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Un recinto con todos los climas para el último año

Lunes, 02 de marzo de 2015 00:00
Al compás del discurso de la presidenta Cristina Kirchner, la Asamblea Legislativa pasó de la tranquilidad adormecedora a las humoradas y la euforia militante, para terminar en un clima de tensión que apenas se disipó con una lluvia de pétalos de rosas.
Los estrictos controles de seguridad impidieron el ingreso de banderas y filtraron a los militantes oficialistas que ocuparon los palcos de los últimos pisos, dado que eran algunos menos que en años anteriores.
Esa menor concurrencia se notó, también, en el inusual silencio que reinó durante las dos horas previas a la llegada de la presidenta, aunque no duraría mucho más.
Cuando las pantallas gigantes instaladas en los costados del hemiciclo mostraron que la jefa de Estado se estaba acercando al Congreso, empezaron a sonar los cantos acuñados por la militancia kirchnerista y la "Marcha Peronista".
Casi todos los legisladores del oficialismo acompañaron las canciones con los dedos marcando la "V" de la Victoria, salvo por el jefe del bloque de senadores, Miguel Ángel Pichetto, quien mantuvo su ya clásica seriedad perruna y ni siquiera entonó la marcha tradicional del justicialismo.
La primera hora del discurso de la mandataria transcurrió en medio de una tranquilidad interrumpida de a ratos por los aplausos de rigor con los que la audiencia oficialista celebró los "logros" del modelo, expresados en números.
Se le puede atribuir a esa tranquilidad la breve siesta del presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, y el cabeceo del diputado y apoderado del PJ, Jorge Landau, quien batallaba contra el sueño sentado en la segunda fila. Pero todos estaban bien despiertos cuando la presidenta anunció el proyecto para estatizar la administración de los ferrocarriles y recordó que el líder del PRO, Mauricio Macri, dijo reivindicar las banderas peronistas, lo que le pareció razón suficiente para que sus legisladores voten a favor de la iniciativa.
La chicana hizo reír a casi toda la oposición y especialmente al bloque del PRO, encabezado por Federico Pinedo, a quien la mandataria, impostando una tonada sanisidrense, le dijo: "¿Te imaginás vos, Pinedo, votando la estatización de los ferrocarriles?". El diputado macrista se tomó con humor el comentario y levantó la mano con lo dedos en "V", gesto que arrancó carcajadas a propios y extraños y rápidamente se convirtió en furor en las redes sociales.
Pero no tardó en llegar el momento de máxima tensión, cuando la jefa de Estado comenzó a hablar del tema Amia e incluso retó a los opositores que colocaron en sus bancas carteles con la leyenda "Amia: apertura de archivos" y "Amia: comisión investigadora".
"No necesito carteles para hablar de la Amia", exclamó la presidenta, al tiempo que recordó sus discursos ante la ONU y generó así un griterío con aplausos ensordecedor (el más estridente de la jornada), seguido por el clásico "che gorila, che gorila", que hizo vibrar el hemiciclo.
Y luego todo fue silencio, un silencio tenso en el que todos escuchaban atentamente los dichos de la presidenta sobre el período en el que ocurrieron los atentados contra la Amia y la Embajada de Israel.
La tensión aumentó cuando la jefa de Estado dijo que su Gobierno había sido 'el único que logró que Irán firme algo sobre la Amia" y los senadores radicales le dijeron que "no", que no era así, y se lo hicieron saber a viva voz. Pero el cruce no terminó ahí y, cuando la jefa de Estado leyó una publicación que una fiscal había hecho en su perfil de Facebook, el jefe de los senadores radicales, Gerardo Morales, le gritó: "Moción de orden". Y minutos después, cuando la presidenta mencionó la 'división de poderes' en medio de sus críticas a un sector del Poder Judicial, el senador radical Luis Naidenoff exclamó "ah, bueno" con sarcasmo. Ese fue el último tramo de una asamblea que se volvió cada vez más picante y terminó con una lluvia de pétalos de rosas blancas y rojas sobre el estrado.
