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15 de Mayo,  Jujuy, Argentina
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El referéndum de hoy resultará decisivo | Grecia, Alexis Tsipras, asfixia financiera, Atenas

Domingo, 05 de julio de 2015 00:00
ATENAS / GRIEGOS SE ENCUENTRAN DIVIDIDOS Y HASTIADOS POR LA CRISIS FINANCIERA.
Al límite de la asfixia financiera y el hastío, en un clima de incertidumbre, confusión, y en algunos casos desesperación, los griegos deciden hoy en referéndum si apoyan o no el acuerdo propuesto por los acreedores internacionales -y rechazado por el primer ministro Alexis Tsipras-, que exige más austeridad a cambio de abrir el grifo de la ayuda a Grecia.
El escenario es inédito incluso para Grecia, cuna de la democracia, puesto que sus ciudadanos están llamados a tomar una decisión que puede resultar vital para la subsistencia económica y financiera del país, y que se presenta como un plebiscito sobre Tsipras y su apuesta por sacar al país heleno de una interminable crisis defendiendo a las capas más desfavorecidas por el duro ajuste implementado desde 2010.
En las calles del centro de Atenas los ánimos son contradictorios, igual que las conductas, hay griegos que siguen su vida como si nada pasara porque -dicen- ya están acostumbrados y hartos, y porque tampoco saben si cambiará algo después de la votación de hoy.
Desesperados, llenan los changos del supermercado, hacen cola en las estaciones de servicio para cargar nafta y en los cajeros automáticos para sacar los 60 euros diarios permitidos desde que el lunes se instauró un corralito luego de que el anuncio del referéndum generara una corrida bancaria.
En medio de la confusión desatada por la gravedad de la situación económica y financiera de los últimos días, la sociedad griega se mantiene atrincherada detrás de dos bandos que parecen irreconciliables, el del Gobierno, que pide un "no" a los acreedores, y el de los partidos tradicionales de derecha y socialdemócratas que llevaron al país al precipicio con políticas neoliberales y grupos de empresarios que presionan a favor del "sí".
Tsipras, del partido de izquierda Syriza, asumió el poder en enero pasado con el compromiso de poner fin a la austeridad y renegociar la deuda griega, por lo que aceptar las condiciones de un acuerdo que él mismo calificó de "humillante", exige la suba del IVA y más recortes a las pensiones, lo que llevaría a abdicar en su programa y marcaría un suicidio político, por lo que abandonó las negociaciones internacionales.

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Al límite de la asfixia financiera y el hastío, en un clima de incertidumbre, confusión, y en algunos casos desesperación, los griegos deciden hoy en referéndum si apoyan o no el acuerdo propuesto por los acreedores internacionales -y rechazado por el primer ministro Alexis Tsipras-, que exige más austeridad a cambio de abrir el grifo de la ayuda a Grecia.
El escenario es inédito incluso para Grecia, cuna de la democracia, puesto que sus ciudadanos están llamados a tomar una decisión que puede resultar vital para la subsistencia económica y financiera del país, y que se presenta como un plebiscito sobre Tsipras y su apuesta por sacar al país heleno de una interminable crisis defendiendo a las capas más desfavorecidas por el duro ajuste implementado desde 2010.
En las calles del centro de Atenas los ánimos son contradictorios, igual que las conductas, hay griegos que siguen su vida como si nada pasara porque -dicen- ya están acostumbrados y hartos, y porque tampoco saben si cambiará algo después de la votación de hoy.
Desesperados, llenan los changos del supermercado, hacen cola en las estaciones de servicio para cargar nafta y en los cajeros automáticos para sacar los 60 euros diarios permitidos desde que el lunes se instauró un corralito luego de que el anuncio del referéndum generara una corrida bancaria.
En medio de la confusión desatada por la gravedad de la situación económica y financiera de los últimos días, la sociedad griega se mantiene atrincherada detrás de dos bandos que parecen irreconciliables, el del Gobierno, que pide un "no" a los acreedores, y el de los partidos tradicionales de derecha y socialdemócratas que llevaron al país al precipicio con políticas neoliberales y grupos de empresarios que presionan a favor del "sí".
Tsipras, del partido de izquierda Syriza, asumió el poder en enero pasado con el compromiso de poner fin a la austeridad y renegociar la deuda griega, por lo que aceptar las condiciones de un acuerdo que él mismo calificó de "humillante", exige la suba del IVA y más recortes a las pensiones, lo que llevaría a abdicar en su programa y marcaría un suicidio político, por lo que abandonó las negociaciones internacionales.

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