A días de las elecciones parlamentarias en
Israel, las encuestas favorecen a la alianza
Campo Sionista, de centro, mientras caen las proyecciones del partido gobernante
Likud, de derecha, y los analistas ven una elección que podría tener consecuencias inesperadas.
Sin embargo, la alquimia electoral israelí no permite asegurar que esta tendencia, pese a ser cada vez más fuerte, defina totalmente el resultado final, ya que la formación de gobierno dependerá, en último análisis, de los acuerdos que tendrá que concertar con los partidos menores.
Más allá de esto, la incertidumbre electoral permite avizorar una gran definición en la historia de las elecciones israelíes, según afirman diversos observadores.
La izquierda se siente ante la última oportunidad que le queda de salvar la "solución de dos estados", lanzada hace décadas en los Acuerdos de Oslo, para evitar la transformación del país en un solo Estado binacional. La derecha, en cambio, teme si es derrotada, que la izquierda termine de imponer su visión de la Tierra de Israel dividida entre un Estado judío y otro palestino.
Algunos analistas deslizan la posibilidad de que Likud y Campo Sionista terminen obligados a construir un gobierno de unidad
Las tendencias del Likud vienen en baja desde el inicio de la campaña, que comenzó cuando Netanyahu se desprendió de su ala centrista al expulsar del gobierno a Tzipi Livni, antigua militante de la derecha, pero dispuesta a buscar un acuerdo con los palestinos; y a Yair Lapid, un centroderechista de clases medias.
El discurso anti iraní de Netanyahu ante el Congreso de Estados Unidos impactó negativamente sobre su campaña en Israel, aunque sirvió a los republicanos contra Obama, y complicó su relación con el actual presidente estadounidense, que quiere lograr un acuerdo con Irán.
A días de las elecciones parlamentarias en
Israel, las encuestas favorecen a la alianza
Campo Sionista, de centro, mientras caen las proyecciones del partido gobernante
Likud, de derecha, y los analistas ven una elección que podría tener consecuencias inesperadas.
Sin embargo, la alquimia electoral israelí no permite asegurar que esta tendencia, pese a ser cada vez más fuerte, defina totalmente el resultado final, ya que la formación de gobierno dependerá, en último análisis, de los acuerdos que tendrá que concertar con los partidos menores.
Más allá de esto, la incertidumbre electoral permite avizorar una gran definición en la historia de las elecciones israelíes, según afirman diversos observadores.
La izquierda se siente ante la última oportunidad que le queda de salvar la "solución de dos estados", lanzada hace décadas en los Acuerdos de Oslo, para evitar la transformación del país en un solo Estado binacional. La derecha, en cambio, teme si es derrotada, que la izquierda termine de imponer su visión de la Tierra de Israel dividida entre un Estado judío y otro palestino.
Algunos analistas deslizan la posibilidad de que Likud y Campo Sionista terminen obligados a construir un gobierno de unidad
Las tendencias del Likud vienen en baja desde el inicio de la campaña, que comenzó cuando Netanyahu se desprendió de su ala centrista al expulsar del gobierno a Tzipi Livni, antigua militante de la derecha, pero dispuesta a buscar un acuerdo con los palestinos; y a Yair Lapid, un centroderechista de clases medias.
El discurso anti iraní de Netanyahu ante el Congreso de Estados Unidos impactó negativamente sobre su campaña en Israel, aunque sirvió a los republicanos contra Obama, y complicó su relación con el actual presidente estadounidense, que quiere lograr un acuerdo con Irán.