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Al compás del discurso de la presidenta Cristina Kirchner, la Asamblea Legislativa pasó de la tranquilidad adormecedora a las humoradas y la euforia militante, para terminar en un clima de tensión que apenas se disipó con una lluvia de pétalos de rosas.
Los estrictos controles de seguridad impidieron el ingreso de banderas y filtraron a los militantes oficialistas que ocuparon los palcos de los últimos pisos, dado que eran algunos menos que en años anteriores.
Esa menor concurrencia se notó, también, en el inusual silencio que reinó durante las dos horas previas a la llegada de la presidenta, aunque no duraría mucho más.
Cuando las pantallas gigantes instaladas en los costados del hemiciclo mostraron que la jefa de Estado se estaba acercando al Congreso, empezaron a sonar los cantos acuñados por la militancia kirchnerista y la "Marcha Peronista".
Casi todos los legisladores del oficialismo acompañaron las canciones con los dedos marcando la "V" de la Victoria, salvo por el jefe del bloque de senadores, Miguel Ángel Pichetto, quien mantuvo su ya clásica seriedad perruna y ni siquiera entonó la marcha tradicional del justicialismo.
La primera hora del discurso de la mandataria transcurrió en medio de una tranquilidad interrumpida de a ratos por los aplausos de rigor con los que la audiencia oficialista celebró los "logros" del modelo, expresados en números.
Se le puede atribuir a esa tranquilidad la breve siesta del presidente del Banco Central, Alejandro Vanoli, y el cabeceo del diputado y apoderado del PJ, Jorge Landau, quien batallaba contra el sueño sentado en la segunda fila. Pero todos estaban bien despiertos cuando la presidenta anunció el proyecto para estatizar la administración de los ferrocarriles y recordó que el líder del PRO, Mauricio Macri, dijo reivindicar las banderas peronistas, lo que le pareció razón suficiente para que sus legisladores voten a favor de la iniciativa.
La chicana hizo reír a casi toda la oposición y especialmente al bloque del PRO, encabezado por Federico Pinedo, a quien la mandataria, impostando una tonada sanisidrense, le dijo: "¿Te imaginás vos, Pinedo, votando la estatización de los ferrocarriles?". El diputado macrista se tomó con humor el comentario y levantó la mano con lo dedos en "V", gesto que arrancó carcajadas a propios y extraños y rápidamente se convirtió en furor en las redes sociales.
Pero no tardó en llegar el momento de máxima tensión, cuando la jefa de Estado comenzó a hablar del tema Amia e incluso retó a los opositores que colocaron en sus bancas carteles con la leyenda "Amia: apertura de archivos" y "Amia: comisión investigadora".
"No necesito carteles para hablar de la Amia", exclamó la presidenta, al tiempo que recordó sus discursos ante la ONU y generó así un griterío con aplausos ensordecedor (el más estridente de la jornada), seguido por el clásico "che gorila, che gorila", que hizo vibrar el hemiciclo.
Y luego todo fue silencio, un silencio tenso en el que todos escuchaban atentamente los dichos de la presidenta sobre el período en el que ocurrieron los atentados contra la Amia y la Embajada de Israel.
La tensión aumentó cuando la jefa de Estado dijo que su Gobierno había sido 'el único que logró que Irán firme algo sobre la Amia" y los senadores radicales le dijeron que "no", que no era así, y se lo hicieron saber a viva voz. Pero el cruce no terminó ahí y, cuando la jefa de Estado leyó una publicación que una fiscal había hecho en su perfil de Facebook, el jefe de los senadores radicales, Gerardo Morales, le gritó: "Moción de orden". Y minutos después, cuando la presidenta mencionó la 'división de poderes' en medio de sus críticas a un sector del Poder Judicial, el senador radical Luis Naidenoff exclamó "ah, bueno" con sarcasmo. Ese fue el último tramo de una asamblea que se volvió cada vez más picante y terminó con una lluvia de pétalos de rosas blancas y rojas sobre el estrado.

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