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La reflexión del evangelio del tercer domingo de Cuaresma

Domingo, 08 de marzo de 2015 00:00
<p>CATEDRAL BASÍLICA/ UNO DE LOS SÍMBOLOS DEL CRISTIANISMO.</p>
En estos días de Cuaresma, la Iglesia pedagógicamente nos enseña a caminar mirando hacia la Cruz de Cristo para llegar a la gloria de la Resurrección.

Por eso la primera lectura de hoy que pertenece al libro del Éxodo comienza afirmando quién es Dios. Para los que tenemos fe, no es un Dios que se haya quedado en las alturas mirando cómo transcurre la historia, no es un Dios que lo permite todo a costa de cualquier cosa.

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En estos días de Cuaresma, la Iglesia pedagógicamente nos enseña a caminar mirando hacia la Cruz de Cristo para llegar a la gloria de la Resurrección.

Por eso la primera lectura de hoy que pertenece al libro del Éxodo comienza afirmando quién es Dios. Para los que tenemos fe, no es un Dios que se haya quedado en las alturas mirando cómo transcurre la historia, no es un Dios que lo permite todo a costa de cualquier cosa.

El libro del Éxodo nos dice: "Yo soy el Señor tu Dios que te hice salir de Egipto", es decir: todos los mandamientos son consecuencia del primero. Porque Dios nos quiere libres y en esa libertad quiere nuestra felicidad. Cuando fuimos creados, fuimos creados como la mayor expresión del amor de Dios, porque el ser humano es la dicha de Dios. Por eso nos libera, por eso nos perdona, y por eso nos ama. El Papa Francisco usa una frase que nos dice que hay que ser misericordiosos como Dios lo es con nosotros, es decir hay que misericordiar.

Y esa misericordia es para nosotros: vida en abundancia.

Por eso no nos tenemos que acostumbrar solamente a recordar los mandamientos que hemos recibido desde niños, sino que tenemos que vivir el hilo conductor de los mandamientos que es el "amor que nos lleva a vivir el perdón". Esto no significa justificar lo injustificable, sino a corregir nuestras actitudes.

Por eso también San Pablo en la segunda lectura nos dirá que lo más importante es predicar a Cristo crucificado, escándalo para judíos y locura para los paganos, pero fuerza y debilidad para Dios. Esa es la verdadera locura, la locura de la cruz, la que nos salva, la que nos redime, la que fue abrazada por las manos de aquel que llevó a plenitud el amor para que seamos salvados.

Es Cristo el que le da sentido a la cruz, es Cristo es el que pone esperanza en ese madero. Cuaresma es el tiempo para abrazar la cruz e identificarnos con ella. Es el tiempo de la esperanza en Cristo.

¿Dónde habita Dios?

En el evangelio podemos notar que los judíos estaban convencidos que el lugar donde Dios moraba era el Templo de Jerusalén. Jesús respeta las leyes judías, porque él también subió a Jerusalén para celebrar la pascua judía. Pero la gran novedad es que nos enseña a descubrir la verdadera morada de Dios. Dios no se limita a las paredes. El Papa también nos invita a ser una "Iglesia en salida, es decir una iglesia que se sienta misionera, que esté en todos lados, una iglesia no con tantas seguridades, sino accidentada pero porque sale a la calle"

Por eso Jesús nos invita a hacer presente la obra de Dios que nos dice que cuando descubrimos la presencia de un Dios que nos libera y nos ama, entonces ahí está morando la vida de Dios. No lo busquemos tanto en estructuras caducas, seguramente estuvieron bien para un cierto momento, pero la presencia de Dios se dá en un corazón que lo descubre en el perdón y en la misericordia.

Que esta Cuaresma esté impregnada del camino de la cruz para llegar a la gloria de la Pascua.

Recordemos dos fechas importantes: el viernes 13 de marzo se recuerda que el Papa Francisco fue elegido como sucesor de Pedro (Vicario de Cristo y que asumió el 19 de marzo el día de San José. También tengamos presente que el martes 10 de marzo comienza la novena en honor a San José, patrono universal de la Iglesia y co-patrono principal de nuestra Catedral Basílica. Hasta el domingo, Dios mediante.