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Satisfacción y prudencia ante el pacto contra el cambio climático

Lunes, 14 de diciembre de 2015 01:30
COP21 / APROBARON AYER EL HISTÓRICO ACUERDO CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO EN LA CUMBRE DE PARÍS.
Un día después de la firma del primer acuerdo global contra el cambio climático, políticos, científicos, organizaciones y asociaciones de todo el mundo analizaron ayer, entre la satisfacción y la prudencia, las consecuencias de un consenso que abre un camino hacia economías libres de emisiones, aún por recorrer.
"El acuerdo de París es un hito. Ahora el destino de la Tierra depende de cuán rápido y con qué solidez lo apliquemos", afirmó el profesor Ottmar Edenhofer, del instituto Potsdam de Investigación sobre el Cambio Climático.
Más cauto se mostró el portavoz de Equo en el Parlamento Europeo, Florent Marcellesi, quien aseguró que el éxito de un pacto que considera "insuficiente" dependerá de "cómo se interprete y se ponga en práctica en cada país y de la movilización social y política para exigir que se cumpla en el sentido correcto".
El acuerdo no garantiza que el calentamiento global se quede "muy por debajo" del objetivo de los 2ºC ni del deseable de 1,5ºC.
El acuerdo está revestido de un complejo envoltorio jurídico que hace que sea legalmente vinculante en su conjunto, pero no en buena parte de su desarrollo, ni en los objetivos de reducción de emisiones. Su fuerza reside en el mecanismo con el que periódicamente se revisarán los compromisos de cada país, que sí es jurídicamente vinculante, y coloca una alta presión internacional sobre los países para que hagan los esfuerzos necesarios. Aunque su efectividad está aún por ser demostrada.
Las revisiones serán clave porque los objetivos puestos hasta ahora sobre la mesa no garantizan que el calentamiento global se quede "muy por debajo" del objetivo de los 2ºC ni del deseable de 1,5ºC, sino que llevarán a que a finales de siglo la temperatura se haya elevado en 2,7ºC o incluso 3ºC.
El acuerdo de París es un "punto de inflexión histórico" que por primera vez ha puesto de acuerdo tanto a los mayores países emisores como a los más vulnerables, a los más ambiciosos y los más escépticos, a los ricos y los pobres, contra el cambio climático. Pero el experto de Carnegie Institution, Chris Field, advirtió de que "no es el momento de la autocomplacencia", sino de actuar en innovación, energías limpias y desarrollo sostenible.
En este sentido, es fundamental movilizar sumas que alcancen los "trillones", en palabras de Nigel Topping, director ejecutivo de We Mean Business, una coalición de empresas y organizaciones que ya trabajan en la acción climática.
Por su parte, el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, dijo que el acuerdo "manda una muy necesitada señal para disparar las inversiones públicas y privadas necesarias para llevar las economías hacia un mundo neutro en carbono" y reconoció que ejecutar el trabajo es ahora "una responsabilidad común".

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Un día después de la firma del primer acuerdo global contra el cambio climático, políticos, científicos, organizaciones y asociaciones de todo el mundo analizaron ayer, entre la satisfacción y la prudencia, las consecuencias de un consenso que abre un camino hacia economías libres de emisiones, aún por recorrer.
"El acuerdo de París es un hito. Ahora el destino de la Tierra depende de cuán rápido y con qué solidez lo apliquemos", afirmó el profesor Ottmar Edenhofer, del instituto Potsdam de Investigación sobre el Cambio Climático.
Más cauto se mostró el portavoz de Equo en el Parlamento Europeo, Florent Marcellesi, quien aseguró que el éxito de un pacto que considera "insuficiente" dependerá de "cómo se interprete y se ponga en práctica en cada país y de la movilización social y política para exigir que se cumpla en el sentido correcto".
El acuerdo no garantiza que el calentamiento global se quede "muy por debajo" del objetivo de los 2ºC ni del deseable de 1,5ºC.
El acuerdo está revestido de un complejo envoltorio jurídico que hace que sea legalmente vinculante en su conjunto, pero no en buena parte de su desarrollo, ni en los objetivos de reducción de emisiones. Su fuerza reside en el mecanismo con el que periódicamente se revisarán los compromisos de cada país, que sí es jurídicamente vinculante, y coloca una alta presión internacional sobre los países para que hagan los esfuerzos necesarios. Aunque su efectividad está aún por ser demostrada.
Las revisiones serán clave porque los objetivos puestos hasta ahora sobre la mesa no garantizan que el calentamiento global se quede "muy por debajo" del objetivo de los 2ºC ni del deseable de 1,5ºC, sino que llevarán a que a finales de siglo la temperatura se haya elevado en 2,7ºC o incluso 3ºC.
El acuerdo de París es un "punto de inflexión histórico" que por primera vez ha puesto de acuerdo tanto a los mayores países emisores como a los más vulnerables, a los más ambiciosos y los más escépticos, a los ricos y los pobres, contra el cambio climático. Pero el experto de Carnegie Institution, Chris Field, advirtió de que "no es el momento de la autocomplacencia", sino de actuar en innovación, energías limpias y desarrollo sostenible.
En este sentido, es fundamental movilizar sumas que alcancen los "trillones", en palabras de Nigel Topping, director ejecutivo de We Mean Business, una coalición de empresas y organizaciones que ya trabajan en la acción climática.
Por su parte, el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, dijo que el acuerdo "manda una muy necesitada señal para disparar las inversiones públicas y privadas necesarias para llevar las economías hacia un mundo neutro en carbono" y reconoció que ejecutar el trabajo es ahora "una responsabilidad común".

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