN IRURETA / ALEJANDRO SORIANO COLGÓ SUS CUADROS DE IMAGINERÍA CUZQUEÑA Y SUS ESCULTURAS.
Desde lo alto del Pucará, la luz de un faro giraba para dar contra la Peñalta, sobrevolaba los techos del pueblo, el lecho del Huasamayo y rebotaba en el Cerro Negro, mientras las artes plásticas locales mostraban en el museo Terry que, sin despegarse del suelo jujeño, sin embargo ya son algo distinto del transitado "color local".
Esto se veía en lo que hace a los premios Ledesma 2015; un Tomás Bree con todo lo provocativo que puede tener el pop de dibujo fotográfico, un Ariel Cortez donde la figura y la mancha conviven en una tensión que no aspira a resolverse, tigres que se desvanecen en la raya, un pim pim que se deshace en guardas o el aguayo implacable como Bruce Lee.
En el patio del Arqueológico cantaban los Chacra mientras la concurrencia bailaba un carnavalito, en el Soto Avendaño se descansaba ya porque los noctámbulos museistas estaban camino al homenaje que se le realizaba a Hugo Irureta en el Medardo Pantoja, mientras en el museo de la Virgen alguien explicaba la historia del Cristo roto en la vitrina.
En la esquina de la Bolívar, en el Museo de la Fundación Irureta, Alejandro Soriano colgó sus cuadros de imaginería cuzqueña y sus esculturas en madera de rica rica. Nos cuenta que comenzó con el dibujo antes de pasar "a la leña. Es que sus raíces y sus tallos son de formas curvas y llevan a crear figuras, que por su color son como las plumas del suri."
Apenas si barniza la madera para protegerla, y el resto es su entramado fibroso que se enrosca como el emplumado y pareciera que apenas si debió intervenirla para ver el ave, "como brotado del alma", nos dice. "Yo era pastor de ovejas pero ya al salir de la escuela empezaba a imaginar cosas. Una vez vi la forma de un pato al buscar leña y ahí comenzó."

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Desde lo alto del Pucará, la luz de un faro giraba para dar contra la Peñalta, sobrevolaba los techos del pueblo, el lecho del Huasamayo y rebotaba en el Cerro Negro, mientras las artes plásticas locales mostraban en el museo Terry que, sin despegarse del suelo jujeño, sin embargo ya son algo distinto del transitado "color local".
Esto se veía en lo que hace a los premios Ledesma 2015; un Tomás Bree con todo lo provocativo que puede tener el pop de dibujo fotográfico, un Ariel Cortez donde la figura y la mancha conviven en una tensión que no aspira a resolverse, tigres que se desvanecen en la raya, un pim pim que se deshace en guardas o el aguayo implacable como Bruce Lee.
En el patio del Arqueológico cantaban los Chacra mientras la concurrencia bailaba un carnavalito, en el Soto Avendaño se descansaba ya porque los noctámbulos museistas estaban camino al homenaje que se le realizaba a Hugo Irureta en el Medardo Pantoja, mientras en el museo de la Virgen alguien explicaba la historia del Cristo roto en la vitrina.
En la esquina de la Bolívar, en el Museo de la Fundación Irureta, Alejandro Soriano colgó sus cuadros de imaginería cuzqueña y sus esculturas en madera de rica rica. Nos cuenta que comenzó con el dibujo antes de pasar "a la leña. Es que sus raíces y sus tallos son de formas curvas y llevan a crear figuras, que por su color son como las plumas del suri."
Apenas si barniza la madera para protegerla, y el resto es su entramado fibroso que se enrosca como el emplumado y pareciera que apenas si debió intervenirla para ver el ave, "como brotado del alma", nos dice. "Yo era pastor de ovejas pero ya al salir de la escuela empezaba a imaginar cosas. Una vez vi la forma de un pato al buscar leña y ahí comenzó."