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La otra Tilcara del verano, con cuadros y mensajes

Martes, 19 de enero de 2016 01:30
<div>LOS COLORES DE FROILAN / EL ARTISTA FROILAN COLQUE NOS MUESTRA UNA COMOGONIA PERSONAL.</div><div>
Las artes plásticas tienen su espacio propio dentro del Enero Tilcareño, más cuando en las calles se ve más gente cebando mate que mezclando fernet. Antes de partir hacia las peñas, uno puede darse una vuelta por alguno de los museos para contemplar los cuadros colgados de sus paredes, que en esta semana ofrecen un combo surtido de propuestas.
En las dos salas temporarias del Terry podemos encontrarnos con los tres primeros. El de Froilán Colque es el nombre más conocido. Docente de artes en varias escuelas quebradeñas, Colque ha recurrido a lo largo de su obra a imágenes y colores que ya le son fetiche. Sobre ellos fue tejiendo una cosmogonía personal a la que nos abre las puertas en cada una de sus muestras.
Hace mucho que no veía su obra, y esa distancia de tiempo me permite recordar aquellos momentos en que fue bosquejando sus motivos, trabajándolos en series hasta llegar a lo que es una exposición abierta a ese mundo onírico en el que conviven sus fantasías con imágenes del carnaval o del mercado puneño, ya no como estudio sino como relato de un universo suyo. Tratamos con un artista en su madurez, que se mueve seguro en la legalidad de códigos que él mismo creara, que no parece tener la necesidad de pedir permiso para decir su imagen, y que nos ofrece, en cada cuadro, la posibilidad de transportarnos hacia ese mundo sólo posible tras su paleta.
En el Terry está también la obra de Alberto Mosca. Se trata de su primera muestra individual, donde nos ofrece pequeños paisajes con el foco puesto allí donde la imagen se enrarece para querer hundirse en el ánimo interior del artista. Sólo el tiempo podrá decirnos si se trata de un camino que andará en profundidad o un ejercicio, pero lo cierto es que lo anda con paso firme.
Mosca comparte la sala con Nicolás Masllorens, quien plantea una serie de retratos dentro del universo de la caricatura, personajes de una Tilcara no necesariamente típica pero real, donde el detalle del vestuario, las posturas y los rostros, abstraídos del contexto, alcanzan para expresar aquello que el artista ha descubierto de sus retratados.
Para el sábado próximo, el museo cuya programación arma Lito Sandoval, prepara dos nuevas muestras: Eclecticismo Carnavalero, de Manuel Taritolay, y Rojo Adobe, de Ariel Cortez.
En el museo Soto Avendaño, también frente a la plaza tilcareña, en lenguaje de historieta cuelga su obra Bruno Genorazzo, quien presenta sus dibujos como extensión de las páginas de sus ediciones. Cada cuadro es parte de un conjunto conceptual que se transforma en relato, originales que pueden también verse en las páginas impresas pero que en la pared se desprenden para transmitir un mensaje desgarrado.

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Las artes plásticas tienen su espacio propio dentro del Enero Tilcareño, más cuando en las calles se ve más gente cebando mate que mezclando fernet. Antes de partir hacia las peñas, uno puede darse una vuelta por alguno de los museos para contemplar los cuadros colgados de sus paredes, que en esta semana ofrecen un combo surtido de propuestas.
En las dos salas temporarias del Terry podemos encontrarnos con los tres primeros. El de Froilán Colque es el nombre más conocido. Docente de artes en varias escuelas quebradeñas, Colque ha recurrido a lo largo de su obra a imágenes y colores que ya le son fetiche. Sobre ellos fue tejiendo una cosmogonía personal a la que nos abre las puertas en cada una de sus muestras.
Hace mucho que no veía su obra, y esa distancia de tiempo me permite recordar aquellos momentos en que fue bosquejando sus motivos, trabajándolos en series hasta llegar a lo que es una exposición abierta a ese mundo onírico en el que conviven sus fantasías con imágenes del carnaval o del mercado puneño, ya no como estudio sino como relato de un universo suyo. Tratamos con un artista en su madurez, que se mueve seguro en la legalidad de códigos que él mismo creara, que no parece tener la necesidad de pedir permiso para decir su imagen, y que nos ofrece, en cada cuadro, la posibilidad de transportarnos hacia ese mundo sólo posible tras su paleta.
En el Terry está también la obra de Alberto Mosca. Se trata de su primera muestra individual, donde nos ofrece pequeños paisajes con el foco puesto allí donde la imagen se enrarece para querer hundirse en el ánimo interior del artista. Sólo el tiempo podrá decirnos si se trata de un camino que andará en profundidad o un ejercicio, pero lo cierto es que lo anda con paso firme.
Mosca comparte la sala con Nicolás Masllorens, quien plantea una serie de retratos dentro del universo de la caricatura, personajes de una Tilcara no necesariamente típica pero real, donde el detalle del vestuario, las posturas y los rostros, abstraídos del contexto, alcanzan para expresar aquello que el artista ha descubierto de sus retratados.
Para el sábado próximo, el museo cuya programación arma Lito Sandoval, prepara dos nuevas muestras: Eclecticismo Carnavalero, de Manuel Taritolay, y Rojo Adobe, de Ariel Cortez.
En el museo Soto Avendaño, también frente a la plaza tilcareña, en lenguaje de historieta cuelga su obra Bruno Genorazzo, quien presenta sus dibujos como extensión de las páginas de sus ediciones. Cada cuadro es parte de un conjunto conceptual que se transforma en relato, originales que pueden también verse en las páginas impresas pero que en la pared se desprenden para transmitir un mensaje desgarrado.

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