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Un testigo comprometió seriamente a imputados

Sabado, 12 de septiembre de 2015 01:30
<p><b>ACUSADOS </b>/ LOS CUATRO COLOMBIANOS JUNTO SUS DEFENSORES CHAVARRÍA Y ZUBIETA.</p>

En la segunda audiencia de debate del juicio oral y público que se les sigue a los cuatro colombianos, acusados por el doble homicidio del empresario avícola Flavio Millán y su empleado Reynaldo Juárez, y posterior robo de una suma aproximada al medio millón de pesos, prestaron declaración tres de los ocho testigos citados para la jornada de ayer.

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En la segunda audiencia de debate del juicio oral y público que se les sigue a los cuatro colombianos, acusados por el doble homicidio del empresario avícola Flavio Millán y su empleado Reynaldo Juárez, y posterior robo de una suma aproximada al medio millón de pesos, prestaron declaración tres de los ocho testigos citados para la jornada de ayer.

Entre ellos lo hizo el hijo del empresario, Guillermo Acosta, quien se refirió a lo que conocía antes del doble homicidio y el robo en su casa.

Acosta dijo que "a fines del 2012 conoció a Jhonny (Aragón Candelo), trabajaba vendiendo frutas en la calle junto a otro colombiano de nombre Carlos, y mi padre a veces les daba trabajo. Realizaban distintos tipos de tarea, pero más que nada mi padre los contrataba para que carguen y descarguen las cajas de pollo".

En otro tramo de su declaración, Acosta manifestó que Jhonny se había ido a la provincia de Mendoza en busca de trabajo y había regresado a fines del mes de julio, semanas antes que se produzcan los aberrantes hechos, junto a Andrés Caicedo.

Por otro lado Acosta recordó que diez días antes había sido invitado a tomar una cerveza por Jhonny, y él accedió debido a las insistencias anteriores, "para que no pensara que era agrandado", dijo.

Continuando con su relato, Acosta dijo que fue hasta un bar sobre calle Urquiza, "Jhonny me esperaba en la puerta, pero no sabía que estaban todos", haciendo referencia a los imputados Lina Silva Balanta, Katherine Balanta Anchico, Jhonny Aragón Candelo, Andrés Riascos Caicedo y el prófugo Carlos Correa.

"Compartimos unas cervezas y me sentí muy incómodo porque Katherine me insinuaba insistentemente, me quería seducir y Jhonny me decía que mantuviera un romance con ella, a lo que no accedí", relató.

"Luego fuimos a continuar tomando en la pieza de ellos, de la calle El Rastreador, me senté en la cama y ellos alrededor. Allí me puse muy nervioso porque me preguntaban insistentemente sobre qué hacía mi padre, sus movimentos y sobre quién manejaba las llaves del negocio y de mi casa", continuó.

Estos dichos aportan y refuerzan la figura delictual de una de las acusaciones que pesa sobre los colombianos, que es la de "coautores de homicidio doblemente calificado por el concurso premeditado de más de dos personas y ensañamiento en concurso real".

"Ellos sabían que mi padre estaba guardando dinero para comprarme una camioneta, incluso la noche antes de lo sucedido fuimos con Jhonny y mi padre a Ciudad de Nieva a verla", dijo.

Cuando Acosta fue consultado sobre la tenencia de perros, él manifestó que sí tenían dos de raza "shar pei" pero estaban siempre al fondo de la vivienda.

Además aclaró que le daban de comer a perros de la calle, en particular recordó a uno de color negro, quien estaba siempre en la puerta del galpón y "curiosamente, días antes que lo asesinaran a mi padre, el perro apareció muerto envenenado a la vuelta de mi casa".

Otros testimonios

Otro de los testigos citados fue Carlos Norberto Tolaba, quien se desempeñaba como sargento ayudante en una comisaría de la ciudad fronteriza de La Quiaca, él junto a otros efectivos, fueron los que procedieron a la detención de los colombianos, que viajaban en un remís y fueron demorados en medio de la ruta nacional a la altura de Pumahuasi, por un corte.

El efectivo dijo que "los colombianos, dos mujeres y un varón, se mostraron sorprendidos con la presencia policial, pero no opusieron resistencia", y además que llevaban consigo equipaje.

Carlos Fernando Rivero, el remisero que trasladó a tres de los inculpados, dijo que los abordó "en inmediaciones del mercado de Concentración, allí fui consultado sobre la tarifa de un viaje hacia la zona del Ramal, les dije el precio y se subieron, tenían una valija y cada uno llevaba una mochila. En medio del recorrido me hicieron volver por el barrio 1º de Marzo y me pidieron que me detenga en una esquina y una pareja descendió del coche, demoraron alrededor de 15 minutos y volvieron con otra valija más chica. En ese ínterin le había manifestado a la chica que se había quedado en el vehículo, que había cortes en la zona del Ramal, entonces decidieron cambiar el rumbo y me ordenaron que me dirigiera a la ciudad de La Quiaca".

Cuando fue consultado sobre si escuchó que alguien había realizado algún llamado, el remisero dijo que una de las mujeres hablaba con alguien por celular y le preguntaba si era posible depositar medio millón de pesos a través de la empresa dedicada al giro o transferencia de dinero Western Union.