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Hablaron los acusados y se comprometieron más

Viernes, 18 de septiembre de 2015 01:30
<p>AUDIENCIA/ EL TESTIGO OSCAR PÉREZ PRESTÓ DECLARACIÓN.</p>&nbsp;

En la jornada de ayer se celebró una nueva audiencia por el juicio que se les sigue a cuatro colombianos acusados de asesinar al empresario avícola Flavio Millán y al empleado Reynaldo “Teke” Juárez, para luego intentar huir a Bolivia con alrededor de medio millón de pesos, sustraídos del domicilio de Millán.

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En la jornada de ayer se celebró una nueva audiencia por el juicio que se les sigue a cuatro colombianos acusados de asesinar al empresario avícola Flavio Millán y al empleado Reynaldo “Teke” Juárez, para luego intentar huir a Bolivia con alrededor de medio millón de pesos, sustraídos del domicilio de Millán.

En esta oportunidad, los tres acusados que dejaron pendientes sus declaraciones lo hicieron de forma espontánea, pero sólo la acusada Katherine “Brina” Balanta Anchico, accedió a responder algunas preguntas formuladas por el fiscal Gustavo Almirón, la querella y la defensa.

La acusada Katherine Balanta Anchico dijo que actuó bajo amenazas de Correa, sujeto que está prófugo de la justicia.

Con una postura molesta y respondiendo sobre los hombros, Balanta Anchico dijo que tanto ella como su “compañera” (Lina Silva Balanta), actuaron bajo amenazas del prófugo Carlos Correa. Reconoció haber ido con Correa y el otro imputado Jhonny Aragón Candelo hasta el domicilio de Millán, ubicado en el barrio Sargento Cabral de Alto Comedero y que luego las dos personas que estaban en la vivienda fueron reducidas, ella se quedó custodiándolos con un cuchillo en mano, mientras sus cómplices ingresaban a robar.

“Carlos todo el tiempo tenía un arma de fuego y me la enseñó para que subiera a la camioneta para ir a robar y me dijo que Andrés tenía órdenes de hacer cualquier cosa a mi "compañera" si ella no cooperaba”, dijo.

En este sentido, la mujer no supo responder ante la suposición de sentirse amenazada por Correa, cuando tuvo la posibilidad de dar aviso a la policía y ponerlos al tanto de la situación, por qué no lo hizo.

En el turno del acusado Andrés Riascos Caicedo, sujeto que llegó poco antes que sucedan los hechos desde la ciudad de Mendoza, se situó en el lugar y en el momento de los hechos, incluso reconoció haber participado atando de pies y manos al empleado “Teke” Juárez. Fue imprevistamente interrumpido por el presidente de Tribunal, pidiéndole que consulte a su abogado defensor si continuaría relatando su versión, porque podría autoincriminarse.

En el poco tiempo que prestó declaración Riascos Caicedo, se involucró seriamente, echando por tierra las declaraciones anteriores de sus compatriotas, donde lo ubicaban en todo momento en la cocina o lejos de la habitación, donde fueron asesinados Millán y Juárez.

“Tenía la data”

El acusado Jhonny Aragón Candelo, en el momento que pidió la palabra, apuntó directamente al prófugo Carlos Correa. “Recibí el llamado del señor Millán y me dijo que pasaba a buscarme y una vez en la pieza nos pusimos a fumar marihuana, luego me fui para el barrio San Isidro a conseguir más droga y en el camino me llamó Carlos y me preguntó si Millán estaba en el inquilinato, le respondí que sí y más tarde me volvió a llamar diciéndome que vuelva a la habitación”, dijo Aragón.

“Vi que Carlos estaba golpeando a don Jorge, y cuando el empresario quiso salir corriendo, lo detuve y lo arrojé a la cama y le pregunté a Carlos que estaba pasando. Correa me dijo que lo ayudara a maniatar a don Jorge. Allí me convenció que robemos, que él tenía la data que "el viejo" tenía mucho dinero en su domicilio”.

“Escuché que pedían auxilio”

Claudia Soledad Ortíz, quien cuando sucedieron los hechos alquilaba tres habitaciones en El Rastreador Nº 74 del barrio 1º de Marzo, junto a su marido y a sus hijos, dijo que en un momento estaban los cinco colombianos (los cuatro acusados y el prófugo), dentro de la habitación que ellos alquilaban.

“Cuando salí a comprar lo crucé a Jhonny en la vereda, pero no me saludó y vi a Andrés conversando afuera con el empleado del pollero”, dijo.

En un tramo de su relato, Ortíz dijo que “eran como las 11.30 y solo estaba la “chica flaquita” (haciendo alusión a Lina Silva Balanta) y Andrés. En ese momento escuché una voz muy bajita que pedía auxilio, que se estaba ahogando. Me llamó la atención y le pregunté a la chica qué pasaba, ella entró apresurada a la habitación con un vaso de agua, salió al rato y dijo que era Andrés que se estaba haciendo el gracioso”.

Además la testigo relató que estaban escuchando música a un volumen muy alto, situación que le llamó la atención porque no era común que hicieran eso.

Por su parte el testigo Oscar Pérez, esposo de Ortíz, dijo que “nos despertó una acalorada discusión entre Jhonny y Andrés, el primero le reclamaba al otro que no tenía dinero ni trabajo. Cuando abrimos la puerta vi que las chicas estaban ocupando mi pieza que yo a veces se las prestaba para que cocinen, pero estaban ahí sin mi autorización”, dijo Pérez.

“Vi que entraban y salían de la pieza de ellos, pero no estaban nerviosos ni nada, conversaban con nosotros, hacían bromas incluso”, dijo.

Pérez manifestó que cuando se enteró de todo lo que estaba pasando, lo hizo por medio de la policía, que en horas de la tarde golpearon su puerta y le dijeron que “había colombianos que secuestraron a un empresario avícola”.

Contó que él mismo rompió el candado y abrió la puerta. Otro hecho curioso fue que recién días antes los colombianos habían decidido poner seguridad la puerta, “antes nunca lo hicieron”, recordó Perez.

“Personaje siniestro”

Poco se conoce del prófugo Carlos Correa. De hecho ni sus propios compatriotas pudieron dar fe si ese es su verdadero nombre. Por los dichos en las anteriores audiencias, Correa es una persona de más de 1.80m, fornido y muy violento. El color de su piel no sería similar a la de los imputados y se movía sigilosamente.

Las mujeres sobre todo, apuntaron y culparon directamente a él como responsable de los asesinatos. Por otro lado, también se supo que Correa antes de arribar a nuestra provincia vivía en Bolivia y en una oportunidad se lo comentó al hijo del empresario Millán, Guillermo Acosta, y que quería volver al vecino país para poner un negocio de prestamista.

Denuncia de extorsión

Lucas Grenni, representante de la esposa de Millán, dijo ante el Tribunal que Liliana Armella denunció en una sede policial que recibió una visita en su domicilio antes que prestara declaración y un hombre le manifestó que entregara una suma de dinero para no ser involucrada en el asesinato de su marido ni de Juárez y que venía de parte del defensor Chavarría.