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Fueron detenidos por el crimen de su padre | Buenos Aires, prófugos, barrio San Miguel, Jefatura Departamental Pilar, Rodrigo Mércuri

Martes, 28 de julio de 2015 00:00
Dos hermanastros de 16 y 18 años que estaban prófugos acusados de haber asesinado y enterrado a su padre en su casa de San Miguel fueron detenidos en José C. Paz circulando en el auto de la víctima, informaron ayer fuentes policiales.
Los jóvenes fueron localizados y arrestados por efectivos de la comisaría 3ra. de San Miguel Oeste y de la Jefatura Departamental Pilar en el cruce de las calles Sarmiento y Saettone de José C. Paz, cerca de la casa de la madre de uno de ellos, y a bordo del Renault 19 con el que la víctima, Nemesio Torres (61), trabajaba como remisero.
Ambos imputados, el hijastro de Torres de 18 años identificado como Rodrigo Mércuri, como el hijo de 16, quedaron detenidos acusados de homicidio agravado por el vínculo, delito que prevé una pena de prisión perpetua.
Como uno de ellos es menor de edad, los hermanastros quedaron a disposición del fiscal Fabián Hualde de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) del Fuero Penal Juvenil de San Martín.
Fuentes judiciales informaron a Télam que el fiscal indagó el domingo a ambos acusados, pero los dos hicieron uso de su derecho a negarse a declarar.
Voceros policiales indicaron que en un nuevo allanamiento realizado en la casa donde se cometió el crimen, los investigadores hallaron lo que se cree fue el arma homicida con la que la víctima fue golpeada en la cabeza: una maza de madera.
Por más que se hayan negado a declarar ante la Justicia, por los dichos informales de los propios imputados al ser detenidos y de testigos, los investigadores tratan de establecer si el crimen puede estar vinculado a un caso de la violencia intrafamiliar.
"Parece que la víctima no trataba muy bien a sus hijos y se investiga si lo mataron porque el hombre le estaba dando una paliza al más chico", dijo un jefe policial.
El crimen de Torres, un santiagueño que trabajaba como remisero, se descubrió el viernes pasado por la noche en un galpón ubicado en el mismo terreno en el que está la vivienda familiar, situada en José Garibaldi y Santa María, en el barrio Santa Brígida, localidad de Santa María.
A ese lugar llegaron los efectivos de la comisaría 3ra. de San Miguel con asistencia de la División Canes, luego de que los compañeros de la víctima denunciaran que no iba a trabajar desde el 16 de julio último.
Según dijeron los voceros consultados, los policías ingresaron al terreno y, al encontrar la casa cerrada con llave, se dirigieron directamente al fondo, a un galpón que funciona como taller mecánico.
Al observar en el interior de la fosa utilizada para trabajar debajo de los autos, encontraron el cadáver de Torres, semitapado por arena y unas frazadas, con signos de haber sufrido gran cantidad de golpes en el rostro y en la cabeza.
Según los forenses, Torres había fallecido entre tres y cuatro días antes del hallazgo, y se cree que pudo sufrir varias horas de agonía.
Debido a que hallaron arena en el interior de la boca del remisero, los peritos creían ayer que los asesinos pudieron haberlo golpeado, arrojado a la fosa creyéndolo muerto.

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Dos hermanastros de 16 y 18 años que estaban prófugos acusados de haber asesinado y enterrado a su padre en su casa de San Miguel fueron detenidos en José C. Paz circulando en el auto de la víctima, informaron ayer fuentes policiales.
Los jóvenes fueron localizados y arrestados por efectivos de la comisaría 3ra. de San Miguel Oeste y de la Jefatura Departamental Pilar en el cruce de las calles Sarmiento y Saettone de José C. Paz, cerca de la casa de la madre de uno de ellos, y a bordo del Renault 19 con el que la víctima, Nemesio Torres (61), trabajaba como remisero.
Ambos imputados, el hijastro de Torres de 18 años identificado como Rodrigo Mércuri, como el hijo de 16, quedaron detenidos acusados de homicidio agravado por el vínculo, delito que prevé una pena de prisión perpetua.
Como uno de ellos es menor de edad, los hermanastros quedaron a disposición del fiscal Fabián Hualde de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) del Fuero Penal Juvenil de San Martín.
Fuentes judiciales informaron a Télam que el fiscal indagó el domingo a ambos acusados, pero los dos hicieron uso de su derecho a negarse a declarar.
Voceros policiales indicaron que en un nuevo allanamiento realizado en la casa donde se cometió el crimen, los investigadores hallaron lo que se cree fue el arma homicida con la que la víctima fue golpeada en la cabeza: una maza de madera.
Por más que se hayan negado a declarar ante la Justicia, por los dichos informales de los propios imputados al ser detenidos y de testigos, los investigadores tratan de establecer si el crimen puede estar vinculado a un caso de la violencia intrafamiliar.
"Parece que la víctima no trataba muy bien a sus hijos y se investiga si lo mataron porque el hombre le estaba dando una paliza al más chico", dijo un jefe policial.
El crimen de Torres, un santiagueño que trabajaba como remisero, se descubrió el viernes pasado por la noche en un galpón ubicado en el mismo terreno en el que está la vivienda familiar, situada en José Garibaldi y Santa María, en el barrio Santa Brígida, localidad de Santa María.
A ese lugar llegaron los efectivos de la comisaría 3ra. de San Miguel con asistencia de la División Canes, luego de que los compañeros de la víctima denunciaran que no iba a trabajar desde el 16 de julio último.
Según dijeron los voceros consultados, los policías ingresaron al terreno y, al encontrar la casa cerrada con llave, se dirigieron directamente al fondo, a un galpón que funciona como taller mecánico.
Al observar en el interior de la fosa utilizada para trabajar debajo de los autos, encontraron el cadáver de Torres, semitapado por arena y unas frazadas, con signos de haber sufrido gran cantidad de golpes en el rostro y en la cabeza.
Según los forenses, Torres había fallecido entre tres y cuatro días antes del hallazgo, y se cree que pudo sufrir varias horas de agonía.
Debido a que hallaron arena en el interior de la boca del remisero, los peritos creían ayer que los asesinos pudieron haberlo golpeado, arrojado a la fosa creyéndolo muerto.

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