Una
espesa niebla contaminante y sofocante envolvía ayer a
Pekín, donde las autoridades habían decretado la víspera la segunda "alerta roja" por polución de su historia.
Esta nueva alerta máxima, menos de dos semanas después de la primera, entró en vigor en la madrugada de ayer y continuará hasta el martes.
Las autoridades municipales ordenaron el cierre de fábricas y la puesta en marcha de una circulación alterna para los vehículos particulares a fin de limitar la expansión del esmog, así como el cierre de escuelas hasta principios de la próxima semana.
En las avenidas del centro de la ciudad, a menudo bloqueadas por los habituales atascos, el tráfico era bastante fluido el sábado a media mañana.
La blanquecina niebla reducía sensiblemente la visibilidad y difuminaba la silueta de edificios próximos, sin que la concentración de micropartículas tóxicas alcanzara los preocupantes picos registrados estas últimas semanas.
La densidad de partículas finas (PM 2,5), muy peligrosas para la salud y que provocan muertes prematuras, superaba ayer los 200 microgramos por m3, según los niveles de referencia medidos por la embajada estadounidense. A media tarde, esta densidad había bajado a 140, pero un esmog de olor penetrante seguía reduciendo la visibilidad en la capital, si bien había menos coches que de costumbre en las calles.
Miles de pekineses debieron acudir a los hospitales y a comprar miles de máscaras protectoras.
Una
espesa niebla contaminante y sofocante envolvía ayer a
Pekín, donde las autoridades habían decretado la víspera la segunda "alerta roja" por polución de su historia.
Esta nueva alerta máxima, menos de dos semanas después de la primera, entró en vigor en la madrugada de ayer y continuará hasta el martes.
Las autoridades municipales ordenaron el cierre de fábricas y la puesta en marcha de una circulación alterna para los vehículos particulares a fin de limitar la expansión del esmog, así como el cierre de escuelas hasta principios de la próxima semana.
En las avenidas del centro de la ciudad, a menudo bloqueadas por los habituales atascos, el tráfico era bastante fluido el sábado a media mañana.
La blanquecina niebla reducía sensiblemente la visibilidad y difuminaba la silueta de edificios próximos, sin que la concentración de micropartículas tóxicas alcanzara los preocupantes picos registrados estas últimas semanas.
La densidad de partículas finas (PM 2,5), muy peligrosas para la salud y que provocan muertes prematuras, superaba ayer los 200 microgramos por m3, según los niveles de referencia medidos por la embajada estadounidense. A media tarde, esta densidad había bajado a 140, pero un esmog de olor penetrante seguía reduciendo la visibilidad en la capital, si bien había menos coches que de costumbre en las calles.
Miles de pekineses debieron acudir a los hospitales y a comprar miles de máscaras protectoras.