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Sin fe, nos quedamos fuera de esta fiesta

Domingo, 05 de abril de 2015 00:00
PADRE MANUEL ALFARO

Reproducimos a continuación la reflexión del párroco de la Catedral Basílica Manuel Alfaro.

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Reproducimos a continuación la reflexión del párroco de la Catedral Basílica Manuel Alfaro.

"Queridos hermanos: en este domingo radiante de Vida, la Iglesia nos invita a participar del gozo de la Resurrección del Señor. Se nos invita a participar (no a mirar desde afuera), a hacer nuestra esta alegría, como cuando se toma parte en una fiesta... Y esta es la fiesta más grande: es la Pascua: la del Señor y la nuestra.

Quizá la carrera de estos hombres sea una gran metáfora de nuestra vida: Correr en la búsqueda de la respuesta a muchas preguntas. Y en la meta, lo inesperado: El sepulcro vacío, las vendas acomodadas y las palabras que anuncian que Jesús está vivo. Todo es confuso. Nuevas preguntas aparecen ante los ojos atónitos de estos hombres y de los nuestros. Lo que hemos encontrado nos remite a buscar nuevos caminos.

Pascua: paso de la muerte a la Vida, a la vida gloriosa de los hijos de Dios, Vida que ya se nos da en Cristo Resucitado, al que ahora celebramos.

Pascua: paso de la oscuridad a la Luz del Señor, del caos de este mundo al orden de la Nueva Creación que Dios ya introdujo en Jesucristo Resucitado.

Paso de la esclavitud a la libertad; del desierto a la posesión de la Tierra prometida, al Reino de Dios; del pecado a la amistad con Dios; del hombre viejo destinado a la muerte al hombre nuevo, hecho para el Cielo. Paso de la incredulidad y la desesperación, a la alegría serena y profunda de la fe, la esperanza y el amor.

No puede haber para el hombre alegría más profunda que la que hoy se proclama: la alegría de la Salvación. Hoy resuena, como el silbido de una luz vertiginosa, el eco, aún vivo, del anuncio de la Resurrección del Señor. De boca en boca corre este rumor, que se prueba eficazmente por el testimonio del Espíritu en los corazones renovados. Cristo ha resucitado y se ha aparecido. Es verdad. Nosotros somos testigos de ello.

Sin embargo, para entrar en esta fiesta, la fiesta eterna de los hijos de Dios, es necesario que nos vistamos con el traje de fiesta adecuado. Y ese traje de fiesta es la fe. Y sin fe, nos quedamos fuera de esta fiesta.

De los hombres y mujeres que conocieron a Jesús, sólo los que tuvieron fe en Él encontraron la alegría de la salvación. Para los otros, las cosas no cambiaron. Del mismo modo ocurre hoy: sólo por la fe, que recibimos en el Bautismo y compartimos en cada Misa, encontramos la alegría de la salvación..."