LA QUIACA (Corresponsal). Santa Catalina pueblito lleno de amor, tierra del oro, se apresta a celebrar las honras a la Virgen de Canchillas, patrona del departamento homónimo. Desde comienzos del mes tuvieron lugar diversas actividades y el rezo de la novena, de la cual participaron las diferentes instituciones del lugar además de sus pobladores. Situada al norte de la capital provincial, a 370 kilómetros, un tramo del viaje se hace por ruta 9 hasta La Quiaca, desde allí hay que continuar por la ruta 40. Enclavada entre los paisajes impactantes de la Puna, el pueblo cuatro veces centenario e icono de la época colonial, por estos días renueva su devoción. No solamente los habitantes del pueblo y los nueve distritos de la jurisdicción viven con ferviente devoción las honras a la Virgen, también residentes de la provincia y el país. Sus calles angostas se adornan especialmente para la ocasión, la Iglesia de Santa Catalina de Alejandría es el epicentro de las actividades, cuya construcción data del siglo XVII. El silencio del lugar quedará de lado con la música de las bandas de sikuris. El viajero que quiera llegar hasta Santa Catalina irá descubriendo pueblos escondidos, entre la falda de los cerros, enclavados como custodios de reliquias de inapreciable valor. Santa Catalina es dueña de un rico patrimonio cultural, mientras su historia cobra vida al evocar su pasado, pareciera por contraste que el tiempo se hubiera detenido invitando a la meditación y al reposo.
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LA QUIACA (Corresponsal). Santa Catalina pueblito lleno de amor, tierra del oro, se apresta a celebrar las honras a la Virgen de Canchillas, patrona del departamento homónimo. Desde comienzos del mes tuvieron lugar diversas actividades y el rezo de la novena, de la cual participaron las diferentes instituciones del lugar además de sus pobladores. Situada al norte de la capital provincial, a 370 kilómetros, un tramo del viaje se hace por ruta 9 hasta La Quiaca, desde allí hay que continuar por la ruta 40. Enclavada entre los paisajes impactantes de la Puna, el pueblo cuatro veces centenario e icono de la época colonial, por estos días renueva su devoción. No solamente los habitantes del pueblo y los nueve distritos de la jurisdicción viven con ferviente devoción las honras a la Virgen, también residentes de la provincia y el país. Sus calles angostas se adornan especialmente para la ocasión, la Iglesia de Santa Catalina de Alejandría es el epicentro de las actividades, cuya construcción data del siglo XVII. El silencio del lugar quedará de lado con la música de las bandas de sikuris. El viajero que quiera llegar hasta Santa Catalina irá descubriendo pueblos escondidos, entre la falda de los cerros, enclavados como custodios de reliquias de inapreciable valor. Santa Catalina es dueña de un rico patrimonio cultural, mientras su historia cobra vida al evocar su pasado, pareciera por contraste que el tiempo se hubiera detenido invitando a la meditación y al reposo.