Se trata de la obra de un artista desconocido del valle de la Umbría, que se inspira en el estilo románico de la época y en la iconografía oriental. Esta cruz, de 2,10 metros de alto por 1,30 de ancho, fue realizada para la iglesia de
San Damián, de Asís. Quien la pintó, no sospechaba la importancia que esta cruz iba a tener hoy, debido a la trascendencia mundial que adquirió tras conocerse que fue la insignia que hablo a San Francisco de Asís. En ella se expresa toda la fe de la iglesia y quiere hacer visible lo invisible, quiere adentrar a los fieles, a través y más allá de su imagen, sus colores y belleza, en el misterio de Dios.