Con la sospecha de que sería el calor el que desalienta a los turistas a llevarse alguna prenda tejida de lana de oveja o fibra de llama, las tejedoras de la Feria Artesanal coincidieron en que las dos semanas que lleva abierta las ventas fueron "tibias". Los ceramistas han tenido una venta medianamente aceptable y aún esperan repuntar.
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Con la sospecha de que sería el calor el que desalienta a los turistas a llevarse alguna prenda tejida de lana de oveja o fibra de llama, las tejedoras de la Feria Artesanal coincidieron en que las dos semanas que lleva abierta las ventas fueron "tibias". Los ceramistas han tenido una venta medianamente aceptable y aún esperan repuntar.
La paradoja de no padecer las inclemencias del tiempo, que permitieron una gran fluidez de 1.800 visitantes en las últimas dos semanas, sólo entre las consultas a la mesa de información de Turismo Municipal, dan un indicio de un buen número de visitantes. Y aunque las ventas no serían las que esperan los artesanos: alfareros, luthiers, artesanos del cuero, de la sal, de semillas, reposteros y productores de dulces, recibían muchas consultas.
"Como Dirección de Turismo (capitalina), aproximadamente a 1.800 personas hemos atendido en estas dos semanas", detalló Jorge Vilte. Las carpas están en calles Sarmiento e Independencia.
Muchos de los turistas coincidieron en que los atrae la calidad de la alfarería, que identifican con la tierra jujeña, y los singulares tejidos por el tipo de lana: de oveja o fibra de llama en su variedad de prendas y accesorios.
"La verdad un lugar hermoso, donde se concentran artesanos y donde los turistas podemos ver todo lo que hace la provincia en un solo lugar", explicó María Piris de la provincia de Buenos Aires, sintetizando lo que ya decía con la mirada interesada en algunas prendas tejidas artesanalmente.
Llegan en general en familia, algunas por segunda vez, otros renovando la visita con sus hijos, y hay quienes acababan de llegar a esta capital y optaban por recorrer la feria antes de dirigirse a los centros turísticos quebradeños.
"Por el momento estamos más o menos. El tiempo estaba con calor y nuestra mercadería sale con tiempo de frío, en estos días se vende alguito. Los primeros días se vendió mucho y luego empezó a bajar, pero se vende", detalló Macaria Lusco, originaria del pueblo de Huancar, Departamento de Susques. Dijo que lo que más se venden son los ponchos cuyo precio fluctúa alrededor de los 800 pesos, los grandes y los pequeños para niños a 250 pesos, chalecos para hombre XXL o L a $ 500 a $ 400 según el tamaño, en fibra de llama en colores naturales.
Anunció que esta semana bajará los precios para acabar con el stock ya que cada año tejen nuevas prendas, aclarando que no venden o los bajan de precios a las del año anterior porque los tejidos "se endurecen".
En coincidencia con Macaria, otra tejedora de La Quiaca, Andrea Portal aseguró que "las ventas están regular, no están mal pero tampoco bien. La gente pide de todo, lo que vé, más las prendas de lana, las gorras", relató.
La quiaqueña oferta boinas a 75 u 80 pesos, guantes a 80, en fibras de llama y otras en lana de oveja, que elabora con agujas y otras en telar. Muchos coincidían en esa actividad como la única de sustento familiar a la que le dedican la labor del año.
En cerámica, un joven vendedor Jorge Párraga, explicó que lo más demandado son las ollas de arcilla que algunos turistas se llevan, y cuestan entre 120 pesos, 150 y algunas 80.
En tanto, desde Salinas Grandes el pequeño Jorge Vilte explicó que las artesanías de sal que son requeridas como recuerdos. Se llevaban pequeñas llamas de sal, casitas, de entre 35 y 50 pesos, otros en lajas de 50 y 30 pesos.